ASUNCIÓN (Enviado especial).- Aunque a Paraguay se lo reconoce por su tierra colorada y por lo verde de su vegetación abundante, los colores que predominan por las calles de Asunción son el celeste y el blanco durante este anteúltimo fin de semana de noviembre. Una auténtica invasión de hinchas de Racing copó la capital paraguaya para acompañar a su equipo en la final de la Copa Sudamericana, esa instancia decisiva internacional que hace 32 años no alcanzaba. Los shopping, las calles, los bares, la costanera: todo esta copado por la enorme cantidad de fanáticos que llegaron a esta ciudad por todas las vías posibles.
“Por favor, estamos en una zona de control”, dice un gendarme mientras levanta su mano. El uniforme y las palabras no alcanzan para calmar al centenar de hinchas que salieron en tres micros desde Retiro a las 15:15, que no dejan de cantar y de saltar al llegar a la tierra prometida. Ni siquiera el calor del mediodía paraguayo los frena. Son 20 horas de viaje detrás de un sueño.
Ni Migraciones ni la organización del evento quieren dar cifras oficiales de cuántos son los hinchas de Racing que llegaron, llegan y llegarán a Asunción para ver esta final. Se calcula que habrá entre 40 y 50 mil hinchas que peregrinan desde Argentina con el sueño de gritar campeón a nivel internacional después de 36 años.
A partir de la tarde del jueves, los grupos con camisetas de Racing dejaron de ser una particularidad para volverse parte del paisaje asunceño. También se ven camisetas azules del Cruzeiro. Habrá que ver qué ocurre en la tarde de este sábado, pero la sensación es que las 45 mil localidades de la Nueva Olla, el estadio de Cerro Porteño, no alcanzarán para albergar tanta ilusión. Esa es la preocupación de los dirigentes académicos y de las autoridades paraguayas por estas horas. La Municipalidad de Asunción, de hecho, dispuso a contrarreloj que se instalen cuatro pantallas gigantes en distintos puntos icónicos de la ciudad para invitar allí a los hinchas de ambos equipos que no consigan ingresar al estadio. No parece ser una opción para aquellos que viajaron en auto, micro, avión o incluso combinando traslados, con vuelos a Corrientes, Iguazú o Formosa.
Desde que la Conmebol impuso en 2019 la final única para definir sus dos competiciones acumula papelones de diferentes calibres. La venta de entradas resultó caótica, al punto que varios miles de hinchas de Racing compraron ingresos en el sector de Cruzeiro. Pese a que el propio Nery Pumpido, Secretario de Conmebol, había confirmado que serían reasignados sin problemas, en la madrugada del viernes algunos hinchas que estaban en ruta rumbo a Paraguay recibieron un correo con la devolución del ticket y del dinero.
Entre 40 mil fanáticos hay tantas historias como personas. Hay algunos que llegaron de más lejos. De muy lejos. Un muchacho treintañero no quiere dar su nombre para no arruinar una sorpresa. Pero sí cuenta su historia: vive en Australia desde hace seis meses. El día siguiente a la semifinal ante Corinthians sacó pasaje de ida y vuelta Sydney-Asunción. Acá se encontrará con sus hermanos y su papá. Ellos aun no lo saben.
“Esto es solo por Racing. No voy para Buenos Aires porque no me quiero tentar”, dice, emocionado, casi como si parafraseara a Gustavo Costas. Y hay más. En el mismo auto viajan Benjamín, Agustín y Horacio, tres generaciones racinguistas, hijo, padre y abuelo. Horacio estuvo en el Centenario de Montevideo en 1967, cuando la Academia se convirtió en el primer equipo argentino en ser campeón del mundo. Ahora viene con la misma fe y la misma fuerza, sin que el cansancio asome después de los 1400 kilómetros que separan Buenos Aires de Asunción.
Para quienes no se puedan sumar a la travesía se abrirán las puertas del Cilindro de Avellaneda. Tres pantallas gigantes y un line-up de artistas que incluye a Abel Pintos, Mala Fama y Antonio Ríos serán el puente para acortar las distancias entre el Estadio Presidente Perón y el Estadio General Pablo Rojas. Ahí también habrá unos 40 mil socios de la Academia, que en apenas un par de horas agotaron el canje que puso a disposición el club el lunes pasado. Al igual que en diciembre de 2001, los hinchas de Racing llenarán dos canchas un mismo día.
“Hoy todo es el capitalismo, el ganar plata. Pero yo lo que les digo a los muchachos -dice Gustavo Costas- es que esta revolución la armaron ellos”. Los hinchas que llegan a Asunción, sin embargo, entran cantando “de la mano de Costas la vuelta vamo’ a dar”. La identificación con el entrenador-hincha es total, porque esa misma ruta que transitaron todos ellos para llegar a este partido es la misma que hizo la familia Costas. Si no se diera la casualidad de que es el técnico del equipo, Gustavo Costas también estaría arriba de un auto desandando kilómetros para ver a Racing en la final de la Sudamericana. Esa inyección de fanatismo es la que le da a sus futbolistas con canciones, con anécdotas, con frases.
Y al plantel le llega. “El primer partido me tocó estar en el banco. La verdad que estaba más atento a lo que se vivía en la tribuna que a lo que pasaba en la cancha. Es increíble la gente de Racing. En Uruguay no hay nada así. Se disfruta y te dan más ganas de ir a cada pelota”, dice Gastón Martirena.
Se suma Marco Di Cesare: “Ya en Aeroparque, un miércoles a las tres de la tarde, la gente estaba loca en medio de la calle. Solo porque nos íbamos a tomar un avión. Si lo pensás no tiene explicación. Sabemos que acá va a venir más gente con entrada que sin entrada. Son momentos únicos. ¿Sabés como ayuda eso? Ayuda… Contra Corinthians sentíamos que todo eso que pasaba ahí era nuestro, que no se nos iba a escapar”.
Después de 32 años de espera, Racing vive su final internacional. La cuenta regresiva se acerca a 0. Ya no hay ansiedad. Hay euforia.