La frase en la luneta trasera del Chevrolet define al personaje: “Los cobardes no hacen historia…”. En el auto que espera su turno para pasar por la revisión técnica y rodeado de público está Agustín Canapino, el piloto que el miércoles regresó de Estados Unidos tras desvincularse del Juncos Hollinger Racing (JHR), equipo con el que desanduvo el último año y medio en IndyCar. El arrecifeño probó el viernes en La Plata y desde el sábado es parte del Canning Motorsport para las seis carreras que restan del calendario de Turismo Carretera, la categoría que este fin de semana desarrolla en el autódromo Oscar y Juan Gálvez, de Buenos Aires, la décima fecha del año, que definirá a los doce nombres que pulsearán por la Copa de Oro.
El segundo puesto en la prueba de clasificación, a apenas 70 milésimas del poleman Facundo Chapur (Dodge), sugiere un rendimiento superlativo para quien participó en TC por última vez el 20 de agosto del año pasado, en el mismo escenario. “Soy el último campeón y me gustaría ser el último ganador con el modelo viejo de Chevrolet. Por características aerodinámicas, creo que la Chevy es beneficiosa para el circuito Nº 12. En el resto, el Camaro puede sacar ventaja, pero podré analizarlo recién desde la carrera de San Luis, donde voy a debutar con el auto que ahora está manejando mi ídolo Guillermo Ortelli”, relata Canapino frente a un pequeño grupo de periodistas, en un rincón de la oficina en la que los pilotos e ingenieros del equipo analizan datos y observan rendimientos.
En esa habitación que comparte con Ortelli, Santiago Álvarez –último ganador en TC–, Santiago Mangoni, Valentín Aguirre y Diego Ciantini, el Titán transitó la mayor parte de la jornada. Una pequeña falla en los entrenamientos, relacionada con el abastecimiento de combustible, lo intranquilizaba. Un par de charlas con su hermano Matías, piloto de TC Pista, y un repaso a los datos no le quitaron la oportunidad de acercarse a los hinchas, sus hinchas, esos que muestran que el TC lidera en concurrencia, con entradas que oscilan entre 20.000 y 80.000 pesos.
“El problema no era manejar un TC; el problema era manejar en IndyCar”, suelta quien asegura que por lo que resta del año, y quizás también por el 2025, pasó la página del automovilismo estadounidense. “No me bajo de una oportunidad futura en IndyCar o en otra categoría. No es lo que busco en estos días, pero ¿cómo no voy a querer regresar a la categoría más difícil del mundo, cuando estaba clasificándome entre los mejores diez de la grilla? El crecimiento que tuve como piloto fue gigantesco: cuando llegué, quería terminar una carrera, aunque fuera a tres vueltas del puntero; ahora me enfocaba en ser top ten. Eso es un montón y es la parte que me apena de no continuar, después del sacrificio y de lo que tuve que trabajar para rendir”, explica sobre ese sueño que tuvo un abrupto final con la decisión mutua, con JHR, de romper el vínculo.
Para Canapino no hay secretos oscuros en la ruptura. “No lo esperaba, como me pasó en Road America, cuando me bajaron del auto antes del entrenamiento. Pero la vida es así. Esto sigue; hay que levantarse y continuar. Lo que pasó fue hermoso, más que lo imaginado, y tengo sólo palabras de agradecimiento a Brad [Hollinger], que me envió un muy lindo mensaje de despedida; a Ricardo [Juncos]; a la categoría…”, comenta. ¿Habría seguido el argentino en el equipo si Juncos hubiera sido dueño absoluto de la estructura? “Hay preguntárselo a él. Hay un acuerdo de total confidencialidad, pero no hay ninguna novela ni problemas. Ya miramos adelante y aunque piensen que hay que cosas que contar, no las hay”, minimiza el tetracampeón de TC.
Sí quiere detenerse en una versión. “Lo que tengo que aclarar es que en el tema económico malinterpretaron cosas: la situación de Héctor Martínez Sosa [broker de seguros envuelto en un escándalo de contratos durante el gobierno de Alberto Fernández] es mi sponsor desde 2009 y no tenía relación con el equipo Juncos Hollinger Racing: pagaba mi sueldo. Fue mi sponsor durante muchos años y actualmente me ayudaba con temas contractuales desde la muerte de mi papá [Alberto, prestigioso preparador de coches fallecido en febrero de 2021]. Su situación personal nada tiene que ver con lo que me pasó en el equipo ni me involucra. No se relaciona en absoluto”, enfatiza Canapino, que no lleva la publicidad de quien lo acompañó por 15 años.
“Claro que habría querido mejores resultados, pero clasificarse décimo y llegar en esa posición en The Thermal, California, son marcas difíciles de lograr con apenas un año y medio en IndyCar. Lo que me duele es que estábamos como para más en muchas carreras y ese resultado no se dio en las últimas fechas. Era contradictorio, porque yo estaba cada vez más rápido, pero las cosas no se reflejaban en resultados finales. Son rachas, que tuve también en TC y TC2000, y no permiten concretar lo que se insinúa”, sostiene el piloto que no dudó de retomar en seguida el contacto con el automovilismo argentino en lugar de recluirse hasta 2025.
“Esto es una continuidad de trabajo. Yo vivo de ser piloto de autos y que se me haya terminado la posibilidad de trabajar en Estados Unidos antes que lo esperado fue un golpe duro. Si no estoy arriba de un auto de carrera no soy feliz”, señala el Titán, que recibió ayuda del bicampeón de IndyCar español Álex Palou para realizar la mudanza. El europeo tiene a DHL como patrocinador e hizo de nexo para que Canapino, que buscaba una casa para comprar en Estados Unidos, ahora trasladara sus pertenencias al país. “¿Dónde voy a vivir? No sé. Todavía no pisé ni Arrecifes”, expone.
Otra vez rodeado del afecto del público, sintiéndose un piloto de elite y no apenas uno cualquiera en una lista que integran apellidos rutilantes que dominan IndyCar, Canapino muestra que es un referente del automovilismo nacional. “En la Argentina estoy muy bien y el nivel de las categorías es muy bueno, y por ese motivo no me desespera el futuro. Sí quiero dejar abierta la puerta para escuchar ofertas, pero esto es muy reciente y es difícil que un regreso a Estados Unidos suceda en lo inmediato. Hoy no hay nada concreto: hay muy pocas butacas y muchos candidatos, y si es por lo económico, las chances se me reducen. No debería tener esperanzas, pero así sucedió hace un año y medio”, manifiesta quien soltó el desafío de IndyCar y se enfoca en el TC, que lo abraza, lo cobija. Aquél en el que los hinchas de Chevrolet, “La Nº 15″, armaron una fiesta con bombos y banderas en la tribuna oficial para regalarle un incondicional apoyo: “Que de la mano de Canapino, todos la vuelta vamos a dar”…
Volvió el Titán.