Cuatro victorias en cadena antes de entrar en el receso y un triunfo al regreso, en Zandvoort, conformaron el lapso más extenso de grandes premios en los que McLaren expresó su dominio en el actual calendario de la Fórmula 1. Doce éxitos en 15 fechas conformaron una cosecha que remató el Mundial de Constructores en favor de la escudería de Woking, que dio riendas para competir a Lando Norris y a Oscar Piastri en la pulseada por el título de campeón de conoductores.
El imperial podio del autódromo Hermanos Rodríguez, de México, donde el auto y el piloto ganador comparten el espacio de premiación, devolvió la calma a los líderes del equipo de los coches de color papaya: Norris arrolló durante el fin de semana, al extremo de que superó a su compañero de garaje y tomó el mando en el campeonato, con un póquer de fechas para el desenlace de la temporada. El británico se reactivó en un momento determinante del año, mientras Piastri se hunde peligrosamente, aunque está a un solo punto de la vanguardia, con 356.
En la euforia del festejo, Norris expuso que la cita en Singapur se impuso como un quiebre y en la carrera en el circuito urbano de Marina Bay se reencontró con su manejo. El quinto casillero en la prueba de clasificación y los dos puestos que ganó para completar el podio, por detrás de George Russell, de Mercedes, y de Max Verstappen, de Red Bull Racing, disimularon la tensión, pero un cónclave con el equipo echó luz sobre qué necesitaba el inglés para ser competitivo.
Dos carreras después, el resultado ratificó que el piloto estaba acertado en el diagnóstico. Norris dominó en México: señaló la pole position con 262 milésimas sobre Charles Leclerc, de Ferrari, y aventajó por seis décimas a su compañero Piastri, una diferencia que resaltó que el británico y el australiano son opuestos y se nutren de diferentes herramientas para desarrollar la tarea.
Los 30 segundos sobre Leclerc que marcó el cronómetro tras el cruce de la meta fueron un abismo, un signo de dominio extremo. Y para encontrar un escenario similar hay que retrotraerse al Gran Premio de Hungría de 2023, en el que Verstappen demolió a Norris por más de 34 segundos. “Simplemente, me siento mejor con el auto”, apuntó Norris ante Sky Sporsts F1, tras ser inalcanzable en Ciudad de México. “Todo se basa en cómo me siento con el auto. El año pasado me sentía muy bien con el coche, podía rendir mejor. Este año me costó adaptarme. El auto es increíblemente rápido, pero sigue siendo difícil de manejar. Hay que encontrar ese punto de equilibrio para hacerlo funcionar, y con eso tuve que lidiar en los últimos fines de semana, incluso en Singapur”, relató el nuevo líder del Mundial de Pilotos.
La carrera en Singapur resultó el quiebre para recuperar el auto, el rendimiento y la confianza. “Tuvimos una reunión, nos sentamos durante media hora y ahí, con los resultados de las últimas carreras, les dije: ‘Este es exactamente el auto que no quiero y esta es la razón por la que no podemos ganar más carreras, por la que no vamos a ganar en el futuro si seguimos teniendo un auto que no me da lo que necesito’. En México tuve un poco más de lo que quiero y pude rendir como quiero. Es así de simple”, comentó quien logró el sexto triunfo en el año, el décimo en 148 grandes premios, siempre bajo el paraguas de McLaren.
Norris tuvo la pericia, por su estilo de manejo, de no ser rehén de la altitud y el escaso grip que tuvo la pista mexicana, condiciones que provocan que el auto se deslice en las curvas. El jefe de McLaren, Andrea Stella, señaló que la adaptación del británico favoreció el rendimiento del auto N° 4, mientras que su compañero Piastri sufrió la visita. “El bajo agarre le encaja a la perfección. Es una forma natural de extraer el tiempo de vuelta, todo lo opuesto a lo que necesita Oscar”, expresó el ingeniero italiano, que señaló cuánto robustecerá el triunfo a Lando para el resto de la temporada: “Fortalecerá la confianza, pero los dos pilotos llegan a las últimas cuatro carreras con motivos como para sentirse seguros”.
El éxito no ciega a Norris, que con 116 unidades en juego entiende que la pulseada con Piastri será hasta el episodio final, el de Abu Dhabi, y que así como dudó de sí en un tramo del calendario, esa situación pudo afectar al australiano en estos últimos capítulos.
“Nunca se quiere culpar al auto: cuando el coche ganaba y Oscar ganaba, lo último que se podía usar como excusa era que el coche no era suficientemente bueno. Entonces uno duda, porque no logra adaptarse ni encuentra la manera de hacerlo funcionar. Ahora estamos en una situación invertida, es así de simple. No creo que signifique nada una carrera en buen rendimiento. Dos, tres, cuatro seguidas, sí”, afirmó Norris, que tuvo en el discurso el respaldo de su compañero de garaje y principal rival en la puja por la corona: “Por alguna razón, los últimos fines de semana requirieron un estilo de conducción muy distinto, y lo que me había funcionado en las últimas 19 carreras necesitó algo muy diferente en las últimas semanas”, deslizó el australiano, que traza una curva descendente y precisa revertir el rumbo a partir de San Pablo.

