Al iniciarse este miércoles la segunda fase del Sínodo Mundial de Obispos (la primera tuvo lugar en octubre de 2023) que concluirá el 27 de este mes, el Papa, pidió a los participantes que no impongan agendas para evitar que no se convierta el debate en un “diálogo de sordos” en la misa de inicio de la reunión.
De la sesión final, en el debate acerca de cómo cambiar algunos aspectos de la Iglesia, participarán 368 miembros entre ellos 53 mujeres y unos sesenta cardenales.
En esta fase final los debates abordarán una mayor presencia de las mujeres y laicos, más la elección de los obispos. Pero han sido dejados de lados los temas más polémicos, como el celibato, el diaconado femenino, el acceso de las mujeres al sacerdocio y las diferentes orientaciones sexuales”.
En el documento final de la primera fase, realizada en octubre del año pasado, se decidió que los tema más divisivos y controvertidos, como el diaconado femenino, el acceso de las mujeres al sacerdocio o cómo tratar loa problemas de personas de “diferentes orientaciones sexuales (no se usa mas el termino LGTBIQ), planteados por ejemplo por la conferencia episcopal alemana, sean aplazados para “un mayor estudio” que estarán contenidos en una “exhortación final” del Papa antes de junio de 2025.
Las expectativas sobre los temas más candentes, se han desinflado con estas decisiones queridas en primer lugar por el propio Papa, que prefiere promover el papel de la mujer en la Iglesia sin hacer cambios que originarían traumáticas divisiones. El año pasado las mujeres votaron por primera vez en una asamblea sinodal de la Iglesia.
En su exhortación de este miércoles, el Papa dijo que ”quien, con arrogancia, presume tener el derecho exclusivo sobre la voz del Señor, no es capaz de escucharlo. Por el contrario, su palabra ha de ser acogida con gratitud y sencillez, para convertirse en eco de lo que Dios ha donado en bendición de los hermanos”.
Dirigiéndose a los 368 miembros que participaran durante los trabajos que tendrán lugar hasta el 27 de este mes, señaló: “Cuidémonos de no convertir nuestras aportaciones en puntos que defender o agendas que imponer, sino que ofrezcámoslas como dones para compartir, dispuestos incluso a sacrificar lo que es particular si ello puede servir para hacer surgir, juntos, algo nuevo según el plan de Dios”.
El pontífice argentino agregó que “de lo contrario, acabaremos encerrándonos en dialogo entre sordos, donde cada uno trata de llevar agua para su molino sin escuchar a los demás, y sobre todo sin escuchar la voz del Señor”.
“Todos aquí se sentirán libres de expresarse, tanto más espontánea y libremente cuanto más perciban a su alrededor la presencia de amigos que los quieren y los respetan, los aprecian y desean escuchar lo que tengan que decir”.
Perdón y vergüenza
El comienzo del Sínodo tuvo un momento previo el martes con una ceremonia en la Basílica de San Pedro, en la que el Papa pidió “perdón” a los que han sido “heridos” por todos los “pecados de la Iglesia y expresó “vergüenza” por ellos.
Además, siete cardenales se disculparon por las diversas faltas cometidas por el clero, incluídos los abusos sexuales.
“Pedimos perdón por todos nuestros pecados. Pedimos perdón sintiendo vergüenza a aquellos que han sido heridos por nuestros pecados”, dijo el papa en una inédita “vigilia penitencial” previa al Sínodo, que abogará alguno de los temas más importantes para la Iglesia.
Entre los pecados principales, el Papa enumeró “la falta de coraje para luchar contra la paz”, la conversión del mundo “de un oasis a un desierto” y los pecados contra los pueblos indígenas, los migrantes y las mujeres”.
Francisco dijo que no se ser puede ser creíble si no se reconocen los errores. La curación comienza “reconociendo el pecado que hemos cometido”.
Entre de las tres víctimas de estos pecados, el barítono sudafricano Laurence Gien, que sufrió cuando era peño abusos sexuales cuando tenía 11 añós,explicó ante el Papa sus sufrimientos.