El Periférico que rodea París podría describirse como una suerte de la avenida general Paz, aunque con otras implicancias. Son 35 kilómetros que rodean la ciudad y sociológicamente dividen a unos y a otros. A los parisinos de los suburbios de los que viven en la ciudad que muchos jamás conocieron, aunque su casa esté a 10 minutos. Una especie de Muro de Berlín imaginario y social, que la alcaldesa Anne Hidalgo quiere tomar como trofeo de guerra de su pasión ecologista, después de los Juegos Olímpicos en Paris.
En una medida que irrita tanto a los ciudadanos como a la policía, Madame Hidalgo, ha decidido que la velocidad no puede superar los 50 kilómetros por hora en el “Perí”, cuando actualmente está autorizada a los 70 kilómetros por hora. Un millón y medio de personas utilizan el Periférico para llegar a su trabajo cada día.
Así y todo se producen magníficos embotellamientos de tránsito, cuando es el camino obligado para llegar al aeropuerto de Charles de Gaulle, por ejemplo. Es otro capítulo del París sin autos, en que está empecinada la controvertida alcaldesa, a quien le gusta adoptar medidas inconsultas con sus ciudadanos.
No hay una carretera en el mundo que despierte la pasión y la controversia social como el Periférico, que abraza a la capital de Francia.
Construida en 1973 sobre una muralla defensiva del siglo XIX, que se suponía debía proteger a la capital de los invasores, la circunvalación pronto se convirtió en un símbolo de división y desigualdad.
De un lado están los residentes adinerados de la ciudad, que viven en pisos caros, ocupan los puestos más altos en sus trabajos y envían a sus hijos a las mejores escuelas. El metro cuadrado de un departamento en París cuesta entre 9.000 y 13.000 euros promedio, aun en la actual crisis inmobiliaria.
Del otro lado están los habitantes de los suburbios. Muchos son pobres, menos educados y, a menudo, atrapados en grandes complejos de viviendas sociales, que parecen palomares. Se convirtieron en guetos para los inmigrantes, que llegaron de África en los primeros años de la era poscolonial, a trabajar en las líneas de producción de la industria francesa.
Allí quedaron. Son unos palomares que, después de la explosión social en los suburbios del 2005, los repintaron, sin solucionar el drama social, la marginación de los que allí viven o encontrar un modelo de integración para hacerlos parte.
Muchos deben venir en sus automóviles a trabajar a París. Los transportes públicos no son fluidos en los suburbios o se terminan temprano por la noche por razones de seguridad.
A 50 kilómetros por hora
Con el Periférico a 50 kilómetros por hora, los embotellamientos se multiplicarán. Estos emprendedores, plomeros, carpinteros, vidrieros, ayudantes de hospital, enfermeros, obreros, que viven en los suburbios, llegarán tarde a sus obligaciones.
El Periférico siempre ha sido un tramo incendiario de asfalto, como descubrió esta semana Anne Hidalgo, la alcaldesa socialista de París, cuando anunció sus planes para reducir el límite de velocidad. Dijo que eso reduciría la contaminación acústica, así como los accidentes y las emisiones de gases de efecto invernadero.
La respuesta fue brutal. Las políticas de Anne Hidalgo son impopulares entre muchos habitantes de los suburbios, que no pueden votar en las elecciones a la alcaldía, y también en París.
Valerie Pecresse, presidenta de la Ille de France, se niega acepar la medida y considerara al Periférico parte te de su territorio. No habrá limite a 50 kilómetros por hora.
El prefecto de la policía de Paris, Laurent Nuñez se opone fervientemente. Advierte que los radares permanecerán con el limite de velocidad a 70 km por hora. Aseguró que los accidentes de circulación se redujeron en un 15 por ciento en un año, con la velocidad a 70 kilómetros por hora.
Diferentes trabajos científicos fueron exhumados para demostrar que los argumentos de Hidalgo son ideológicos y sobre todo, falsos. Un estudio de CEREMA, un establecimiento público, sostiene que la velocidad óptima para contaminar menos debe ser de 70 kilómetros por hora. A los 30 Km, y a los 50 kilómetros se contamina más, tanto en las ciudades como en las rutas nacionales.
Los vehículos que entran por la derecha tienen prioridad sobre los que ya se encuentran en ella (sólo por el carril derecho), contrariamente a las normas de prioridad habitualmente vigentes en las autopistas, pero de conformidad con las vigentes en las carreteras parisinas.
David Belliard, el número dos del consejo dirigido por los socialistas, dijo que «obviamente sería una mejora importante en la calidad de vida» para las 500.000 personas que viven al lado.
Los partidarios del Consejo señalan que París, que también ha reducido el límite de velocidad en la mayoría de las calles residenciales y comerciales a 30 km/h, está en buena compañía, ya que otras ciudades como Londres siguen políticas similares.
