Desde hace muchos años en Venezuela los apagones ocurren a diario en pueblos y ciudades, solo que este 30 de agosto la falla eléctrica fue general, simultánea y duró unas 11 horas. El peor corte desde 2029 coincide con la peor ola represiva también en años, en un ambiente de aprehensión tras la elección del 28 de julio.
Desde todo el país, a través de las redes sociales y medios internacionales y nacionales, con el paso de las horas aumentaban los reportes en busca de explicaciones al apagón.
La falta de agua y de Internet, los elevadores detenidos, los teléfonos descargados, las panaderías sin pan, los hospitales obligados a encender plantas eléctricas a diésel y a los trastornos en el transporte público al amanecer llegaron a escala nacional.
Como en aquella película de Bryan Singer, “los sospechosos de siempre” aparecieron de inmediato: el régimen de Nicolás Maduro culpó a la oposición y a sus líderes de este “sabotaje terrorista”.
“Aproximadamente a las 4:40 de la madrugada se produjo en Venezuela un sabotaje contra el Sistema Eléctrico que ha afectado a casi todo el territorio Nacional”, dijo el ministro de Comunicaciones, Freddy Ñañez, en una entrevista que circularía más tarde.
“De lo que estamos completamente seguros es de que el sabotaje que vimos hoy forma parte del plan golpista. María Corina Machado y Edmundo González han llamado a una intervención extranjera contra su patria. Hoy reiteran con estas acciones golpistas su deseo de destrucción”.
Esa declaración lució como un pretexto para escalar la ya brutal represión que retuerce al país.
“Son tan aburridamente predecibles. Culpan a MCM (Machado) y a la ‘ultraderecha fascista’ del apagón general del país. Qué velocidad para conseguir las causas de una falla eléctrica de esa magnitud, y qué lentitud para mostrar las actas que prueban su derrota”, replica en la red X el novelista venezolano Leonardo Padrón, reconocido por sus exitosas series en Netflix.
Algunas personas comentaban que el uso político del apagón luce como una distracción, pues se espera que la policía política Sebin, o la Contrainteligencia Militar, capturen a González, considerado presidente electo por varios gobiernos, incluyendo el de Argentina.
Hoy se difundieron los traslados masivos de prisioneros políticos a cárceles de máxima seguridad.
Estudiantes y trabajadores detenidos
La mayoría son humildes estudiantes y trabajadores capturados en la semana post electoral en manifestaciones. El gobierno de Maduro los acusa de “terroristas”, “fascistas”, “traidores a la patria” e incitadores al odio. Según las Organizaciones No Gubernamentales de Derechos Humanos son condenados en tribunales de manera expresa, sin acceso a la justicia ni a una defensa privada. Las penas van de 10 a 30 años de cárcel.
Usualmente el gobierno atribuye los apagones a ataques de líderes opositores, de mercenarios extranjeros, de iguanas o marsupiales enredados en las líneas, a jaqueo, o ataques con radiofrecuencia contra torres eléctricas.
Pero las explicaciones pueden ser menos estrambóticas: se deben a años de desinversión, corrupción, mala gerencia, falta de mantenimiento, equipos viejos, y a que miles de trabajadores mal pagados de la estatal Corpoelec se fueron del país. Informes recientes como el del gremio Asoquim destacan que el deterioro de los servicios públicos es uno de los principales obstáculos para el desarrollo del país.
Dese 2019 los apagones constantes e imprevistos se han incrementado y para 2023 afectaron a 85 por ciento de las empresas del sector.
La crisis energética de Venezuela es estructural y además de luz falta gasolina, diésel y gas natural.
Uno de los informes más demoledores sobre las razones reales de estos apagones lo elaboró la Asamblea Nacional (Congreso) electa en 2015 en uno de los triunfos más resonantes e impactantes de la posición. Fue por todo ello liquidada con todos los medios posible por el régimen de Maduro incluyendo el arresto de los legisladores ignorando sus fueros.
En 2017 una comisión mixta concluyó que la corrupción, los sobreprecios y el incumplimiento con los planes de desarrollo explican la situación de precariedad que envuelve a todo el sistema..
Los diputados encontraron que por ejemplo entre 2005 y 2016 en 42 proyectos de generación y transmisión de electricidad –37 sin licitación- se gastaron 39.400 millones de dólares. Pero en el Plan Nacional de Desarrollo Eléctrico indicaba que esa inversión no debería superar los 14.000 millones de dólares, por lo tanto desaparecieron 25.000 millones.
La mayor parte de esas obras no fueron terminadas o no entraron en operaciones nunca.
“El principal rasgo de la crisis eléctrica venezolana es que se ha dejado deteriorar gran parte de la capacidad de generación de electricidad y de transporte de energía del sistema eléctrico para atender la demanda eléctrica de la población”, agrega.
La crisis eléctrica ocurre mientras en estos años Venezuela tiene una menor demanda porque se ha ido la cuarta parte de la población. Además, la economía ha perdido tres cuartas partes de su tamaño en una década y es una de las tres más pobres de América.
La industria petrolera, alta consumidora de electricidad, produce un tercio del petróleo que sacaba hace una década y grandes empresas del hierro y aluminio en Guyana (sureste) fueron cerradas o llevadas al mínimo porque consumían casi tanta electricidad como el resto del país.
Analistas coinciden en que Venezuela no tiene recursos propios para invertir y enfrentar esta crisis energética. Pero necesita capitales del Banco Mundial, BID y de empresa privadas, fondos que difícilmente llegarán sin un gobierno reconocido internacionalmente, señalan.