España tiene una larga tradición cafetera. Pasa un poco como con el chocolate belga: no es un país productor de cacao, pero han sabido seleccionar tanto la calidad de los granos como la forma de trabajarlo. La tradicional forma de trabajar el café en España —el torrefacto— no es del agrado de muchos, por lo que han ido surgiendo tostadores que seleccionan mejores granos y realizan procesos de tostado que, por fin, permiten tener un café de calidad en la taza.
Sin embargo, España no produce café en grandes cantidades. Al menos de momento, ya que hay agricultores esforzándose por cambiar la situación y convertir España en la capital europea del café. Y lo más interesante es que una comarca catalana puede aportar mucho a este movimiento.
Café español, poco a poco. Desde hace unos años, el municipio de Agaete, en Gran Canaria, produce un café de especialidad que es muy valorado por sus consumidores. No es una producción en masa, pero es evidente que la climatología de la isla juega a favor de este tipo de cultivo que necesita unas condiciones muy concretas. En la España peninsular también estamos viendo intentos de agricultores que están experimentando con variedades de café.
Ejemplos hay tanto en Málaga como en Almuñécar, con pruebas para conseguir grandes plantaciones de café de la variedad arábica. Las condiciones de Agaete son óptimas para este cultivo y las de Andalucía son prometedoras, pero lo curioso es que hay quien está intentando cultivar café al norte. Mucho más al norte: en Cataluña.
Fuera de la zona tropical. Hay muchos factores que influyen, pero también una guía básica para el cultivo del café: el arábica se cultiva en alturas entre los 800 y 2.100 metros, mientras que el robusta crece a altitudes de entre 500 y 1.200 metros. La temperatura del primero se encuentra entre los 18 y 22 grados centígrados, mientras que para el segundo oscila entre los 22 y 26 grados. Así, en el «cinturón del café«, tenemos Asia (Vietnam e India, sobre todo), América del Sur y el centro de África como las zonas óptimas para el cultivo del café.
Canarias está al límite superior de ese cinturón y, con los cambios climáticos, la costa sur andaluza también se muestra como una nueva opción para el cultivo, pero… ¿Cataluña? Pues sí, es lo que está intentando una pareja (Eva y Joan) que tienen 5.000 cafetos en su finca en Sant Vicenç de Torelló, un pueblo de apenas 2.000 habitantes en Osona.
Prueba y error. Como leemos en Ara, la pareja empezó a estudiar el terreno, la lluvia y la climatología de su finca hace ocho años. Tras ese análisis, descubrieron algo insólito: extremadamente lejos de la zona óptima, resulta que su territorio reunía el 90% de las condiciones climáticas adecuadas para el cultivo del café. Esto es debido a que se encuentran en un valle, por lo que las montañas y los robles ejercen de pared natural, formando un microclima que favorece el crecimiento de los cafetos.
Se lanzaron al cultivo de café de sombra, pero es algo que han tardado en perfeccionar. Concretamente, tres germinaciones. Como explican en El Nacional, la primera cosecha se perdió por un lío burocrático con los cables de la luz para las máquinas de calor. Las plantas… murieron. La segunda vez los cafetos tuvieron problemas a la hora de germinar. Con la tercera germinación, Eva y Joan empezaron a ver frutos, los primeros granos, concretamente.
Adaptación genética. Con esa primera cosecha, la pareja ya ha realizado una cata con la que extraer conclusiones y la forma que encontraron para que la planta de clima tropical aguante a temperaturas que pueden llegar a los -5 grados en invierno y los 40 en verano es la adaptación genética. Importaron semillas desde un origen confidencial (como confesaron a Ara) y las analizaron para que pudieran crecer en la finca. A base de «estresar» la planta, se adaptó a la zona. En los meses de calor, puede estar al aire libre en un cultivo en sombra, pero los meses de frío y heladas se los pasa en un invernadero.
Apuntando alto. El objetivo de Joan y Eva es el de producir 7.000 kilos de café a partir de los siete años de las plantas. No es mucho, pero es un comienzo para un café que aún no se sabe qué gusto tendrá. Y, aunque el origen de las semillas es desconocido, en El Nacional apuntan que su intención es conseguir café de las variedades Geisha (la más cotizada actualmente) y Castillo.
Cambio climático, calienta que sales. De momento, en esta finca el trabajo se hace a cuatro manos, pero la intención es la de dar trabajo a unas doce personas en la plantación de café y que los profesionales del ámbito del café realicen las primeras visitas en 2025 para catar el producto. Solo el tiempo dirá cuáles son los frutos de este café cultivado a una latitud muy poco convencional, pero que puede no ser tan exótica de aquí a unos años.
Ya hemos visto el caso de Sicilia, donde hace un siglo se intentó tener una plantación de cafetos que, invierno tras invierno, morían por las bajas temperaturas y que, debido al cambio climático, ahora están floreciendo sin ayuda fuera de las zonas de cultivo controladas.
Imagen | Teogomez
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