SEATTLE (Enviado especial).- De bermudas y remera, con un físico que debe tener un índice graso tan bajo como el de sus jugadores por su afición al ciclismo y el fitness, Luis Enrique contempló la relajada clasificación de Paris Saint Germain a los octavos de final del Mundial de Clubes como puntero de la Zona B. Después de haber chocado una y otra vez contra la cerrada defensa de Botafogo, el campeón de Europa, aun yendo al paso, encontró las concesiones suficientes en la defensa de Seattle Sounders para llevarse la victoria 2-0 que lo pone a la espera de rival que surja del grupo de Inter Miami, Palmeiras, Porto y Al Ahly.
Paris Saint Germain empezó este Mundial a todo trapo, con un 4-0 al Atlético de Madrid, que terminó pagando esa goleada con una dura eliminación, más allá de la victoria de este lunes sobre Botafogo. Corto y frustrante recorrido el del equipo de Diego Simeone.
Tras el debut arrollador, el conjunto de Luis Enrique se tentó con vivir de rentas. Se llevó un correctivo frente a Botafogo y ajustó las clavijas lo justo y necesario para establecer las esperables diferencias con un rival de la MLS, que con tres derrotas ni siquiera pudo hacer valer su condición de local. Sus hinchas -50.228 espectadores en el Lumen Field- no se lo reprocharon. Un poco porque se sentían integrantes del grupo de la muerte, y otro tanto porque aquí el soccer no vive las derrotas con dramatismo o cólera.
PSG hizo alarde de posesión en el primer tiempo (78%), pero fue más insustancial que profunda. Se puso en ventaja con un gol de carambola, en una remate de Vitinha que se iba desviado y tomó dirección al arco tras pegar en la espalda de Kvaratskhelia. La dosis de fortuna que siempre sobrevuela en el fútbol acompañó al más fuerte, al campeón de Europa, para pesar de un Seattle Sounders que en los primeros 45 minutos se defendía empotrado en su área con el sonido de fondo de los tambores que golpeaba su hinchada.
Adormilado por el tibio sol del mediodía de esta ciudad, PSG impuso un ritmo lento, masticó en exceso el juego, se abocó demasiado al pase de seguridad, sin variar mucho la intensidad. Exigencia la justa, sin forzar demasiado. Las aceleraciones corrieron más por cuenta de Seattle, que arrancó siendo directo hacia el arco de Donnarumma. Todo con la intención de contrarrestar la diferencia de calidad individual con respecto a su rival.
Vitinha hizo su ya clásico saque de comienzo de partido con un remate afuera, al lateral, para ganar metros y desplegar la presión en campo contrario. Pero el diminuto y clarividente centrocampista estuvo algo perezoso para agarrar el timón y dictar el juego, como lo hace habitualmente. PSG sigue sin contar en este Mundial con Dembelé, que se recupera de una lesión. El equipo acusa su baja, extraña la creatividad y el uno contra uno de quien era un extremo y Luis Enrique reconvirtió en un centro-delantero que se integra al juego coral colectivo.
Las subidas de Hakimi y Nuno Mendes ofrecían alternativas, pero en PSG no se destacaba nadie en especial, tenía tendencia a caer en el embudo central que le tendía Seattle. La modorra también alcanzó a Donnarumma, que con la pelota en los pies se demoró, permitió que lo presionaran y no lo pagó más caro porque Ferreira se apresuró con un remate alto.
El trabajo que tenía el arquero Frei no era el de un salvador, le llegaban remates controlables. Solo debió estar atento y estirarse más en un remate desde la frontal del área grande de Doué, tras una asistencia de taco del juvenil Mayulu, en la acción mejor coordinada de PSG.
El 1-0 se debió más a la proximidad del desarrollo al área local que a una punzante ofensiva de PSG. Con la cancha inclinada hacia el arco de Frei, alguna pelota iba a entrar, aunque fuera de casualidad, como ocurrió con el gol del georgiano que llegó del Napoli.
La segunda etapa tuvo el mismo tono de trámite resuelto, con las únicas incógnitas de si PSG se iba a espabilar un poco más y la cuerda que le quedaba al voluntarismo local. A Seattle se le empezaron a aflojar las costuras defensivas, dejó espacios, la concentración ya no fue la misma. Doué tuvo el 2-0 con un remate que bloqueó un defensor con el cuerpo. João Neves desperdició una buena asistencia de Hakimi.
Rodrigo Néspolo
Para ampliar la ventaja, PSG experimentó la vía contraria a la del control absoluto de la pelota en campo local. De la impericia de Seattle para terminar un ataque en el área francesa nació el contraataque con el pase largo y cruzado de Doué al ingresado Barcola, que no necesitó ser un rayo; le alcanzó con una aceleración y la pausa para asistir la entrada libre de Hakimi, con tiempo para ajustar la definición con un derechazo. El lateral marroquí es un puñal ofensivo: suma 22 contribuciones (10 goles y 12 asistencias) en la temporada.
Asunto resuelto con 25 minutos por delante, tiempo para que Seattle evitara la goleada con un despeje sobre la línea y se ilusionara con ofrecerle a sus hinchas un gol con un par de remates de media distancia que se fueron desviados. No pudo ser. Luis Enrique se fue a los vestuarios más bronceado de lo que llegó. A la hora del almuerzo que se disputó el partido, PSG dio un bocado que no tuvo el gusto de su fútbol gourmet.