Antes de cumplir 15 años, el cuerpo de Diana Zalazar había crecido tanto que ya no cabía en el vestido que había comprado para su fiesta de XV años, donde celebraría su paso de niña a mujer en Paraguay.
Su madre buscó la ayuda de un médico, quien sospechó que dentro de la niña de 14 años del coro católico posiblemente crecía un tumor gigante. Lo siguiente que supo Zalazar fue que mientras el ginecólogo limpiaba la sonda que había utilizado en su vientre, le informó que estaba en su sexto mes de embarazo.
Eso no tenía sentido para Zalazar, quien había tenido relaciones sexuales por primera vez recientemente sin saber que así podría quedar embarazada.
En el Paraguay católico, que tiene la tasa más alta de embarazos adolescentes en Sudamérica, muchas madres jóvenes explicaron a The Associated Press que sus embarazos adolescentes fueron resultado de haber crecido en un país donde los padres evitan a toda costa hablar de sexo, y la educación sexual nacional es indistinguible de una lección de higiene.
“Yo no decidí ser madre”, dijo Zalazar. “Y no tuve la oportunidad de elegir porque no tuve la información”.
A lo largo de los años en que Zalazar, ahora de 39 años, pasó de la ignorancia sexual y la vergüenza a criar a su hijo de 23 años y defender los derechos de los niños, la falta de educación sexual en Paraguay se ha mantenido sin cambios —hasta ahora. Por primera vez, el Ministerio de Educación ha respaldado un plan de estudios nacional de educación sexual. Pero en un giro sorprendente, son los educadores de salud sexual y las feministas quienes han entrado en pánico. Los promotores conservadores están encantados.
El plan de estudios —del que la AP obtuvo una copia— promueve la abstinencia, explica el sexo como “la invención de Dios para las personas casadas”, advierte sobre la ineficacia de los condones y no menciona nada sobre la orientación o identidad sexual.
“Hay una cultura judeocristiana que aún prevalece ampliamente en Paraguay. Naturalmente, hay una resistencia a todo lo que vaya en contra de esos principios”, dijo Miguel Ortigoza, un defensor clave del plan de estudios y pastor evangélico de Capitol Ministries, una organización sin fines de lucro con sede en Washington que dirigió estudios bíblicos para el gabinete del expresidente Donald Trump.
Mientras una nueva generación de activistas que hacen campaña por el aborto legal y los derechos de la comunidad LGBT+ obtiene victorias en Latinoamérica, en Paraguay se ha generado una reacción conservadora. El país ya tiene algunas de las leyes sobre el aborto más estrictas del mundo —castigado con prisión incluso en casos de incesto o violación, aunque no cuando la vida de la madre está en peligro.
“Ahora las leyes en todas partes permiten que las niñas maten a sus bebés, pero Paraguay… es uno de los pocos que quedan que dicen ‘no’, por el bien de Jesús”, dijo Óscar Ávila, gerente de un refugio antiaborto para madres jóvenes en la capital de Paraguay. En una misa matutina reciente, niñas de no más de 15 años llenaban los bancos, algunas con embarazos muy avanzados, otras con bebés en su regazo.
Los críticos explican el enorme poder de los grupos de presión de derecha de Paraguay como consecuencia de una historia peculiar. El conservador Partido Colorado ha gobernado el país durante 76 de los últimos 80 años —incluso durante una dictadura abiertamente simpatizante de Adolf Hitler.
“Al crecer bajo la dictadura, me decían que la homosexualidad era una desviación (sexual)”, dijo Simón Cazal, fundador del grupo paraguayo SomosGay, de defensa de los derechos LGBTQ+. “La dictadura terminó legalmente, pero los mismos clanes políticos continuaron dirigiendo el espectáculo”.
Recientemente, el ascenso de la extrema derecha en Latinoamérica ha dado a la plataforma del partido gobernante de religión, familia y patria una resonancia nueva —y ha envalentonado a los guerreros culturales conservadores con vínculos evangélicos a llevar sus batallas a las aulas.
En 2017, Paraguay se convirtió en el primer país en prohibir los debates escolares sobre la identidad de género, y se convirtió en pionero involuntario para los populistas europeos y los gobernadores republicanos de Estados Unidos. Ahora, su plan de estudios de educación sexual se ha convertido en un punto de conflicto nacional.
El plan de estudios
“El texto es muy peligroso; es una afrenta a la ciencia”, dijo la senadora izquierdista Esperanza Martínez a un comité gubernamental convocado recientemente para debatir el plan de estudios.
El ministro de Educación, Luis Fernando Ramírez, restó importancia a la controversia y subrayó que todavía hay tiempo para mejorar el plan de estudios antes de implementarlo. “No hay ninguna erogación de dinero del estado”, dijo a los legisladores. “Entonces no hagamos juicio hasta que podamos profundizar, trabajar y ver”.
Las autoridades reunieron equipos para revisar el plan de estudios, llamado “12 Ciencias para la Educación de la Sexualidad y Afectividad”, que planean poner en prueba piloto en septiembre en cinco regiones orientales antes de implementarlo en todo el país. Los grupos de derechos de los padres elogian los 12 libros —uno para cada grado— como una forma de enseñar moral y proteger a los jóvenes.
