Débil y convaleciente, el Papa toma una medida crucial que abre las puertas a una nueva tormenta con sus enemigos

El acto de gobierno más fuerte que ha hecho el Papa desde que enfermó gravemente, se produjo el 11 de marzo, pocos días después de ser internado en el Policlínico Gemelli. Firmó el documento que relanza el Sínodo de los Sínodos que casi todos creían se había concluido con la asamblea final en el Vaticano, realizada en octubre ultimo.

La decisión de Francisco incluye un programa trimestral de actuación de las decisiones adoptadas en octubre y convoca a una “Asamblea Eclesial” en Roma, en octubre de 2028. Para la cada vez más aguerrida oposición de los tradicionalistas al pontífice, la decisión de prórroga del Sínodo equivale a abrir las compuertas de un duro enfrentamiento.

Es obvio que la necesidad de una larga recuperación que prevén los médicos y la incógnita de como podrá seguir Francisco guiando a la enorme estructura de la Iglesia a los 88 años y disminuido físicamente, es un arma de los opositores que sueñan con la renuncia o el deceso de Jorge Bergoglio para cambiar las relaciones de poder.

Es más, si es posible, los tradicionalistas esperan concluir esos días más que difíciles que atravesará la ya probada Iglesia con la instalación de un nuevo Papa más afín a los conservadores.

En una charla con periodistas, el Secretario de Estado, Pietro Parolín describió la situación de Jorge Bergoglio así: “Puede volver a ejercer su actividad, quizás no como antes. Tendremos que buscar otras vías, pero en cual cualquier caso él puede hacerlo”.

El número dos de la Curia de Roma detrás del Papa, es uno de los favoritos mencionados en caso de un Cónclave para elegir al nuevo pontífice, como un moderado reformista capaz de evitar un ruinoso choque frontal entre progresistas y tradicionalistas en la Capilla Sixtina del Vaticano, donde se eligen los Papas.

Dato curioso: desde que Francisco se trasladó a su residencia en la Casa Santa Marta del Vaticano el domingo 23 de marzo, el cardenal Pietro Parolin no ha visto al Papa, al que visitó dos o tres veces en el hospital Gemelli.

Parolín explicó que “el Papa descansa, no ve a nadie que yo sepa y en este momento no tiene audiencias ni recibe visitas. No tengo más noticias.”

El Sínodo de Obispos, que en griego quiere decir “caminar juntos”, nació como institución en la oleada de cambios progresistas que revolucionaron a la Iglesia en los años sesenta del siglo pasado por voluntad del Papa san Juan XXIII. Tras su muerte prematura, lo lanzó su sucesor Pablo VI en 1965. Los sínodos fueron pensados para mantener vivo el espíritu del Concilio Vaticano II.

Francisco lanzó el último tras un camino de tres años en 2024, que deliberó durante el mismo período centrado en el tema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión”.

El último Sínodo, ahora prorrogado al 2028 que avanza en la actuación de los documentos “a través de discernimientos y decisión”, no fue ya exclusivo de los obispos. En las sesiones finales de Roma iniciadas en julio de 2024, los participantes fueron 294, de los cuales 272 eran obispos. Los demás fueron mujeres, laicos e invitados de otras religiones.

El cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, explicó que el documento final es “un proceso de recepción adecuado a las culturas locales y a las necesidades de la comunidad”.

Los documentos sinodales son absorbidos en un proceso que dura años a las realidades de las diócesis, que se deben reunir en asambleas de evaluación.

De acuerdo a la última disposición de Francisco, hay asambleas de evaluación en las diócesis, las Conferencias Episcopales nacionales e internacionales.

Para el primero y segundo semestre de 2028 están pensadas las Asambleas continentales de evaluación y la publicación del “Instrumentiom lavoris” del encuentro eclesial de 2028.

El Sínodo está concebido como una experiencia espiritual y eclesial, siempre con la disponibilidad a “caminar juntos”.

El Sínodo “significa el derecho y el poder de palabra confiado a todos”. Significa también “elegir juntos” y activar “ad infinitum” los procesos de cambios

La amplitud y novedad de plantear los problemas y tomar las decisiones.

Los tradicionalistas y conservadores se oponen a este gran cambio porque “está en juego el rumbo de la Iglesia”. Creen que “no está definido en que consiste la redefinición sinodal”. Temen un ataque decisivo a las instituciones tradicionales de la Iglesia, como la misa tridentina,

En la asamblea de octubre 2024, entre conservadores y bergoglianos las discusiones fueron “abiertas, ricas y sin tabúes” y no evitaron los temas más controvertidos, según las crónicas de entonces.

El Papa decidió profundizar las cuestiones más controvertidas con diez grupos de estudio que deben dar respuestas el próximo junio. Homosexualidad, mujeres sacerdotes, celibato obligatorio, la contracepción, mujeres diáconos , elección de los obispos. En fin, buena parte de la moral sexual.

Los conservadores afirman que el Papa quiere avanzar hacia una religión no del todo católica. En cambio Francisco cree que con la Iglesia Sinodal se abren las compuertas de un futuro que reforzará al catolicismo en este dificil momento histórico mundial.