La vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris y el ex presidente Donald Trump van a ir derecho a los estados indecisos que esperan inclinar a su favor este año, tratando de ensanchar sus estrechos caminos hacia la victoria en una campaña presidencial muy reñida de cara a las elecciones del 5 de noviembre.
Harris tiene la vista puesta en Carolina del Norte, donde prevé celebrar actos de campaña en Charlotte y Greensboro el jueves, los primeros después de alentar a sus seguidores con su impresionante desempeño en el debate del martes.
Trump se dirige al oeste, a Tucson (Arizona), en un intento de estabilizar su campaña, que sigue teniendo dificultades para recalibrarse casi dos meses después de que Harris reemplazara al presidente Joe Biden al frente de la candidatura demócrata. Aunque el equipo de la vicepresidenta ha dicho que ella está dispuesta a tener otro debate, el candidato republicano se ha mostrado indeciso.
“¿Vamos a tener una revancha?”, dijo Trump el miércoles. “Simplemente no lo sé”.
Los candidatos están de gira un día después de que conmemoraran el aniversario de los ataques del 11 de septiembre de 2001, ocasión sombría que dio poco respiro de la política partidista en una temporada de campañas de alta velocidad.
En una estación de bomberos de Shanksville (Pensilvania), cerca del lugar donde se estrelló el vuelo 93 de United Airlines después de que los pasajeros lucharan con los secuestradores, Trump posó para sacarse fotos con niños que llevaban camisetas de la campaña. Una de ellas proclamaba que la ex presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, Biden y Harris eran “tontos y retontos”.
Biden y Harris visitaron la misma estación de bomberos a primera hora del día. Alguien allí ofreció al mandatario una gorra de béisbol roja, blanca y azul que decía “Trump 2024”, y le sugirió que se la pusiera para demostrar su compromiso con la unidad bipartidista. El jefe de la Casa Blanca se la puso brevemente y mostró una amplia sonrisa.
Estados clave
Sólo un puñado de estados disputados decidirá el resultado de las elecciones.
Los demócratas no ganan los votos electorales de Carolina del Norte desde 2008, cuando el presidente Barack Obama fue elegido por primera vez. Sin embargo, el margen de victoria de Trump en 2020, de 1,3 puntos porcentuales, fue su victoria más ajustada en cualquier estado ese año, y los demócratas esperan que la creciente y diversificada población de Carolina del Norte les dé la ventaja esta vez.
El equipo de campaña de Harris dijo que el viaje del jueves será el noveno que harán al estado este año, y las encuestas recientes muestran una contienda ajustada. Se han abierto más de dos docenas de oficinas de campaña combinadas -que apoyan a Harris y al resto de los candidatos del partido-, y el popular gobernador demócrata Roy Cooper es uno de sus principales suplentes.
Los republicanos confían en las posibilidades de Trump en el estado, y el ex presidente celebró actos de campaña allí en agosto.
Los independientes registrados -conocidos en Carolina del Norte como no afiliados- son el mayor bloque de votantes del estado y suelen ser clave para determinar los resultados en las elecciones estaduales. Una sentencia de la Corte Suprema del estado, que esta semana confirmó que Robert F. Kennedy Jr. debe ser eliminado de las boletas de Carolina del Norte, podría atraer más votos a favor de Trump, dado el apoyo de Kennedy.
El Partido Republicano del estado ha desestimado la preocupación de que una mala actuación de su candidato a gobernador, el vicegobernador Mark Robinson, pueda perjudicar las posibilidades electorales de otros candidatos del partido, incluido Trump.
El candidato demócrata Josh Stein y sus aliados han castigado a Robinson durante meses en televisión y las redes sociales por las duras declaraciones que emitió en el pasado sobre el aborto y los derechos LGBTQ +. Stein, fiscal general del estado, aventajaba a Robinson en varias encuestas recientes entre los votantes de Carolina del Norte.
Arizona es otro estado en el que la carrera presidencial podría verse condicionada, al menos en parte, por los resultados de las elecciones. Kari Lake, una conocida negacionista electoral republicana que perdió la elección a gobernadora en 2020, se postula para la banca del Senado de los Estados Unidos que deja vacante Kyrsten Sinema.
Lake ejemplifica el giro a la derecha del partido en Arizona en la era Trump. A ella se enfrenta el representante demócrata Ruben Gallego, que iba a la cabeza en varias encuestas recientes, aunque la competencia estaba reñida en otra.
Los republicanos han ganado ese estado en casi todas las elecciones presidenciales desde la Segunda Guerra Mundial, pero Biden logró una ajustada victoria en 2020.
El ascenso de los demócratas de Arizona se ha visto impulsado por la llegada de migrantes de estados azules y un realineamiento político por el que los votantes suburbanos – en particular las mujeres con educación universitaria – se alejaron de los republicanos.
El gobernador de Minnesota, Tim Walz, compañero de fórmula de Harris, celebró un acto de campaña en el estado el martes antes del debate, y los dos miembros de la boleta demócrata hicieron campaña juntos allí el mes pasado.
Los republicanos siguen superando en número a los demócratas en Arizona, pero un tercio de los votantes son independientes. El senador de Ohio JD Vance, compañero de fórmula de Trump, apareció la semana pasada en una zona densamente republicana del área metropolitana de Phoenix con Charlie Kirk, fundador de un influyente grupo juvenil conservador.
La última vez que Trump estuvo en Arizona fue hace dos semanas para dar una conferencia de prensa junto a la frontera entre Estados Unidos y México, donde dirigió uno de sus ataques más eficaces contra Harris por el número de personas que cruzan la frontera en busca de asilo, seguido de un acto en un antiguo estadio de hockey de la zona de Phoenix.
Fuente: The Associated Press
Traducción: Elisa Carnelli