El gobierno de Joe Biden aceleró en los últimos días el envío de armas a Ucrania, en previsión de un recorte tras la llegada del republicano Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero. Pero la iniciativa demócrata de remitir miles de millones de dólares en equipo militar a Kiev antes de esa fecha enfrenta importantes obstáculos logísticos y genera preocupación de que las transferencias agoten las ya escasas reservas estadounidenses, según dijeron funcionarios citados por The Wall Street Journal y The New York Times.
Al canalizar la mayor cantidad posible de ayuda militar a Kiev antes de enero, los funcionarios de Biden esperan dar a Ucrania una posición negociadora más fuerte y reforzar sus defensas. Antes de las elecciones, la Casa Blanca tenía como objetivo entregar la ayuda restante a Ucrania en abril, según un funcionario del Pentágono. Ese cronograma ha adquirido una nueva urgencia desde el contundente triunfo republicano.
Más de 7.000 millones de dólares disponibles para que el Pentágono transfiera armas a Kiev desde sus arsenales siguen sin gastarse, junto con más de 2.000 millones de dólares para financiar contratos de equipamiento a largo plazo para Kiev. La Casa Blanca teme que Trump reduzca los envíos de armas a Ucrania como parte de un esfuerzo por llevar a Kiev y Moscú a la mesa de negociaciones en una posición desventajosa para los ucranianos.
Trump ha prometido poner fin a la guerra en Ucrania antes de asumir el cargo. Aunque el presidente electo no ha explicado un plan para hacerlo, el nerviosismo imperante en Washington subraya cuánto ha perturbado la elección delmagnate la campaña liderada por Estados Unidos para ayudar a Ucrania, que ha sufrido graves reveses en el campo de batalla en su guerra contra Rusia y ahora está lidiando con el futuro del suministro de armas occidental que le ha permitido seguir luchando.
La defensa ucraniana
Kiev se defiende afanosamente de la ofensiva de Moscú, pero se vislumbran nubarrones en el horizonte, con las intenciones de Trump de poner fin al conflicto incluso a costa de poner Crimea y la región del Donbás, ocupada ilegalmente por Rusia, en manos del Kremlin.
“Nadie puede predecir lo que hará Trump”, subrayó el presidente Volodimir Zelenski mientras hablaba con los líderes europeos en la reciente cumbre de Budapest. Días atrás, fuentes del entorno de Trump dijeron al Journal que sus asesores le recomiendan congelar la guerra, fijando la ocupación rusa en cerca del 20% de territorio de Ucrania y forzar a Kiev a suspender temporalmente su solicitud de ingreso en la OTAN, al menos por 20 años.
Para Kiev, Washington pondría sobre la mesa la promesa de seguir suministrando armas como elemento disuasorio ante un posible nuevo ataque ruso. En este contexto, la línea del frente se congelaría y ambas partes acordarían una zona desmilitarizada.
Kiev rechaza estas alternativas aunque, tras una reciente llamada entre Trump, el empresario Elon Musk y Zelenski, asegura que el diálogo está abierto y que se está trabajando en un posible encuentro entre ambos líderes.
En respuesta a la intensificación de los ataques rusos con drones y misiles, el Pentágono está enviando a Ucrania más de 500 interceptores para el sistema de defensa antimisiles Patriot y el sistema de misiles Tierra-Aire NASAMS, que se espera que lleguen en las próximas semanas, según fuentes de Washington. Esos envíos deberían satisfacer las necesidades de defensa aérea de Ucrania para el resto de este año.
El viernes, la Casa Blanca sostuvo que enviaría “un pequeño número de contratistas” para ayudar a Kiev a reparar y mantener los F-16 y otros sistemas. Los contratistas llegarán en los próximos meses y trabajarán lejos de las líneas del frente. En agosto, EE.UU. había rechazado tal medida, pero desde entonces más sistemas se volvieron inoperativos debido a la falta de trabajadores calificados para repararlos o mantenerlos. “Garantizar que estos sistemas sigan siendo capaces de cumplir misiones es fundamental para la defensa de Ucrania contra la agresión rusa”, dijo el Pentágono en un comunicado.
Fuente: AP, ANSA y Clarín