Se acercaba el minuto 80 y el Stade de France ensayaba un atisbo de Marsellesa, que subía en decibeles y se desfiguraba lentamente. Francia estaba consiguiendo un triunfo estupendo, aunque no alcanzaba a contagiar al público en una helada noche de Saint-Denis. Las últimas imágenes que llegaban del terreno de juego son las del equipo argentino atacando con bravura e insistencia. Ataques indemnes, ya que la suerte estaba echada desde hacía rato. Ataques infructuosos, ya que una y otra veces eran abortados por errores propios y aciertos del rival. Una entrega digna de valoración, pero que esta vez, al contrario de lo ocurrido siete días atrás en Dublín, no alcanzó para disimular carencias generales.
La derrota por 37-23 con que los Pumas cerraron 2024 no alterará el balance anual, el primero con la rúbrica de Felipe Contepomi. Sí vale afirmar que dejaron pasar una oportunidad de incrementar el superávit. En definitiva, una performance que resalta la irregularidad del equipo, uno de los estigmas que arrastra del ciclo anterior y que, si bien logró atenuar, dejó en evidencia una vez más que queda trabajo por hacer para erradicarlo.
“Parecemos el equipo que jugó con Francia en Mendoza”, decía Juan Martín Fernández Lobbe, asistente de Contepomi, a la televisión en el entretiempo. Corcho se remontaba al primer partido del ciclo, contra el mismo adversario (aunque con una formación alternativa), en el que con muy pocos entrenamientos los argentinos jugaron pobremente y terminaron perdiendo por 28-13. Falta de imposición en el contacto, infracciones evitables, dos amonestaciones, toma de decisiones equivocadas. De ninguna manera esto implica que los Pumas hayan retrocedido hasta su punto de partida. Durante el transcurso del encuentro se encargaron de plasmar muchas de las virtudes que fueron adquiriendo a lo largo del año. La capacidad de emerger de pozos profundos y luchar hasta el final es una de ellas. No obstante, frente a un equipo de primer nivel, que venía de vencer a Nueva Zelanda una semana atrás y que jugó impecablemente, terminaron por pesar más los errores.
El partido empezó de manera casi idéntica al de una semana atrás ante Irlanda: un ataque profundo de los Pumas provocó una inminencia de try, pero la jugada se revirtió por una revisión del TMO, que terminó con una correcta amonestación a Julián Montoya. Los argentinos resistieron el primer embate, pero Francia hizo pagar la superioridad numérica y desniveló por una punta para abrir el marcador luego de un genial 50-22 de Gaël Fickou. Francia estaba mucho más alerta.
Los Pumas respondieron con ataques sostenidos, de muchas fases, que progresaron en el campo hasta las postrimerías del in-goal. Sin embargo, se equivocaron al sumar de a tres y no buscar el try aprovechando la cercanía de la línea de meta y el envión anímico. Lo peor fue que a cada uno de esos tres penales siguió una respuesta del local que los argentinos fallaron en contener. Al contrario de ellos, Francia fue letal en los últimos metros y sumó dos tries más (uno, costó además la segunda tarjeta amarilla, a Juan Martín González) y un penal en siete minutos, hasta cerrar la primera mitad al frente por 30-9.
Lo mismo ocurrió cuando, después de dejar pasar dos oportunidades claras, los Pumas llegaron al try por la vía del pick-and-go. En la acción siguiente, Francia volvió a sumar de a siete luego de que Charles Ollivon le tapara dos kicks consecutivos a Lautaro Bazán Vélez.
Otra diferencia con aquel enfrentamiento de julio fue el scrum. Apabullados aquella vez, en esta ocasión los Pumas comenzaron titubeantes (dos penales en contra) pero con el correr del partido se adueñaron de la formación. Eso les facilitó una nueva conquista, que los dejaba a dos tries convertidos de distancia, con 15 minutos por jugar. La actitud estuvo, pero Francia se mantuvo erguida y no dio lugar a la hazaña.
En definitiva, la amplia diferencia se explica en que les Bleus supieron transformar en puntos sus momentos de dominio, forjados a partir de la mayor prepotencia del pack, la inteligencia de Thomas Ramos –uno de sus mejores desempeños con la camiseta azul– y la capacidad de definición de los wings Gabin Villière y Louis Bielle-Biarrey. Los Pumas pagaron caros sus errores, tomaron decisiones equivocadas en los últimos metros, desaprovecharon muchas oportunidades y tuvieron algunas actuaciones individuales por debajo del nivel que exige un rival de elite.
Resumen de Francia vs. los Pumas
La derrota, cuarta consecutiva fuera de casa contra Francia, no empaña la evolución que experimentaron los Pumas este año. En cambio, deja en evidencia que varios aspectos requieren todavía más trabajo. La Argentina está más cerca de las potencias. Las victorias sobre Nueva Zelanda y Sudáfrica o el buen desempeño ante Irlanda, no obstante, no alcanzan para ubicarla a su altura. A siete meses del próximo compromiso, cuando Inglaterra venga de gira a la Argentina sin sus Lions, y a tres años del Mundial Australia 2027, los signos siguen siendo positivos. Aun cuando en las mentes de los jugadores aún resuene la Marsellesa.