Seguimos lejos de lograr una cura contra el Parkinson. Sin embargo cada vez contamos con una gama más amplia de tratamientos y fármacos que nos permiten paliar sus síntomas o al menos atrasar su avance.
«Marcapasos» cerebral. Ahora estamos más cerca de contar con una nueva herramienta. Se trata de un artilugio semejante a los marcapasos utilizados para el corazón. Solo que en este caso la tecnología implementada es la estimulación cerebral profunda (DBS).
El mecanismo ha sido recientemente puesto a prueba en un estudio de viabilidad con un número limitado de pacientes. Los resultados del experimento fueron positivo: el nuevo dispositivo mostraba una mejora con respecto a los DBS utilizados convencionalmente.
“Este estudio marca un gran paso hacia el desarrollo de un sistema DBS que adapte lo que el paciente individual necesite en cada momento,” explicaba en una nota de prensa Megan Frankowski, directora del programa encargado de financiar el estudio. “Al ayudar al control de los síntomas residuales sin exacerbar otros, la DBS adaptativa tiene potencial de mejorar “marcadamente” la calidad de vida para algunas personas que conviven con la enfermedad de Parkinson.”
aDBS. El sistema se basa en la tecnología de la estimulación cerebral profunda adaptativa o aDBS (adaptive deep brain stimulation), una mejora de la DBS “convencional” que poco a poco comienza a implementarse en el tratamiento del Parkinson.
Como con los dispositivos DBS empleados hasta ahora, el nuevo ingenio utiliza electrodos para acoplarse a distintas áreas del cerebro. La diferencia es que la estimulación generada por los aparatos convencionales es constante, mientras que el nuevo diseño utiliza estos mismos electrodos para captar señales cerebrales.
Con la información captada el dispositivo es capaz de ajustar en tiempo real la intensidad con la que actúa.
Cuatro participantes. En el estudio de viabilidad participaron cuatro personas usuarias de dispositivos DBS. El nuevo tratamiento fue utilizado en conjunción con el nuevo. Según señala el equipo responsable del experimento la mejora era tan marcada que los participantes eran capaces de saber qué dispositivo funcionaba en cada momento.
Regulando fármacos. Una de las ventajas que podrían ofrecer esta nueva tecnología tiene que ver con los fármacos empleados en el tratamiento del Parkinson. Fármacos como levodopa son utilizados para sustituir la dopamina, hormona que las personas con esta enfermedad no pueden producir de forma usual.
La presencia del fármaco fluctúa en el cerebro de los pacientes, desapareciendo conforme el cuerpo lo metaboliza. Según explican sus responsables, la nueva formulación de los dispositivos EBD podría “suavizar” estas fluctuaciones, estimulando el cerebro con menor intensidad cuando la presencia del fármaco sea suficiente como para facilitar la función cerebral y con mayor intensidad cuando el efecto farmacológico se desvanece.
Espacio para la mejora. El dispositivo ha mostrado resultados prometedores pero su recorrido por delante es aún largo. En primer lugar por la naturaleza de los ensayos clínicos a los que aún tendrá que someterse antes de llegar al público.
En segundo lugar, según explican los responsables del artefacto, aún hace falta trabajo para facilitar su uso. A día de hoy el dispositivo requiere trabajo especializado para su instalación y gestión. Si se quiere que el tratamiento final pueda llegar al gran público harán falta aún algunas mejoras en este sentido.
Imagen | NIH