En su segundo vuelo, Starship alcanzó el espacio por primera vez antes de explotar. La enorme explosión generó ondas de choque supersónicas que abrieron un agujero nunca visto en la ionosfera, la parte de la atmósfera donde el aire convive con iones y electrones libres por efecto de la radiación solar.
Dos explosiones a gran altura. El 18 de noviembre de 2023, Starship despegó con éxito y logró separarse de su propulsor a 90 km de altitud. El propulsor estalló poco después. La nave siguió ascendiendo hasta los 150 km de altura, donde explotó también mientras purgaba oxígeno líquido.
La destrucción del megacohete provocó uno de los agujeros más grandes jamás detectados en la ionosfera, la capa ionizada de la atmósfera superior. El agujero alcanzó una extensión de miles de kilómetros y persistió durante casi una hora, publican investigadores rusos en Geophysical Research Letters.
Una enorme perturbación en la ionosfera. Liderados por el físico atmosférico Yury Yasyukevich, del Instituto de Física Solar-Terrestre de Irkutsk, los investigadores analizaron los datos públicos de más de 2.500 estaciones GNSS terrestres en busca de cambios en la ionosfera.
Los electrones libres afectan a la propagación de ondas de radio que emiten los satélites de navegación, así que estos receptores detectan agujeros en la ionosfera. Y así fue: los científicos encontraron una enorme perturbación en forma de V que se propagó hacia el norte tras el vuelo de Starship. Fue una sorpresa porque estas perturbaciones se suelen desplazar hacia el sur, guiadas por el campo magnético.
Ondas de choque supersónicas. Midiendo el ángulo de cono de la perturbación, los científicos hallaron una coincidencia con la velocidad supersónica a la que viajaba Starship, por lo que las ondas de choque acústicas que generó la nave fueron la causa probable de la perturbación.
Starship explotó cuando estaba a punto de iniciar una trayectoria suborbital a una a más de 21.000 km/h. Fueron las ondas de choque de la explosión, sumadas a la del propulsor, las que provocaron una inaudita reducción en el contenido de electrones de la ionosfera.
Un agujero sin precedentes. La perturbación en la ionosfera comenzó a observarse 8 minutos después del despegue de Starship y se propagó hasta unos 2.000 km al norte de la ubicación de las explosiones.
En ningún otro lanzamiento se había observado una perturbación en la ionosfera de esta amplitud y oscilación; no en vano, Starship es el cohete más grande del mundo. Pero lo verdaderamente insólito es que el agujero no estuviera relacionado con la reacción química del combustible, sino con las fuertes ondas de choque generadas por la explosión.
Terreno inexplorado. Esta es la primera vez que se detecta un agujero ionosférico de origen no químico causado por un lanzamiento espacial, dice el estudio. El agujero no fue tan grande como el causado por la erupción de un volcán de Tonga a principios de 2022, o el meteorito que cayó cerca de Cheliábinsk, en Rusia, en 2013, pero esos son eventos de origen natural y no un evento antropogénico, como este.
La investigación aporta una nueva perspectiva de cómo el monumental tamaño de Starship puede afectar a la atmósfera superior de maneras inesperadas. En el tercer vuelo, la nave explotó a 65 km de altitud durante su reentrada sobre el océano Índico. En el cuarto logró amerizar con éxito, aunque un poco chamuscada.
Imagen | SpaceX
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