El central izquierdo de Argentinos Juniors en línea de 3 se llama Román Riquelme. Arrancó su carrera como enganche en las inferiores de Rosario Central, pero las vueltas de la vida lo llevaron a jugar más retrasado, como defensor central, número 5 o líbero, como terminó en el gran triunfo conseguido ante Belgrano por 2-1, que le dio el pasaje a la final de la Copa Argentina. El primer finalista del campeonato más federal hace tiempo despliega un fútbol de alto vuelo que despierta aplausos propios y neutrales. Y ahora esperará por su rival, que saldrá del choque que disputarán este viernes entre River e Independiente Rivadavia de Mendoza.
Lo de Riquelme, puesto como nombre de pila Román porque el padre es fanático de Boca, es apenas un detalle que refleja lo que es Argentinos Juniors como equipo. ¿Más ejemplos? Francisco Álvarez, un central que a veces arriesga más de la cuenta pero demuestra una personalidad de hierro, estaba jugando en línea de 2 con el partido 1-1. Sí, el equipo de Nicolás Diez presionó en campo rival de tal forma que le hizo sentir a Belgrano como si estuviera jugando en la altura de Quito. Fue muy discutible la jugada del penal que sancionó Falcón Pérez y resultó decisivo en el resultado (no hubo falta de Heredia a Lescano), pero la superioridad futbolística fue abrumadora. Entonces, Argentinos hace posible lo que en otros equipos no se ve demasiado: uno de los dos centrales en línea de 2 (Álvarez) llegó a quedar mano a mano con el arquero rival en posición de 7 y tras un pase del único volante de contención (Fattori). Eso es el Bicho: una sumatoria de jugadores valientes y con una técnica asombrosa que transforma buenas voluntades en ejecuciones notables. En situaciones de riesgo, Argentinos se impuso a Belgrano 12 a 3. Y cada fin de semana es un espectáculo verlo jugar.
Lo de Riquelme, lo de Álvarez, lo de Fattori… Es como si en la puerta de entrada del vestuario estuviera el cartel que dice: “El que no gambetea y va para adelante, no puede jugar en este equipo”. No está esa condición por escrito, pero este equipo de Nicolás Diez es fabuloso en ese sentido. Gambetean todos.
El primero era el Ruso Rodríguez, el arquero ahora lesionado. Los segundos son los laterales Lozano y Prieto, que se proyectan como wines y aparecen en el área rival como delanteros que desequilibran con el recurso de engaño, los amagos, los frenos y los arranques, las paredes porque lo mejor son las combinaciones colectivas. Llegan por afuera, por adentro. Después, hay una sumatoria de números 10 que lejos de superponerse se complementan para siempre encontrar un pase para adelante: López Muñoz, Lescano, el juvenil Diego Porcel, que tiene 20 años y es diestro pero juega más con la zurda como si fuera su perfil natural; Lautaro Giaccone, el zurdo exRosario Central que ingresó en el segundo tiempo. Nicolás Oroz y Emiliano Viveros no ingresaron en la noche del jueves, pero podrían ser titulares. Y de 9 está Tomás Molina, que anotó 17 goles en los 36 partidos que disputó en el año. Otro futbolista que también gambetea, por más que viva del gol, porque lo suyo es ir directo a las redes rivales.
“Jugando de la manera que venimos jugando sabíamos que íbamos a tener chances. Trato de gambetear, de encarar, de buscar la pelota siempre. Se lo dedico a él, a Diego (Maradona), que seguro me está acompañando. Donde esté, hoy debe estar contento. Desde que llegué soñaba con esta situación, de poder jugar una final”, dijo Hernán López Muñoz, uno de los mejores jugadores del equipo durante todo el semestre y que le rinde homenaje a Maradona, quien fuera su tío-abuelo.
La baja del Ruso Rodríguez, uno de los líderes del plantel, generó un hueco que lo intentará llenar Chiquito Romero, un arquero con además antecedentes ganando series por penales cuando ahora la mayoría de los certámenes se pueden llegar a resolver por esa vía, ya sean locales o internacionales. En 2026, se mantendrán este formato de Copas de la Liga, en torneos Apertura y Clausura. Y justo el Bicho no venía teniendo suerte en este tipo de definiciones. La búsqueda de un arquero como Romero también refiere a una necesidad que -entendió Nico Diez- debía impregnarle al equipo desde su llegada. El entrenador entendió desde el primer día que asumió que debía darle a Argentinos una mayor agresividad en los partidos decisivos.
Se ve esa intención en la presión alta, en las pelotas divididas. Y Nicolás Diez tampoco es fundamentalista. Suele entender que los partidos tienen momentos. Por eso ante Belgrano, que pasó a atacar con 8 jugadores con el partido empatado en un 2-1-4-3, luego de ponerse 2-1 en ventaja rearmó la defensa con Tobías Ramírez (el central diestro de buen desempeño en el Mundial Sub 20) y pasó a defender 5-3-2. Y la defensa se modificó: de estar con Álvarez y Riquelme + Fattori, pasó a quedar con Lozano, Álvarez, Riquelme, Tobías Ramírez y Prieto. Esta versatilidad táctica se ve en casi todos los partidos.
“A mí me gusta ver cómo el equipo sale aplaudido de la cancha. No me gusta hacer tiempo ni demorar. Buscamos, arriesgamos. Vamos para adelante. Los chicos se matan para jugar bien y ganar”, dijo Nico Diez tras la clasificación a la final.
Justo cuando este 24 de octubre se cumplen 40 años de haber ganado la Copa Libertadores, de aquel equipo inolvidable del Bicho que conquistó América en 1985, ahora hay un equipo que también despierta aplausos. Las comparaciones pueden ser odiosas y no siempre se ajustan a la realidad, pero son los Borghi, los Checho Batista, los Domenech -integrantes de aquel plantel que hizo historia- los que se sienten identificados, como los hinchas, por lo que ven. A este equipo de Argentinos Juniors le gusta tener la pelota y siempre piensa en atacar, en gambetear, en tirar caños, en asumir riesgos por el triunfo. Este Argentinos de Nico Diez juega para ser campeón. Ahora que llegó a una final, le falta ese último paso. Nada más, ni nada menos.

