MÓNACO.– Tras dos sesiones de entrenamientos no clasificatorios en Mónaco hoy, Franco Colapinto quedó 20º al terminar 1,11 segundos por detrás de su compañero Pierre Gasly, 17º, y a 2,060 del más rápido este viernes en el circuito urbano del Principado: Charles Leclerc, piloto de Ferrari.
Durante la jornada, desarrollada con buen tiempo y 37º de temperatura en la pista, los equipos prepararon sus coches para el “momento de la verdad” de este sábado, la prueba de clasificación, que comenzará a las 11, hora argentina.
Las imágenes de la TV internacional, que seguían a Franco en los últimos momentos de la FP2, señalaban claramente una actitud prudente del piloto argentino. En su memoria y en los apuntes de los dirigentes del equipo Alpine figura claramente el accidente en la Q1 de Imola.
En la FP1 había marcado 1m13,820s, quedando 19º, a 1,1 segundos de Gasly, que ocupó la octava posición en esa sesión. En el segundo entrenamiento, tanto en las zonas críticas como en las dos chicanas de la piscina, a pocos metros del mar, no permitió que su Alpine A525 se acercara a menos de 10-15 cm de las vallas de contención. Se notaba en las curvas que el coche no iba apoyado y exigido, como se había visto en sus vueltas en Ímola.
Además, en el apuntado al vértice de las curvas dejó cierto margen, y en el deslizamiento hacia afuera de las curvas también. Solo tuvo un ligero desliz en la FP2 después de poner neumáticos blandos. Probando hasta dónde podía apurar el frenaje en la entrada a la lenta chicana a la salida del túnel, se pasó unos metros y tuvo que abortar esa vuelta.
Hubo varios choques e incursiones por seguir de largo allí donde había zonas de escape. Isack Hadjar, la ascendente estrella de Racing Bull y el mejor novato junto al italiano Kimi Antonelli, de Mercedes, rompió una llanta y torció una suspensión. Oscar Piastri (McLaren), líder del campeonato, dejó su alerón contra un muro. Max Verstappen, que no estaba del todo cómodo (en este trazado lento las buenas características aerodinámicas del RB21 no lucen), también siguió de largo en la curva anterior a la del Grand Hotel. Lance Stroll encerró en la FP1 a Charles Leclerc y este destrozó el alerón delantero, mientras que el canadiense tuvo que cambiar la transmisión.
Entre la FP1, en la que Colapinto dio 30 vueltas, y la FP2, Flavio Briatore salió del hospitality de Alpine —hermético al menos aquí, en Mónaco— y atravesó el puente mecánico que da acceso al estrecho pit lane. Lo acompañaba su hijo Nathan, de 15 años, con una estatura de 1,83 metros, inusitada para su edad. Se nota que el “abuelo” Flavio (tiene 75 años) viene entrenándolo para que cumpla algún rol en el mundo de las carreras.
Se encontró con la periodista Melissa Jiménez, de la TV española, a quien conoce muy bien por su relación sentimental con Fernando Alonso. Se saludaron efusivamente y ese momento de distensión fue aprovechado por cronistas de la TV alemana para preguntarle, una vez más, qué había pasado con Doohan.
Flavio, el patrón de Alpine que respalda claramente al pilarense, dejó muy claro cuál es la máxima que define su estilo de gestión: “Comenzamos el campeonato con Jack Doohan, que tuvo cinco carreras para demostrar su valor. Después de cinco grandes premios, miramos los resultados y no me gustaron. Lo que hicimos no fue un escándalo. En una empresa te quedás solo si hacés un buen trabajo. Si hacés un mal trabajo, te despiden”.
Continuó Briatore: “Tenemos dos pilotos que deben hacer su trabajo. Más de 1000 personas y sus familias dependen de ellos. Solo protejo a las personas que trabajan para mí. ¿Colapinto? Si mirás el domingo en Ímola, hacía tiempos similares a los de Gasly, y es la primera vez que nuestros dos autos están tan cerca”. Y remató: “En un equipo de Fórmula 1 se necesita un dictador, quizás un dictador democrático. Se necesita alguien que sea responsable”.
Así es que Flavio, el “dictador democrático”, fue taxativo antes de comenzar el día: “Traé el coche intacto hoy. No queremos daños.” Así se lo contó el jefe de Alpine a una persona de su confianza.
Colapinto asintió con la cabeza antes de colocarse el buzo antiflama y dirigirse por el puente democrático —donde pilotos, jefes de equipo, público y periodistas se mezclan en ese pasillo de hierro– desde la zona adyacente al paddock hasta los boxes. Obedeció sin objeciones. Alpine había preparado un plan intenso para él y Gasly: probar rápidamente los tres tipos de neumáticos en la FP1. El argentino dio 30 vueltas en esa primera hora de contacto con el trazado monegasco, utilizando los más blandos (banda roja, denominación interna de Pirelli C6) y los duros (banda blanca, denominación interna Pirelli C4).
Así, en la FP1, Franco quedó 19º, a 1,8s de Charles Leclerc, el más rápido, y, como se dijo, a 1,1 s de Gasly, que ocupó la octava posición. Ya en la segunda sesión del día, la FP2, mantuvo su conducta prudente, pero hacia el final de la sesión —dos veces detenida por leves choques de Hadjar contra los muros— dejó un anuncio de lo que puede realizar en la prueba de clasificación del sábado: tanto él como Gasly realizaron una tanda de 10 vueltas con gomas medias y, tomando las mismas precauciones que había tenido hasta el momento, fue apenas 7/10 más lento que su compañero en la vuelta más rápida con ese compuesto.
La prudencia del pilarense quedó retratada en el paso por las chicanas de la piscina, donde muchos coches acaban destrozados y los imprudentes terminan arrepentidos. En el punto interno, pasaba 10 km/h más lento que Pierre, reteniendo más el freno en el sector de aproximación. En la chicana a la salida del túnel también dejaba un margen de 4 km/h.
Aquella diferencia de tiempo en la FP2 entre Colapinto y su compañero, 1,11 segundos, en realidad es engañosa, porque en su vuelta más rápida Colapinto venía mejorando su registro y tuvo que abortar cuando Piastri chocó de frente, dañando un alerón de su McLaren y provocando una bandera amarilla.
Difícilmente Colapinto esté satisfecho con su posición al cabo de esta jornada en la que continuó su plan de reconstrucción. En su trayectoria hacia la confianza con el coche, procura obtener cierto margen de acción que le permita ser él mismo: arrojado y valiente hasta el extremo, aunque esa fuerte activación interna —ese fuego de velocidad que tiene— le ha jugado varias malas pasadas.
Ni Ímola ni Mónaco son pistas ideales para un piloto relativamente novato. Si supera esta exigente prueba junto al Mediterráneo, llegará a la carrera española en Montmeló con la posibilidad de exprimirse al máximo. Aunque, seguramente, se acercará a los límites desde el sábado hasta el domingo.
Colaboración: Orlando Ríos