El género épico en la literatura se define como un “verso en el que se narran hechos de carácter histórico o legendario, protagonizados habitualmente por un héroe que representa a un pueblo o a una colectividad”. Mientras que la epopeya es un subgénero que se trata de un “poema extenso que canta en estilo elevado las hazañas de un héroe o un hecho grandioso, y en el que suele intervenir lo sobrenatural o maravilloso”. Dentro de ese mundo fantástico desea sumergirse River esta noche de martes en el Monumental para escribir un nuevo capítulo grandioso. ¿Con quién? Con su héroe Marcelo Gallardo, el protagonista que lidera la ilusión del pueblo riverplatense, y con los miles de hinchas que ayer ya desbordaron en el Monumental en un histórico banderazo. ¿De qué manera? Esa es la respuesta que su equipo está obligado a responder en el campo de juego desde las 21.30 frente a Atlético Mineiro tras la caída 0-3 en la ida de las semifinales de la Copa Libertadores.
Más de 20 mil fanáticos millonarios se acercaron durante la tarde noche del lunes al playón interno del club para brindar aliento y respaldo a los integrantes del plantel y al cuerpo técnico, que salieron a saludar al nuevo espacio abierto de la terraza San Martín al finalizar el último entrenamiento antes del partido. Los jugadores cantaron, se abrazaron, gritaron y se movieron a la par de una multitud infernal que bajó un claro mensaje energizante.
El banderazo cumplió su misión con creces: revivir el espíritu y mover las fibras más íntimas de los futbolistas, que desde la mañana del lunes estaban concentrados en el estadio. En el momento más crítico del equipo, apareció un espaldarazo para los libros con banderas, bombos, redoblantes y bengalas. Una marea roja y blanca que se congregó a las 18 y no se detuvo hasta bien entrada la noche a la espera del 12° partido de esta Copa (ganó nueve, empató dos y perdió uno) en el que buscará esa noche “perfecta” que pidió el entrenador.
Es que River llega urgido a la instancia más crucial del año: no gana hace cinco partidos (tres empates y dos caídas) y solo pudo marcar un tanto en esos cinco juegos (Miguel Borja, de penal, ante Vélez). Además, desde el regreso del Muñeco, acumula 13 goles a favor y 10 en contra en 15 juegos. Números escasos para una noche que debe ser furiosa. Sin respuestas individuales ni colectivas, Gallardo aún no pudo consolidar ni un esquema ni un mediocampo titular con garantías y hasta último momento se esperará por sus habituales sorpresas en la alineación titular. Con una lista de 25 convocados idéntica a la del duelo de ida, la presencia de Marcos Acuña como titular -tras ausentarse en Brasil por una tendinitis en el isquiotibial izquierdo- empieza a tomar color luego de recibir ayer el alta médica.
De esta manera, y de acuerdo a algunos movimientos tácticos que evaluó el DT desde el sábado, una de las alternativas más concretas es diseñar un esquema 4-3-3 con el ingreso de Pablo Solari en lugar de uno de los marcadores centrales (sería Leandro González Pirez) y el equipo saldría con Armani; Bustos, Pezzella, Paulo Díaz, Acuña; Simón, Kranevitter, Nacho Fernández; Solari, Borja y Colidio. La otra posibilidad es sostener el fondo con tres defensores y apostar por un 3-4-3 con la salida de uno de los mediocampistas.
Con 82 mil hinchas millonarios y unos cuatro mil brasileños en el sector visitante, River tendrá que salir a batallar el partido desde el primer minuto para ser lo dominante, agresivo y eficaz que no pudo ser en Belo Horizonte. Porque aunque el Monumental ha sido una fortaleza durante las últimas tres ediciones de la Copa (ganó 13 y empató un partido), de las 24 veces que enfrentó a equipos brasileños como local en el país por el torneo continental solo una pudo ganar por al menos tres goles: 4-1 a Paulista en la fase de grupos de 2006. Y además, como si fuese poco, jamás fue eliminado un equipo que ganó por tres goles o más la ida de una semifinal en la Copa Libertadores (sucedió en ocho series desde 1992).
Pese a las frías estadísticas que tendrá que romper y a las dificultades que le presenta la actualidad futbolística más caliente, el Millonario se aferra a su poderío internacional reciente para transformar la adversidad en alimento. Gallardo está ante una noche tan difícil como oportuna para recuperar ese aura de líder espiritual que logra romper todos los esquemas. Su mensaje desde la terraza a los hinchas fue claro: “vamos, vamos, vamos” y las manos empujando a la marea. “Que mañana cueste lo que cueste… que mañana tenemos que ganar”, clamó desde el playón el hincha, que prepara un recibimiento espectacular para esta noche. El cuaderno no se cerró. Sigue abierto. Y River tiene su último tintero para firmar otra epopeya.