El martes 10 de septiembre de 2024 pasará a la historia de las políticas europeas contra la evasión fiscal de las grandes multinacionales tecnológicas, la mayoría estadounidenses. Y contra las argucias de algunos gobiernos europeos para chupar ingresos fiscales a sus socios en el bloque.
Dos decisiones judiciales anunciadas con pocos minutos de diferencia por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea reforzaron la estrategia de la comisaria de Competencia europea, la danesa Margrethe Vestager, de usar las normas de defensa de la Competencia para ir acabando con los entramados fiscales que permiten a grandes multinacionales ahorrarse miles de millones de euros en impuestos y poner una piedra más en el edificio europeo que impide que las tecnológicas estadounidenses impidan que sus rivales compitan en igualdad de condiciones, al menos en el mercado europeo.
La primera decisión es histórica, y por una vez el adjetivo tiene sentido. La saga Apple, porque se arrastra desde 2020, tenía que caer del lado de la Comisión Europea y no de la multinacional para que toda esa política contra la evasión fiscal no se diluyera. En los despachos del gabinete de Vestager saltaron este martes eufóricos. Los jueces del más alto tribunal europeo les dieron la razón.
El entramado montado por las autoridades irlandesas para la compañía de la manzana era sencillo. Apple Francia o Apple España (y así todos los países europeos, árabes, africanos y hasta India) compraba oficialmente a Apple Irlanda los productos que vendían. A un precio altísimo que les impedía generar beneficios, que acumulaba Apple Irlanda.
Pero en Irlanda tampoco pagaba porque había negociado con las autoridades fiscales del país un acuerdo que le permitía pagar un impuesto sobre beneficios que en algunos años no llegaba al 0,1%. En 2014 pagó sólo el 0,005%. Mientras la Hacienda irlandesa obtenía unos ingresos adicionales por unos beneficios que no se habían generado en su país, decenas de países perdían ingresos fiscales.
En 2016, la Comisión Europea quiso acabar con el asunto, y después de un expediente que abrió en 2013. Entonces ordenó a Apple pagar a Irlanda 13.000 millones de euros en impuestos atrasados, porque les consideró una ayuda de Estado ilegal. Las autoridades europeas no tienen competencias sobre impuestos, pero sí sobre control de ayudas de Estado, y por ahí entró Vestager. Esos 13.000 millones correspondían a los ejercicios fiscales de 2003 a 2014.
Irlanda recurrió una decisión que le aportaba 13.000 millones de euros, porque sabía que, si esa estructura caía, decenas de multinacionales que aprovechaban acuerdos similares podrían abandonar el país. En 2020 el Tribunal General de la UE, el de primera instancia, dio la razón a la Hacienda irlandesa.
La saga judicial
Fue un duro golpe para el Ejecutivo europeo, que recurrió a la instancia superior. En noviembre de 2023, el abogado general del tribunal, una figura que funciona como una especie de fiscal, emitió un dictamen que alegaba que esa primera decisión judicial era incorrecta, que tenía errores jurídicos y que el tribunal debía volver a juzgar sobre el fondo del asunto. Así lo hicieron los jueces y hoy cayó la decisión definitiva, que ya no puede recurrirse. Apple deberá devolver 13.000 millones de euros a Irlanda.
Dublín tiembla porque sabe que los acuerdos que hacen del país un paraíso fiscal para multinacionales, como también hacen otros como Países Bajos, Chipre, Malta, Luxemburgo o Bélgica, pueden irse poco a poco al garete.
La sanción a Google
La segunda decisión anunciada este martes por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea obliga a Google a pagar 2.400 millones de euros por haber abusado de su posición de dominio en el mercado de las búsquedas en internet para favorecer su propio servicio de comparación de productos, su Google Shopping.
La multa fue impuesta en 2017 y el proceso se alargó por recursos varios hasta ahora. Es la segunda multa más alta por un asunto anticompetencia jamás impuesta en la Unión Europea.
Los contenciosos entre Google y las autoridades europeas suman ya más de 8.000 millones de euros. Bruselas sigue sin torcer el brazo en su lucha contra las prácticas monopólicas o de evasión fiscal de las grandes plataformas tecnológicas estadounidenses, aunque a veces, como hoy, genere bronca con Washington.
Vestager se va. El ogro de las grandes tecnológicas estadounidenses, dejará el cargo en principio el 1 de diciembre cuando tomen posición los nuevos miembros de la Comisión Europea. Suenan varios nombres para el puesto, entre ellos el de la actual vicepresidenta española y ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera. De confirmarse, las tecnológicas seguirán con el agua al cuello.