SEATTLE (De un enviado especial).- Desde los ventanales de los pisos superiores del Westin Hotel, donde se aloja el plantel de River, cualquier mañana de un día de semana alcanza a divisarse el hormigueo de gente que transita el Public Market de esta ciudad. Situado sobre la costanera de la bahía, el mercado es un festival de colores refulgentes entre flores y frutas, y recomendado para los sibaritas del pescado fresco, con toda la variedad de moluscos y mariscos.
Los hinchas de River que se quejaban de lo lejos que queda esta sede, ubicada al noroeste, a 200 kilómetros de la frontera con Canadá, encuentran en este mercado un motivo para no arrepentirse por el largo viaje. Cruzando la vereda tienen otro punto de atracción turística, con un sentido histórico. Aquí se abrió el primer local de la cafetería Starbucks, el 30 de marzo de 1971. Por entonces, el símbolo gráfico de la sirena no era verde como en la actualidad, sino marrón, y tenía otro tipo de detalles anatómicos, más sugerentes, con la sirena exhibiendo los pechos. Fundado por tres amigos de la Universidad de San Francisco, se inspiraron en la mitología náutica y eligieron el nombre vinculado con Moby Dick, la célebre novela de Herman Melville.
Rodrigo Néspolo
A media mañana hay una cola de 30 metros sobre la vereda para ingresar y hacer take away, ya que el estrecho local no cuenta con un salón con mesas. Con casi 30.000 tiendas de Starbucks distribuidas en más de 60 países, casi todas ofrecen más comodidades para sus clientes, pero ninguna tiene el encanto y el simbolismo del local que dio origen a la cadena. “No soy un fanático de Starbucks, pero bueno, ya que estoy acá aprovecho para llevarme el recuerdo comprando un café latte, es como una postal”, dice Gonzalo, un hincha de River que un par de días antes se quedó afónico participando del banderazo en la puerta del hotel Westin.
Seattle es costa lacustre, verde, vegetación frondosa, un down town que no abruma, amigable, pero que también impacta y duele cuando por cualquiera de sus calles se observan a adictos a las drogas que entran en un mundo completamente alejado de la realidad que los rodea. El fentanilo y los opioides hacen estragos, los convierte en zombies. Consumidores que pueden estar parados, pero tiesos, contorsionados. Intercambian y preparan la droga. Alguno grita por el efecto de drogas psicoactivas. Otro cayó en estado de inconsciencia. Ninguno es agresivo, no se relacionan con los transeúntes, que tampoco les temen, pasan a su lado y los ignoran como si fuera algo ya incorporado al paisaje. Asistencia social o médica no se ve por ningún lado. Cada uno librado a su suerte, que en este caso es la peor como proyecto de vida. Estas imágenes se incrementarán en la próxima escala de River, en Los Ángeles, donde el sábado enfrentará a Rayados de Monterrey.

Otro punto imperdible para los hinchas de River es el Space Needle, la torre de 185 metros altura desde la que se tiene una vista panorámica de la ciudad: rascacielos, agua, verde y, en el horizonte, el monte Rainier, una cadena de montañas que en invierno queda con sus laderas cubiertas por la nieve. Para el Space Needle hay que hacer un gasto: la entrada cuesta 54 dólares.
Rodrigo Néspolo
Rumbo al Lake Washington Boulevard East se llega a una zona deslumbrante, con mansiones que circundan al lago y se levantan en medio de imponentes arboledas. Allí está el caserón, que fue vendido y refaccionado, donde hace 31 años murió Kurt Cobain, que según el informe policial se suicidó con un disparo de escopeta, luego de una existencia signada por la depresión y las adicciones, especialmente la heroína. “Quienes lo vivieron lo recuerdan. Marcó a una generación. Su vida y su carrera con Nirvana fueron breves, pero el impacto del estilo que personificó, el estilo musical grunge, puso a Seattle, la mayor ciudad del Estado de Washington en el mapa sonoro mundial. Tenía carisma especial en el escenario, nunca creí que tratara desesperadamente de conectar con la audiencia. Sentías que tenía una ferocidad dentro y que iba a sacarla allí. Tocaba y actuaba para él mismo”, expresó hace poco Megan Jasper, CEO de Sub Pop, el sello discográfico que llevó a la popularidad a muchas bandas de la ciudad en los años 90.

Junto a lo que fue la casa de Cobain se encuentra el Viretta Park, donde se erigió una especie de memorial del cantante. En un banco, sus fanáticos dejan ofrendas y mensajes, y durante el día pueden encontrarse con bandas tributo, que tocan temas de Nirvana. Barranca abajo, un lago de aguas verdes y cristalina recibe a algunas bañistas que desafían una temperatura que dista de ser veraniega, no sobrepasa los 20 grados.
Seattle es la tierra natal de otro célebre guitarrista, cantante y compositor: Jimmy Hendrix. En la zona de Space Needle hay un museo que lo recuerda. “Es una ciudad donde la música siempre ha estado viva, la escena es muy variada. Al día genera como tres o cinco bandas, hay que estar atento a las redes. Nirvana es el sello de Seattle”, dice María Reidell, programadora de conciertos en la tienda de discos Easy Street Records.
El sonido de Seattle definió los años noventa. “Se trataba de una cultura underground que tenía el potencial de ser muy popular, expresó en una crónica local Bruce Pavitt, cofundador de un sello independiente que publicó los primeros trabajos de Soundgarden, Nirvana o Mudhoney.
Las calles de Seattle que transitaron Cobain y Hendrix son distintas de las actuales, donde por cada 20 autos con motores a inyección aparece un Tesla electrónico, creación de un Elon Musk ahora enemistado con Donald Trump. Autos que impresionan por sus chasis compactos, despojados por dentro, con una pantalla cuadrada, de una dimensión mayor al monitor de una notebook. Venidos del futuro.
Cuentan que la ciudad también se hizo más cara y creció demográficamente, con alrededor de 800.000 habitantes. Y que el espíritu de ruptura que encarnaron Cobain y el grunge persiste. En esta urbe con sus peculiaridades históricas y una atractiva geografía, River ya dio un paso contra Urawa Red Diamonds y deberá volver para definir ante Inter su futuro en el Mundial de Clubes.