Pero no todos están convencidos, especialmente en los suburbios. «Es ridículo, como todo lo que hace Anne Hidalgo», dijo Kamel, un repartidor. «Esa mujer es una catástrofe. ¿Por qué hay que conducir a 50 km/h de noche cuando se está solo en la carretera? No tiene ningún sentido”.
Para Kamel y muchos habitantes de los suburbios, Hidalgo es una parisina típica, que vive en el lujo, tiene chofer para llegar a la alcaldía, sirena si es necesario, con su custodia. No es consciente de los problemas que afrontan los conductores como él , que tienen que venir desde los suburbios todos los días.
“Ella sólo va a todas partes en bicicleta”, afirma. “Y cada vez que hace algo, acaba en un caos. La odio. De hecho, todo el mundo la odia”, asegura Kamel.
Es cierto que muchos detestan a Hidalgo, que pretende que los franceses se desplacen en bicicleta o en transporte público, que no está adaptado ni para los ancianos ni para las personas con discapacidades o movilidad reducida. Solo hay 17 ascensores en los metros de París. Movilizarse en automóvil es un interminable penar.
Los taxistas, que no soportan los enormes embotellamientos de tránsito, ya la han calificado: la llaman “la generala española”, por sus orígenes sevillanos y autoritarios. Otros son menos piadosos: «La Stalinista”. Sueñan con que le hagan “juicio político” “porque ha destrozado a París hasta lo irremediable”. No se la puede atravesar por ”cortes de trabajos”, donde no hay un solo obrero trabajando. Pero su objetivo es frenar los automóviles y aprovechará el espíritu de los Juegos Olímpicos para avanzar en su aventura.
Qué dicen en los suburbios
“Escandaloso”. Así describió un conductor de autobús el nuevo límite en el Periférico, “Terrible”, dijo una mujer de 18 años, que se preparaba para hacer el examen de conducir y poder venir a trabajar en auto a la capital.
La mayoría de los detractores del alcalde viven en los suburbios, donde dependen de los coches. Se enfurecen contra las políticas de Hidalgo. Pero poco pueden hacer al respecto, ya que no votan en las elecciones a la alcaldía de la ciudad.
El límite de velocidad original de 90 km/h se redujo primero a 80 km/h en 1993 y luego, nuevamente a 70 km/h en 2014.
En la propia capital, donde solo alrededor de un tercio de los hogares posee un automóvil, la popularidad de Hidalgo es mayor, especialmente después de los Juegos Olímpicos de París, que en Francia se consideran un triunfo.
Ella está convencida de que si se mantiene firme, los residentes de París se lo agradecerán cuando lleguen las próximas elecciones en 2026. No todos están de acuerdo. Ella ganó la elección anterior en pleno Covid, cuando muy poca gente se desplazó a votar.
La policía, en contra
Pero puede que no sea tan sencillo. Aunque Hidalgo decide el límite de velocidad en la carretera de circunvalación, los funcionarios del gobierno controlan los radares. Laurent Nuñez, el prefecto de la policía de París, que dice estar en contra del límite de 50 km/h, ha indicado que podría mantener el aviso de 70 km/h en sus cámaras, anulando así la reducción de Hidalgo.
Se dice que Nuñez quiere evitar la ira de los habitantes de los suburbios, que recuerdan con nostalgia los días en que podían correr en modelos históricos, como el Renault 5, el Peugeot 504 y el Citroën DS. El límite de velocidad fijado oficialmente en 90 km/h, pero que en la práctica era ampliamente ignorado.
Su diversión se vio truncada en 1993, cuando el límite se redujo a 80 km/h y nuevamente en 2014, cuando se redujo a 70 km/h. “Ahora Hidalgo quiere 50 km/h”, dijo Kamel. “Pero nadie lo aceptará”.
Cuando Hidalgo se retire como alcaldesa de París en el 2026, la deuda que dejará será de 10 mil millones de euros en la ciudad.
Cruzada contra los autos
En su cruzada contra los autos, por decisión de la alcaldesa 500.000 automóviles diésel deberán ser prohibidos en su circulación desde el próximo 1 de febrero del 2025 en París. Si se suma a Lyon y a la Costa Azul alcanzarán a 8 millones de automóviles, en manos de la clase media y trabajadora.
En plena crisis económica en Francia, los modelos Crit’Air 3, identificados como automóviles diésel de más de 14 años y de gasolina de más de 19 años, no podrán circular en la ciudad, bajo pena de pagar 180 euros de enmienda. Representan el 21% del parque automovilístico francés. Su restricción tiene como objetivo reducir las emisiones nocivas en las zonas urbanas y proteger la salud de los ciudadanos.
Esas personas deberán reemplazar sus automóviles por un modelo más nuevo y serán controlados por nuevos radares, que el gobierno homologará en el 2026.