El republicano JD Vance y el demócrata Tim Walz, los candidatos a vicepresidente de Donald Trump y Kamala Harris, debatieron en la noche del martes en el prime time televisivo, en un encuentro en la cadena CBS que estuvo lejos de las asperezas que los postulantes a presidentes de sus partidos protagonizaron el 10 de septiembre.
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Lo mejor del debate caliente entre Donald Trump y Kamala Harris.
El senador por Ohio, Vance (40), y el gobernador de Minnesota, Walz (60), se desafiaron en un cara a cara cordial, casi amistoso, donde el candidato republicano asomó más convincente y sólido durante todo el encuentro, aunque el demócrata, que tuvo algunos tropiezos, también superó la difícil prueba.
Un sondeo rápido de CNN entre votantes registrados que miraron el debate marcó un encuentro parejo, con una leve ventaja para el republicano. Para un 51% de los espectadores Vance fue el ganador, mientras que un 49% se inclinó por Walz.
Un debate civilizado, enfocado en las políticas
Fue un debate como los de antaño, previos a la era Trump, donde los candidatos se saludaban y exponían sus políticas sin agredirse, para que los estadounidenses compararan personalidades y posiciones. Era evidente que Walz y Vance buscaron ser dos personas agradables para lograr una imagen confiable para el electorado independiente e indeciso. Y en ese sentido lograron su cometido.
Se dieron la mano al inicio y durante el encuentro no hubo agresiones personales ni acusaciones feroces. Walz se centró más bien en atacar a Trump y Vance a Harris. Si bien tenían el micrófono abierto, cada uno respetó su tiempo y apenas se interrumpieron. En varios momentos Walz coincidió con Vance (por ejemplo, en el drama de los tiroteos en las escuelas) y se lo hizo saber, aunque disentían sobre la solución.
«No sabía que su hijo de 17 años presenció un tiroteo», dijo Vance, dirigiéndose a su oponente durante un tramo sobre delitos con armas de fuego. «Lo siento. Cristo, ten piedad», agregó. «Le agradezco», respondió Walz. Más tarde, le dijo a Vance: «He disfrutado de este debate».
Al final, volvieron a darse la mano y luego subieron las respectivas esposas en el estrado para finalmente quedarse los cuatro conversando por un momento. Muy lejos del duelo Trump-Harris, cuando el magnate terminó de hablar e inmediatamente se retiró sin siquiera mirar a la candidata.
Vance, el moderado
Con el fin de atraer al electorado indeciso, el candidato republicano se vio asombrosamente moderado, lejos de sus comentarios más radicales y explosivos y así descolocó a Walz.
Educado en universidades de elite como Yale y orador entrenado, Vance evitó temas explosivos como que en Springfield, Ohio, los inmigrantes haitianos «se comen a las mascotas» (una falsedad que él mismo inició) y comentarios misóginos como que Harris representaba a las “mujeres con gatos, sin hijos” y se lo vio más humano y con una imagen de padre de familia (repitió tres veces que tenía “tres hermosos hijos”). Así, logró alejarse de la imagen de “raro” que le endilga Walz.
Sus respuestas sobre temas de política fueron detalladas, y habló repetidamente sobre los niños y las familias de una manera que fue diseñada para atraer a las votantes femeninas que están impulsando la ventaja de Harris en las encuestas.
Los temas en los que se lo vio más sólido fueron los esperados: inmigración, economía e inflación. Sorteó con cintura la pregunta sobre si el cambio climático es un engaño y sorprendió al decir que no apoyaba una prohibición nacional del aborto, cuando previamente sí lo había dicho. Tuvo éxito en algo en lo que Trump falló en su debate: logró ligar a Harris con Biden en cada tema.
Walz, de menor a mayor
No había demasiadas expectativas sobre Walz, que no es un hábil orador en general, y tiene un discurso más llano y menos sofisticado que Vance. Pero, si bien no tuvo un desempeño brillante, en el balance estuvo a la altura de las circunstancias.
Al principio se lo vio nervioso. En un momento dijo erróneamente que se había hecho «amigo de los tiradores escolares», cuando aparentemente se refería a sus padres. Quizás el peor instante de su noche llegó cuando le preguntaron por su afirmación de que estaba en China en el momento de la masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989. Evitó responder concretamente y cuando la moderadora le repreguntó dijo que podía ser un «cabeza hueca» y que «se expresó mal» porque en realidad viajó a Hong Kong meses después. «Me dejaré atrapar por la retórica», dijo.
Como Vance estuvo inusualmente moderado, Walz no pudo utilizar demasiado el discurso preparado de ataque sobre el ultraconservador «Proyecto 2025».
Sin embargo, con el correr de los minutos y los temas, Walz se fue estabilizando y sumó confianza. Sus respuestas sobre salud y el acceso a la atención reproductiva fueron sus mejores momentos a lo largo del debate.
Pero su desempeño alcanzó su pico al final, cuando hablaron sobre respetar el resultado de las elecciones y el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Walz le preguntó si creía que Trump realmente había perdido las elecciones de 2020. Vance evitó la pregunta hablando de los esfuerzos de la administración Biden para tomar medidas enérgicas contra la desinformación sobre el covid. «Esa es una no-respuesta condenatoria», sentenció Walz.
Cuánto influye este debate en la campaña
Los debates de los candidatos a vice no suelen tener gran impacto en la contienda electoral porque la gente se centra más en las cabezas de las fórmulas. Pero en una carrera tan ajustada como la actual –un promedio de encuestas de RealClearPolitics le asigna apenas dos puntos de ventaja a Harris— un traspié podría haber significado un problema. Dado el resultado, el debate quizás ayude a atrapar a algún indeciso. Pero difícil que sirva para cambiar la opinión de muchos votantes.