“Es una verdadera batalla por la vida, la familia, los verdaderos derechos de los niños y la libertad de los padres en la educación de sus hijos”, dijo la autora del plan de estudios, María Judith Turriaga. “Es la razón por la que (los padres) han luchado para que entre en la escuela pública”.
El plan de estudios instruye a los niños a tratar a los demás con respeto y cultivar relaciones saludables.
Pero al desalentar la anticoncepción y hacer cumplir las normas de género tradicionales, se ha convertido en un punto de confluencia de tensiones sociales. Los críticos dicen que perpetúa estereotipos sexistas: “(Los hombres) que conquisten y que no seduzcan”; “(una niña tiene un) cerebro más pequeño y liviano”; “(un niño) no llora tan fácilmente”; “la niña se arriesga, pero no le gusta hacerlo”.
Sobre la masturbación dice que “psicológicamente hablando, trae problemas de frustración y aislamiento”. Agrega que el amor marital dura para siempre. A las niñas hay que “advertirles acerca del impacto que genera en el varón su forma de vestir o comportarse”, y que a partir de la pubertad femenina “tu cuerpo se preparará durante varios años para ser esposa y madre”.
Los libros también están llenos de afirmaciones inesperadas, como: “(Los niños) no perciben con claridad los sonidos muy agudos de la voz humana”.
Cualquier referencia sobre el sexo se refiere al de tipo heterosexual.
“Sin una educación verdaderamente inclusiva que te permita entender tu realidad, da miedo”, dijo Yren Rotela, una activista trans cuya identidad como mujer a los 13 años la empujó a la servidumbre sin paga debido a sus deudas y al trabajo sexual en un país donde la identidad transgénero no está legalmente reconocida, no hay una legislación que reconozca los crímenes de odio y la discriminación está ampliamente extendida.
En un taller en agosto, los participantes expresaron su preocupación por partes del plan de estudios que enfatizan el deber de obediencia hacia los padres y las autoridades, e instan a las adolescentes embarazadas a confiar en sus familias —a pesar de que la agresión sexual generalmente se comete típicamente en el hogar.
“Nunca recibí ayuda de mi familia, siempre me amenazaban para que no le contara a nadie”, dijo Liliana, quien fue violada a los 13 años por su padrastro y quedó embarazada —y habló con la condición de que sólo se usara su primer nombre porque su caso está bajo investigación.
El enfoque en la deferencia incuestionable tiene una carga política en Paraguay, donde los expertos dicen que la dictadura más antigua de Latinoamérica inculcó una tradición autocrática perdurable.
“Es muy fácil en este país, con nuestra dictadura muy reciente, crear proyectos autoritarios que juegan con los miedos de la gente y generan odio”, dijo Adriana Closs, presidenta de Familias por la Educación Integral en el Paraguay (Feipar), un grupo que promueve la educación integral laica y con base científica. “Estamos viendo a sectores políticos aprovechar esto debido al contexto internacional favorable”.
Mientras la política del conservadurismo social se expande desde Brasil hasta Hungría, los legisladores paraguayos han encontrado una inmensa promesa en la agitación contra lo que consideran que es una conspiración occidental para feminizar a los niños y hacer que las niñas sean lesbianas.
El pánico por la influencia extranjera se nutre del trauma colectivo de la Guerra de la Triple Alianza, que enfrentó a Paraguay contra Argentina, Brasil y Uruguay, y diezmó a más de la mitad de su población. Los paraguayos todavía invocan el conflicto de 1865 a 1870 como si hubiera sucedido la semana pasada.
“Paraguay es el caldo de cultivo perfecto para las conspiraciones del globalismo”, dijo Esteban Caballero, asesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, un grupo autónomo de investigación y docencia regional. “No es un grupo marginal de fanáticos que promueven esta narrativa. Es una sociedad conservadora aterrorizada por las identidades no binarias. Eso significa votos”.
Antes de las elecciones parlamentarias de 2023, una transferencia anual de fondos de la Unión Europea al Ministerio de Educación y Ciencias de Paraguay sumió a los políticos en una batalla galvanizadora.
El debate electoral giró desde la corrupción desenfrenada de Paraguay y las escuelas descuidadas hasta las acusaciones de que la Unión Europea adoctrina a los niños sobre la “ideología de género” a través de su acuerdo de financiación llamado “Transformando la Educación”.
El Senado rechazó por poco un proyecto de ley que había pasado rápidamente por la cámara baja y que ordenaba a las autoridades revocar los fondos de la UE, que en realidad apoyan iniciativas contra el hambre.
Con la controversia en aumento, los diplomáticos europeos celebraron una ceremonia para cambiar el nombre del acuerdo a “Fortalecimiento de la Educación” por temor a que la palabra “transformando” hubiera resultado ofensiva. El presidente Santiago Peña se presentó en la iglesia evangélica más grande de Paraguay y prometió a los líderes religiosos una mayor influencia en la agenda educativa nacional.
“Hay un apoyo más fuerte (que) en épocas anteriores; más compromiso con esto”, dijo el pastor Ortigoza. “En este gobierno se tiene sensibilidad mayor a este tema”.