El Papa volvió a expresar su dolor y critica por lo que le sucede a los palestinos, que llego a su clímax cuando señaló la necesidad de determinar si Israel no está cometiendo un genocidio en Gaza. Esta vez rezó en el Aula Pablo VI, de la Santa Sede, donde son colocadas las pesebres que llegan como donación. Oró frente a la Natividad que enviaron los mestros artesanos de Belén con la madera de los olivos de la Tierra Santa.
Está realizada con tres grandes figuras estilizadas de María, San José y el pequeño Jesús, acomodado sobre una kefiah, la tela globalmente reconocida como símbolo de la lucha del pueblo palestino.
El pesebre fue consignado al Vaticano la semana pasada en una breve ceremonia, presente el embajador palestino ante la Santa Sede.
La protesta principal vino del rabino jefe de Génova, Giuseppe Momigliano, quien dijo que representar a Jesús con la kefiah “es un otro paso para privarlo de su identidad histórica de pertenencia”, lo que “penaliza el diálogo y no ayuda a detener el antisemitismo”.
El rabino genovés señaló que es también una distorsión caracterizar a la kefiah como “un simbolo de sufrimiento universal. “Representa el sufrimiento solo de una parte, es unilateral”. El religioso dijo que el nuevo episodio “daña las relaiones interreligiosas”.
Señaló que “la palestización del judío Jesús no es una novedad en ámbito eclesiástico y esta vez es particularmente inquietante porque el Papa la ha insertado en un momento de dificultades en tantos frentes en las relaciones”.