Con neumáticos medios y con gomas duras, con un ritmo majestuoso desde que se apagaron los cinco semáforos rojo hasta la bandera a cuadros, Max Verstappen recuperó la velocidad y la voracidad que lo convirtió en tetracampeón del mundo para sellar una conquista superlativa. Un auto líder, como en el pasado, y un piloto que exprime al máximo el potencial del modelo RB21 cuando la factoría de Milton Keynes ofrece un coche competitivo, la conjugación perfecta para coronar con una victoria una obra que se empezó a construir en la prueba de clasificación con la mejor vuelta de la historia de la Fórmula 1 y que MadMax certificó al ganar en Monza y por tercera vez el Gran Premio de Italia. U
Es un éxito que resulta el primero en un gran premio para la escudería que modificó la dirección con el nombramiento del ingeniero Laurent Mekies y el derrocamiento del cuestionado Christian Horner, el hombre que en dos décadas hizo historia en Red Bull Racing.
Las mejoras aerodinámicas y la nueva unidad de potencia, las ayuda que llevó el equipo y explotó Verstappen. Un año atrás, en el mismo escenario, el neerlandés calificó al auto de “monstruo”, al clasificarse séptimo y apenas avanzar un casillero en el clasificador. “Aprendimos y entendimos muchas cosas desde ese momento. Entendimos mejor cómo configurarlo y es nos permitió ensayar los ajustes después de cada sesión en lugar de tener que reconfigurar todo durante el fin de semana. Eso ayuda mucho para clasificar”, resaltó MadMax, que se negó a aplicar algunas adaptaciones que los ingenieros deseaban probar en Monza.
El resultado fue contundente: pole position y exhibir que con la velocidad de punta que tuvo el RB21 dominó a los dos pilotos de McLaren, Lando Norris y Oscar Piastri –puntero del campeonato-, quienes con el modelo MCL39 son quienes gestionan mejor que nadie los neumáticos en un gran premio.
De la batalla del comienzo, donde Norris lo empujó al error –MadMax debió devolver el primer puesto, después de cortar la traza de la Curva 1-, a recuperar la cabeza de la carrera y dibujar múltiples récords de vueltas en el primer stint, con gomas de compuesto medio, y también en el cierre, donde el equipo lo calzó con duros. “Un gran día para todos nosotros. Disfrute de manejar: paradas correctas, neumáticos correctos y una ejecución fantástica de todo el equipo durante el fin de semana. Vamos a intentar repetir en lo que resta de la temporada”, comentó Verstappen, que recuperó la sonrisa, la alegría y el humor que lo caracterizó cuando RBR marcó el pulso y él se convirtió en tetracampeón del mundo.
Los circuitos de Suzuka e Imola, los anteriores festejos de Verstappen en el año. Ocho grandes premios sin triunfos y viajar bajo la sombra de McLaren tuvo su capitulación en Monza, donde la estadística refleja que aquel piloto que registra la pole muy lejos está de asegurarse la victoria. Desde 2019, cuando Charles Leclerc se convirtió en el príncipe de los tifosi, al ganar con Ferrari, que quien el sábado era el más rápido en la qualy no ratificaba el trabajo en lo más alto del podio. Ese dato también se desplomó ante MadMax, que con cuatro giros para el final recibió el mensaje de deber cumplido del ingeniero Gianpiero Lambiase: “Ya hiciste todo lo que tenías que hacer, ahora trae el auto a casa”. La respuesta fue marcar su último récord de vuelta, revelando que el automovilismo puro, el de atacar y correr con el acelerador a fondo en lugar de la gestión es la partitura que más le gusta tocar.
Con su velocidad, destrozó las estrategias de McLaren, que se rindió ante la superioridad y supeditó su suerte al ingreso de un Auto de Seguridad o un Virtual Safety Car. Nada de eso sucedió y el equipo con sede en Woking salió a rescatar a Norris, después de un fallo de los mecánicos en el pit stop. El británico, con 34 puntos por detrás de su compañero Piastri en el Mundial de Pilotos, consultó sobre cómo se desandarían las detenciones para no sufrir un undercut, ya que era el primer escolta de Verstappen y el australiano fue convocado primero para reemplazar los neumáticos.
Con la seguridad de que se conservarían las posiciones, el error humano –el encargado de ajustar el neumático delantero izquierdo se equivocó- y los 5, 9 segundos de demora modificaron el escenario cuando retornó a la pista. Las Papayas rules volvieron al ruedo y, desde el muro, pidieron a Piastri dejarse superar para salvar el entuerto del pitlane que padeció Norris, una señal de la paridad que desea exhibir McLaren, pero también una orden que deportivamente castiga sin razón. El puntero del campeonato desactivó cualquier conflicto y aceptó el pedido, aun cuando significaba un recorte en la pulseada por el título.
El resumen de la victoria de Verstappen en Monza
Ese episodio en el pitlane no pasó desapercibido para Verstappen, que observó en las pantallas gigante de Monza el incidente y que más tarde, en diálogo con Lambiase, soltó el tema: “No es nuestro negocio”, la respuesta que recibió del ingeniero, que quería a su espada afilada para cortar con la racha negativa que lo atrapaba, más allá del éxito en la Sprint Race en Spa-Francorchamps.
El abrazo con los mecánicos, el saludo con Helmut Marko –asesor de RBR-, la felicitación de Mekies por radio, el aplauso desde el garaje de su pareja Kelly Piquet, el festejo con champagne en uno de los podios más espectaculares que tiene el calendario del Gran Circo, el cosquilleo refrescante de las burbujas de champagne… Todas las sensaciones que recuperó Verstappen, el mejor piloto que tiene la actual grilla de la F.1, el monarca que va a ceder la corona al final de la temporada, aunque pretende dejar el trono con el sello de actuaciones memorables.