“Necesitamos que el gobierno de España dé un paso más allá. Y que en razón de los vínculos históricos que hay con Venezuela, sea el gobierno que abandere la solicitud de reconocimiento de Edmundo González Urrutia como presidente electo”, pide el ex alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, exiliado en España desde 2017.
Ledezma, que había ganado las elecciones de 2008 y 2013 -cuando aún gobernaba Hugo Chávez, quien murió ese mismo año-, estaba al frente de la Alcaldía Metropolitana de Caracas, un distrito que reunía a cinco municipios, particularidad que lo convertía en la institución municipal más poderosa de Venezuela: abarcaba casi 800 kilómetros cuadrados y más de tres millones de habitantes.
En 2015 Ledezma, que pertenecía al partido opositor Alianza Bravo Pueblo, fue acusado de conspirar contra el chavismo. Estuvo detenido en la cárcel militar de Ramo Verde, en las afueras de Caracas, y luego con prisión domiciliaria.
En noviembre de 2017 huyó de Venezuela, cruzó la frontera con Colombia y voló a Madrid, donde solicitó asilo político y el gobierno del por entonces presidente Mariano Rajoy se lo concedió.
La llegada del candidato opositor Edmundo González Urrutia a España le hizo revivir su propio exilio.
“No hay dolor más intenso que el dolor de patria ausente”, confiesa Ledezma a Clarín.
“Edmundo está en medio ahorita de esa nostalgia”, cuenta.
-¿No le deja un sabor amargo que González Urrutia, el candidato de la carismática María Corina Machado, haya tenido que pedir asilo político a pesar de que, según la oposición, ganó las elecciones del 28 de julio con el 70 por ciento de los votos?
-Esto es parte de la andanada persecutoria del régimen. El régimen tiene un arsenal de mecanismos para tratar de reducir a quienes nos declaramos en resistencia a sus políticas y arbitrariedades. Un régimen que ha cometido detenciones arbitrarias convirtiéndolas en un patrón de conducta. De las detenciones arbitrarias pasa a las tortura y de las torturas a los asesinatos, que han sido calificados de lesa humanidad. Yo viví esa parte de esta historia pero yo estoy vivo.
-¿El exilio de González Urrutia es similar al suyo?
-El caso de Edmundo es diferente al mío. Yo me tuve que fugar. Llevaba más de mil días privado de mi libertad. No tenía la responsabilidad que tiene Edmundo. Fue rescatado por un gobierno extranjero, el gobierno de España, porque sin duda estaba amenazada su integridad física. Para nosotros es importante que Edmundo siga vivo. No necesitamos un mártir para llevarle flores a su tumba sino que necesitamos al presidente electo en condiciones para asumir la presidencia el próximo 10 de enero.
-Sin embargo parecería que el exilio de las voces disidentes es una constante a ojos de los venezolanos: alguien que tiene la posibilidad de torcer el rumbo del país pero que el único modo que tiene de no sucumbir al régimen de Nicolás Maduro es alejarse de Venezuela…
-Edmundo no se va a alejar de Venezuela. Se va a convertir en un vocero de la lucha de los venezolanos ahora en el destierro y como presidente electo para dar a conocer ahora con mayor fuerza todo el martirio del pueblo venezolano. Ahora tenemos dos escenarios: uno, donde va a estar moviéndose Edmundo, que es la Venezuela del destierro. Y otro, allá adentro, que es donde está el pueblo viviendo innumerables penurias, donde María Corina Machado va a seguir ejerciendo el liderazgo, honrando su compromiso de luchar hasta el final.
-Hay unos nueve millones de venezolanos fuera del país y sólo España acogió a unos 120 mil en los últimos seis años. Las cifras hablan, hasta ahora, de que los venezolanos en el exilio aumentan y que nada cambia en Venezuela. ¿Qué posibilidades de generar un cambio ve usted en esta Venezuela del destierro?
-Que nos ayuden, como lo está haciendo el presidente (Javier) Milei en Argentina, como lo está haciendo el presidente (Gabriel) Boric, en Chile. Aunque son líderes con antagonismo ideológico, coinciden a la hora de defender los derechos humanos y apostar por la recuperación de la libertad en Venezuela. El pasado 28 de julio empezó a cambiar la situación en Venezuela por el triunfo contundente obtenido a contracorriente del ventajismo de Maduro. Y nosotros lo que queremos se es que el gobierno de España y los gobiernos libres nos ayuden a hacer efectivo ese certificado de victoria que nos entregó la soberanía popular con la votación masiva de más de siete millones de venezolanos que votaron por la propuesta de María Corina y de Edmundo González Urrutia.
-A nivel doméstico, la política española confronta entre la posición del gobierno de Pedro Sánchez, que celebra la salida de González Urrutia de Venezuela, y la recriminación de los partidos de la oposición que piden reconocerlo como presidente electo, algo que el gobierno de España no hace. ¿Cuál debería ser la posición de España?
