Lorenzo Lucca marcó el gol de la victoria como visitante de Udinese ante Lecce por 1-0 en el comienzo de la fecha 26 de la Serie A, de Italia. Sin embargo, el futbolista quedó envuelto en medio de un grotesco cuando el árbitro Kevin Bonacina sancionó un penal al ser advertido, por el VAR, de una falta en el área.
El delantero tomó la pelota mientras el juez observaba la jugada en el monitor. Lejos de predominar la alegría cuando el referí otorgó el penal, se generó un conflicto entre el número 17 y la mayoría de sus compañeros. Lucca se aferró al balón y se paró en el lugar de la ejecución, rodeado por jugadores de su equipo. Estaba decidido a patear, y el resto, empecinado en evitar que eso sucediera.
El capitán, Florian Thauvin, designado para el lanzamiento, fue rechazado por Lucca cuando fue a buscar la pelota y se quedó al lado, mientras varios compañeros se unían a la causa. Jaka Bijol le recriminó la acción a los gritos y, ante la negativa que continuaba, tomó de un brazo a Lucca y procuró apartarlo. La tensión entre ellos subió.
Otro defensor, Hassane Kamara, los separó y también intentó convencer a Lorenzo de que acatara la orden del entrenador, que seguía los sucesos sorprendido delante del banco de suplentes, al igual que el DT del conjunto local. Kamara trató de patearle la pelota a Lucca cuando éste la puso en el punto del penal. Y se unió Alexis Sánchez a la charla hostil. Árbitro y rivales observaban algo perplejos. Los hinchas no entendían nada.
El balón volvió enseguida debajo del brazo de Lucca, que quedó rodeado por compañeros que procuraban convencerlo de ceder el remate, y el mediocampista Jesper Karlstrom se unió a los reclamos para que cesara en su actitud. Impasible, el centrodelantero continuaba con su idea de ejecutarlo. Otro de los defensores centrales, Oumar Solet, corrió hasta el lugar y apeló a más palabras para hacerlo claudicar. Entre silbidos, Lucca se lo sacó de encima con un empujón. Nadie podía con él.
El juez le mostró una tarjeta amarilla a Lorenzo por la demora, que finalmente quedó listo para tomar el penal, cuatro minutos después de la sanción. Cara a cara con el arquero, el jugador resolvió fuerte y arriba para marcar el gol y salió corriendo a celebrarlo… pero nadie se unió al festejo. En solitario fue a gritarlo y señaló a alguien detrás del arco en dedicatoria. Sus compañeros se quedaron lejos.
Tres minutos más tarde, el entrenador alemán Kosta Runjaic reemplazó a Lucca por Iker Bravo. El delantero salió y chocó las manos al momento de pasar por delante del DT rumbo al banco, acaso entendiendo que se trataba de una sanción por su actitud. Y allí, junto a los suplentes, terminó mirando el resto del juego.
El penal del conflicto que definió el partido
Para Udinese, finalmente, ese gol de controvertido prólogo terminó siendo el momento decisivo del partido, el que le permitió ganar y trepar al décimo lugar de la Serie A, más cerca de la zona de clasificación para disputar las copas europeas.