Noche de emociones fuertes este viernes en el estadio Centenario, de Montevideo. En la reanudación de las eliminatorias sudamericanas tras el tercer puesto conseguido en la Copa América en Estados Unidos, Uruguay necesitaba concentrarse en el nuevo objetivo, sostener el buen paso que tiene hacia la clasificación para el Mundial 2026. Pero había un desafío adicional: no distraerse en el sentimentalismo de la presencia de Luis Suárez, titular y capitán en su partido de despedida del seleccionado. Paraguay no estuvo dispuesto a ser parte de la fiesta y el duelo quedó 0-0.
Marcelo Bielsa apuesta a la renovación desde su llegada al seleccionado celeste, que tuvo lugar en mayo del año pasado, y en darle más rodaje a su estilo vertical. El examen fue tomado esta vez por un equipo que tiene una deuda con su identidad y para ello se buscó a Gustavo Alfaro, que dejó repentinamente a Costa Rica para asumir en la Albirroja. Uno, al ataque, con los aprendizajes que viene sumando en un proceso que muestra buenas señales y algunas ausencias importantes por lesiones y sanciones, como la de Darwin Núñez, suspendido por los incidentes en una tribuna tras la derrota en la semifinal de Estados Unidos 2024, frente a Colombia. El otro, aguerrido, lanzado a la lucha con el ADN paraguayo, en reconstrucción.
Suárez venía teniendo pocos minutos y optó por cerrar en la cancha su ciclo con la camiseta celeste, a los 37 años. Bielsa lo respaldó. Con 69 goles en 143 partidos, Luis es el máximo anotador de la historia del seleccionado uruguayo. A los 18 minutos, el número 9 fue en busca de un centro desde la derecha para ampliar ese récord y un palo le devolvió la tijera alucinante a la que apeló para definir. Fue una respuesta con la misma moneda a un remate de Julio Enciso que había dado en un poste, con menos espectacularidad, unos minutos antes en el otro arco.
En ese afán de buscar el gol con la gran mayoría de sus jugadores, Uruguay dejó abierta una puerta a la media hora de juego y casi le costó caro. Andrés Cubas presionó, robó la pelota en la mitad de la cancha y se conectó con Enciso, y el número 19 puso enseguida a Miguel Almirón cara a cara con Sergio Rochet, que salió rápido a achicar y le tapó con el cuerpo la definición, cuando Nahitan Nández llegaba al cruce. Una señal de alarma para Uruguay y un camino como para ilusionarse para el visitante, siempre bien predispuesto a llevar peligro, además, en los centros.
Incómodo, impreciso y por momentos lento, Uruguay chocaba con la muralla en la que se convertía su rival, puesto a defender con casi todos sus futbolistas cerca del área. El malestar del local tenía una bandera en las quejas recurrentes de Suárez al árbitro argentino Darío Herrera. Se discutía más que lo que se jugaba.
El segundo tiempo nació con un descuido de Rochet que no usufructuó Paraguay. Tras ello, un resbalón al despejar del otro arquero, Roberto Fernández, llevó inquietud del lado opuesto. Uno y otro estaban igualados hasta en los desaciertos. Y el mismo palo que le negó el festejo a Suárez en el primer período se lo impidió a Diego Gómez, compañero de Luis en Inter Miami, que probó desde fuera del área con un efecto hermoso.
Ya Bielsa no lograba quedarse sentado tanto tiempo sobre la heladerita que usa como banco. Su Uruguay perdía la pelota más que lo que la encontraba. La halló Brian Rodríguez circunstancialmente para enganchar con un firulete en la puerta del área y probar al arco con un zapatazo que desvió Fernández con los puños. Muy poco para un duelo que en el final volvió a tener discusiones, piernas fuertes.
Y Suárez, que participaba poco y seguía en el partido más por su historia y su tenacidad que por su juego en la noche, se llevó una tarjeta amarilla como despedida. También, claro, los abrazos en el campo de juego de su mujer y de sus hijos, en una noche de tributo, que tuvo canciones y banderas alusivas pero no goles. Justo en la noche de su adiós, la Celeste paradójicamente no encontró el gol.
El martes próximo, por la octava fecha rumbo a Canadá-Estados Unidos-México 2026, Uruguay, que está a 4 puntos del líder, Argentina, visitará a Venezuela, y Paraguay recibirá a Brasil en el Defensores del Chaco.
LA NACION