-Necesitamos que el gobierno de España de un paso más allá. Por supuesto agradecemos que España no haya validado la argumentación fraudulenta de Maduro, pero creemos que así como está acogiendo y rescatando al presidente electo de Venezuela, esa misma protección se la tiene que dar la Unión Europea y la mejor manera de darle una coraza protectora es invistiéndolo como presidente reconocido. De ahí que yo pido una tregua a los partidos políticos que viven en medio de esta crispación para que, más allá de sus contradicciones y sus diferencias, los una la causa por la libertad de Venezuela
-Europa se escuda en que es una respuesta en bloque de los 27 países que integran la Unión Europa y que no se manifestarán hasta que Nicolás Maduro exhiba las actas electorales. En voz baja, sin embargo, algunos admiten que sí reconocieron a (el líder opositor) Juan Guaidó en su momento y que aquello fracasó…
-Son dos cosas distintas. Guaidó fue presidente interino como consecuencia de que Nicolás Maduro no tenía legitimidad de origen y por lo tanto se produjo, a la hora de asumir el cargo, un vacío de poder. Y conforme al artículo 233 de la Constitución Nacional, él fue ungido presidente interino por el foro parlamentario, o sea por un grupo de diputados. En el caso de Edmundo, a diferencia de Maduro, Edmundo tiene la legitimidad de origen que le dieron más de 7.300.000 venezolanos que sufragaron a su favor. De ahí que son dos escenarios absolutamente distintos.
-¿Por qué cree que España y Europa no reconocen aún la legitimidad de González Urrutia?
-Está el pretexto de cuidar el puente de comunicación con el régimen de Venezuela. Que el régimen de Maduro no haga con la embajada de España lo que hizo con la embajada de Argentina (Maduro echó a los diplomáticos argentinos, intento aunque no pudo quitarle a Brasil la custodia de la sede donde se refugian opositores al chavismo y la estuvo asediando el fin de semana pasado), con la embajada de Chile, de Panamá. Este es un régimen que ha reducido la política diplomática a un circo de carritos chocadores. Vive peleándose y confrontando con todo el mundo. Creo que ha llegado la hora de plantarse frente a una dictadura que está cometiendo un terrorismo de Estado y la mejor manera es haciéndole ver a Maduro que no puede seguir con ese circo de querer venderse como el presidente proclamado cuando no tiene los votos, no tiene el respaldo.
-¿Hasta dónde negociaron España y Venezuela la salida de González Urrutia? La vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez dice que hubo numerosas tratativas mientras que el canciller español, José Manuel Albares, subraya que sólo se pactaron las circunstancias logísticas para el traslado del opositor a España.
-El 26 de julio Maduro secuestró dos aviones de bandera panameña para presionar o chantajear al ex presidente Vicente Fox, de México, a la ex presidenta de Panamá, Mireya Moscoso, al ex presidente Jorge Quiroga, de Bolivia, y al ex presidente Miguel Angel Rodríguez, de Costa Roca. Habían sido invitados en calidad de observadores para el proceso electoral y ya habían abordado el avión. Maduro secuestró las dos naves comerciales de bandera panameña y dijo que si no se bajaban de ese avión, no los devolvería. Por lo tanto, para que pudiera aterrizar un avión de la Fuerza Aérea de España tuvo que haber una mediación. También para que pudiera proteger al presidente electo en el vehículo con placa diplomática que lo trasladó de la embajada de España hasta el aeropuerto de Caracas. Ahí hubo una mediación. No estoy diciendo que esto signifique que hubo alguna concesión del gobierno de España. No estoy diciendo eso. Porque creo que el gobierno de España mantiene firme su posición de no validar la proclamación de Maduro y exigirle que presente las actas. Pero como sabemos que Maduro no va a presentar las actas, pedimos al gobierno de España que dé un paso más y que en razón de los vínculos históricos que hay con Venezuela, sea el gobierno que abandere la solicitud de reconocimiento de Edmundo.
-¿Qué opina del silencio del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero sobre el resultado de los comicios del 28 de julio? Él sí pudo participar como observador internacional en la elección.
-Llama poderosamente la atención que el presidente Zapatero no haya dicho nada. ¿Por qué llama la atención? Fue uno de los pocos que tuvo el privilegio de poder ingresar a Venezuela junto con el ex presidente Leonel Fernández, de República Dominicana, y el ex presidente (Ernesto) Samper, de Colombia. Todos los que fueron observadores se atrevieron a pedir que Maduro presente las actas. El presidente Zapatero no ha dicho nada, absolutamente. No estoy haciendo un juicio peyorativo en su contra. Simplemente me limito a decir que es ex presidente de un país tan importante para Venezuela como España y que en su condición de observador, él debería tener ya una opinión conocida por todos.
-¿Cuánto tuvo que ver en su mediación para sacar a González Urrutia de Venezuela?
-No tengo constancia. El único con capacidad de aclarar las especulaciones es el presidente Zapatero.