El plátano, tal y como lo conocemos, está en peligro de extinción. Productores, comercializadores e investigadores llevan tiempo tratando de dar con una solución para evitar que semejante manjar se nos pierda por el camino. Hace un año contamos que dos científicos belgas en mitad de una selva pueden tener buenas noticias. Ahora, desde un laboratorio en Países Bajos, parece que han ido más allá.
La noticia. Un equipo de investigadores liderado por Gert Kema, de la Wageningen University, ha desarrollado lo que han denominado como Yelloway One, una nueva variedad de plátano resistente a la fusariosis tropical (TR4) y la sigatoka negra, las dos grandes lacras que amenazan a la fruta, enfermedades las dos que han devastado la industria bananera, en particular la variedad Cavendish, que domina el mercado mundial y es el “plátano común”.
La intrahistoria. Lo hemos contado en más de una ocasión. El problema de la banana viene de lejos, para ser más exactos, hacia mitad del siglo XX, cuando la variedad de plátano más consumida en el mundo era la Gros Michel. Por aquel entonces todo iba de fábula: un enorme mercado internacional en torno a la banana y un futuro aún más próspero para agricultores, comerciantes y consumidores.
Pero todo se fue al garete por culpa de un hongo. De repente, la enfermedad de Panamá empezó a devastar las plantaciones de Gros Michel y, en menos de diez años, aquella lacra arrasó con la variedad hasta el punto de que hoy es prácticamente imposible encontrarla. De hecho, solo hubo una buena notica: el Cavendish, un plátano que tenía muchas virtudes, pero, sobre todo, que era extremadamente resistente a la enfermedad. Para que nos hagamos una idea, en la actualidad es más del 95% del plátano que se consume en el planeta.
La criptonita del Cavendish. Sin embargo, y aunque esta variedad parecía disfrutar de inmunidad ante las plagas, al final no ha resultado así. En los últimos años han surgido enfermedades que sí le afectan. Por ejemplo, la sigatoka negra, una plaga que «ennegrece las hojas, imposibilita la fotosíntesis y reduce a más de la mitad el rendimiento de las plantaciones»; una, además, muy difícil de combatir.
Y por encima de todas, un mal ya conocido: la vuelta de la enfermedad de Panamá. Más concretamente, la de una variedad del hongo maldito (la Tropical Race 4) que sí afecta al Cavendish. La TR4 ya ha arrasado las plantaciones del sureste asiático y parece que es cuestión de tiempo que cruce el Atlántico. De ahí las prisas por encontrar una solución en forma de otras variedades.
Yelloway One. En esas están dos investigadores en la selva de Australia, donde se cree que dos variedades silvestres (y algo diferentes al plátano de nuestros días) podrían ser la respuesta. Y luego está la apuesta de laboratorio, encabezada por el último anuncio. Yelloway One se creó mediante técnicas convencionales de reproducción cruzada combinadas con análisis genético moderno, lo que aceleró el proceso. Estas nuevas bananas, actualmente en fase de pruebas en invernaderos en los Países Bajos, serán cultivadas en zonas afectadas como Filipinas e Indonesia para evaluar su desempeño en ambientes naturales.
Tal y como cuentan, utilizaron información sobre la resistencia a enfermedades, el color, el rendimiento y otras características de los plátanos como una especie de “sistema Lego”. «Podemos identificar los bloques que se requieren para recrear o mejorar un tipo particular de plátano», explican. También están utilizando análisis genéticos para buscar parientes de Cavendish que puedan cruzar con Yelloway One.
Sostenibilidad agrícola. Yelloway One es también el primer logro de la iniciativa Yelloway, cuyo objetivo es crear un flujo constante de variedades de bananas y plátanos resistentes y genéticamente diversos. Esto no solo protege contra enfermedades, sino que, en teoría, también aumenta la sostenibilidad de los cultivos, permitiendo a los agricultores afrontar mejor los cambios climáticos y las amenazas emergentes.
El proyecto es particularmente significativo para pequeños agricultores en África, Asia y Sudamérica, ya que se espera que lleguen más variedades resistentes en los próximos años, reduciendo la vulnerabilidad del sector bananero a enfermedades y amenazas ambientales.
Un proyecto que es una colaboración entre Chiquita, KeyGene, MusaRadix y la Universidad de Wageningen, bajo el compromiso de compartir la tecnología con otros productores bananeros en todo el mundo, garantizando que todos los actores del sector puedan beneficiarse de estas innovaciones. Ojalá sea cierto, porque la introducción de Yelloway One promete, no solo salvar plantaciones, sino transformar la industria bananera global hacia una mayor resiliencia y diversidad.
Imagen | Dominio Público, Wilfredor
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