El ‘boom’ de los nuevos medicamentos contra la obesidad es incontestable, brutal, insólito. Y es curioso porque, aunque acabo de usar tres adjetivos superlativos y exagerados, lo más probable es que me haya quedado corto. Ozempic y el resto de agonistas de GLP-1 no tienen precedentes reales y eso está quebrando las reglas del juego.
El mejor ejemplo es que, desde el año pasado y aprovechando una pequeña cláusula legal, hay cientos de farmacias de EEUU fabricando y comercializando este tipo de medicamentos sin pagarle ni un dólar a los dueños de la patente.
El «año Ozempic». 2023 fue el momento en el que todos estos fármacos se convirtieron en un fenómeno de masas. Su boom fue tan grande e imprevisto que, pese a que las farmacéuticas llevan años trabajando en este tipo de medicamentos, la demanda superó la oferta.
Esa «falta de disponibilidad» generó un enorme cuello de botella. Y una oportunidad de negocio.
¿Qué es realmente una farmacia? Tradicionalmente, todas las farmacias fabricaban ellas mismas los medicamentos que dispensaban. Con el crecimiento de la industria farmacéutica durante el siglo XX (y el aumento de la complejidad productiva de los medicamentos), esto cambió radicalmente. Hasta el punto de que, en muchos casos, las farmacias se han convertido en comercios minoristas sin capacidad para confeccionar nada.
Eso no quiere decir que no puedan hacerlo. En muchos países del mundo la legislación permite a las farmacias fabricar versiones de medicamentos patentados en ciertas circunstancias. Una de ellas es la escasez y otra de ellas es la personalización. Es lo que en España se conoce normalmente como «fórmulas magistral».
¿Pero es legal? Lo cierto es que sí. Por ejemplo, el artículo 61.1 de la Ley española de Patentes señala que «los derechos conferidos por la patente no se extienden a la preparación de medicamentos realizada en las farmacias extemporáneamente y por unidad en ejecución de una receta médica ni a los actos relativos a los medicamentos así preparados». En EEUU, ocurre algo parecido.
Y ha generado «gigantesco experimento» sanitario. Porque cuando laboratorios y grandes cadenas se encontraron con la posibilidad de servir «fórmulas magistrales» con un margen (y una disponibildiad) mucho mayor, no dudaron en sacarle provecho. Pese a que la cláusula legal no estaba pensada para ello.
Es decir, se está usando un mecanismo regulatorio que permite resolver los problemas de la estandarización de las presentaciones farmacológicas como una vía para la producción masiva y la comercialización de medicamentos patentados.
Y, como señala en Axios Angela Fitch, expresidenta de la Asociación de Medicina de la Obesidad, «nunca hemos hecho esto antes en el ámbito sanitario, ¿verdad? Para mí, esto es como un gigantesco experimento científico».
Las fórmulas magistrales en tiempos de la medicina de precisión. Y solo por parte de Novo Nordisk (la fabricante de Ozempic). El resto de farmacéuticas «propietarias» están también ello y todo parece indicar que viene una batalla legal que puede cambiar la forma en la que funciona el mundo farmacéutico.
Al fin y al cabo, las grandes corporaciones están pugnando porque se restrinja la legislación que afecta a las fórmulas magistrales: algo que, «aunque satisfaga una necesidad médica importante para ciertos pacientes», se ha mostrado como ‘vacío legal’ lo suficientemente flexible como para permitir la creación de una industria al margen del circuito normal.
No dejaría de ser paradójico que, justo ahora que la medicina va dirigida a una mayor personalización, perdiéramos el mecanismo más personalizable de la farmacia tradicional.
Un equilibrio que se ha roto. El problema es que esas restricciones tendrían implicaciones en la salud de mucha gente que necesita las fórmulas magistrales (o incluso de nuestra capacidad para responder a una falta de disponibilidad de medicamentos importantes). Por eso este «delicado equilibrio» se mantenía y lleva años funcionando. Pero una vez roto; nadie tiene muy claro qué va a venir después.
Imagen | Pokey Aardvark