La victoria de Trump el pasado 6 noviembre en las elecciones estadounidenses ha disparado las conjeturas: ¿estamos ante un periodo en el que se van a replicar el tipo de medidas y decisiones legislativas que caracterizaron la primera etapa del millonario en la Casa Blanca o se va a acentuar el carácter extremista de muchas de esas decisiones? Y en el ámbito que nos implica… ¿cómo va eso a afectar a industrias tan permeables a nuevas orientaciones políticas como la del cine? De momento, algunas grandes compañías ya se están pronunciando.
Disrupción generacional. El primero en hacerlo ha sido David Zaslav, CEO de Warner Bros. Discovery, una compañía que, debido a la larga etapa de control de daños y estrecheces económicas que está viviendo, es sin duda una de las compañías a la que más pueden afectarle posibles decisiones gubernamentales. En declaraciones que recoge The Hollywood Reporter, Zaslav afirma que nos espera una etapa de «disrupción generacional», es decir, que habrá un antes y un después de este mandato de Trump.
Cambio, sea el que sea. Según Zaslav, esta disrupción podría cuajar en «un cambio de ritmo y una oportunidad para la consolidación» o «proporcionar a la industria un impacto positivo y acelerado». Sin entrar en cuestiones concretas, de lo que sí parece que estamos hablando es de cambios rápidos y radicales. El sentimiento ha sido compartido en el mismo medio por otros directivos, como Perry Sook, director ejecutivo de Nexstar -el mayor propietario de cadenas de televisión de EEUU- o Chris Ripley, de Sinclair -otro conglomerado de telecomunicaciones-. Este último dijo que «se está disipando una nube sobre el sector, y creemos que se producirá una modernización muy necesaria de la normativa».
Más libertad para los negocios. La idea que parece flotar en el ambiente es que se van a acabar las leyes antitrust que defendió Biden durante su mandato y va a llegar cierta liberalización de posibles tratos y absorciones entre corporaciones. Los gigantes que nacieron con la fusión de la propia Warner y Discovery, con la compra de Fox, Marvel, Pixar y Lucasfilm por parte de Disney, o con la compra de Youtube por parte de Google pueden volver a producirse, después de unos años paralizadas. La oficina antitrust del Departamento de Justicia está dirigida por Lina Khan y Jonathan Kanter, que el año fiscal que concluyó en 2022 impidieron una cincuentena de fusiones. Según los observadores, sus puestos están en peligro, como lo están las regulaciones que estaban aplicando.
Se viene el caos. Este panorama lo definen otros posibles actores del panorama como «caótico», según el director ejecutivo de Sony también para Hollywood Reporter, Tony Vinciquerra. Concretamente, advierte de unos cuantos años de «fusiones, quiebra, ventas y todo tipo de cosas divertidas». Vinciquerra afirma que sólo las empresas más grandes sobrevivirán cuando se produzcan errores de cálculo en estas fusiones. Otra opinión autorizada: Alan Klein, de Simpson Thacher & Bartlett (implicados en la asesoría de compras como la de Elon Musk a Twitter y la de Microsoft a Activision), define la nueva situación con Trump de «tormenta perfecta», debido a factores como la bajada de los tipos de interés.
Y la censura. No es la única incertidumbre que se cierte sobre Hollywood, porque también hay que contemplar el lado creativo, a menudo alineado con los rivales políticos de Trump. Hay creativos que han expresado a medios como The Wrap su temor a que se dispare la censura, las persecuciones e incluso la autocensura, dado el posicionamiento de Trump en diversas cuestiones sociales. Un documentalista ganador de un Emmy que prefirió permanecer anónimo declaró al medio que «se van a ver muchos documentales sobre problemas sociales transformándose en true crimes, películas de acción o biopics de famosos. Nuestras conversaciones sobre temas que afectan a la vida de las personas se volverán menos serias, más tóxicas y divisivas. Es posible que las historias que deben contarse no se cuenten».
Cabecera | Gage Skidmore en Flickr