Después de 15 años, las ausencias simultáneas de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo entre los nominados al Balón de Oro representan un fin de época, una vuelta de página tras la cual el premio individual, concedido a Rodri Hernández, exalta otro tipo de atributos futbolísticos. Ni la voracidad goleadora del portugués ni la magia imperecedera de Leo, ambos aun vigentes camino a los 40 años, pero en ligas menores.
El reconocimiento fue para el cerebro, no de uno, sino de dos equipos de elite: Manchester City y el seleccionado de España. El mediocampista cartesiano, el que tiene ojos en la nuca, el que mejora y equilibra al campeón de la Premier League y al campeón de Europa. El jugador de equipo por antonomasia. Quizá por esta idea preconcebida de que los grandes delanteros son los candidatos naturales al Balón de Oro, Real Madrid se sintió ofendido cuando le llegó la filtración de que Vinicius, favorito hasta la mañana de este lunes, se quedaría con las manos vacías. El repentino desplante de Real Madrid a la ceremonia, cancelando el viaje de sus principales representantes, lo mostró más como un chico caprichoso que como el mejor club del Siglo XX, dimensión que mantiene en el actual.
“Tengo mucho que agradecer, a mucha gente. Es un día muy especial, para mí, mi familia y mi país. Se lo dedico especialmente a mi novia Laura, con quien hoy cumplimos ocho años de estar juntos. Sin ella, este camino no hubiera sido el mismo. Agradezco a mi familia, por los valores que me dio y enseñarme los pasos correctos, a jugar al fútbol por amor. Esta es también una victoria del fútbol español y, sobre todo, del mediocentro, que tenemos un trabajo más ensombrecido, pero que hoy ha salido a la luz”, expresó Rodri, con la voz entrecortada por la emoción tras recibir el trofeo.
Durante el abrumador duopolio de Messi (8 premios) y Cristiano (5), en más de una ocasión se señaló que los futbolistas de las características de Rodri quedaban injustamente relegados. El impacto ofensivo de aquellos dos siempre se imponía sobre el trabajo sigiloso del que maneja la botonera (pase, aceleración, pausa, relevo, panorama) de un equipo. En 2010 se dejó pasar la oportunidad de entronizar a un futbolista de esa clase cuando Messi volvió a quedarse con el trofeo en un podio que compartió con Xavi e Iniesta, campeones mundiales con España en Sudáfrica. Luka Modric, con otras aptitudes, más eléctrico y dinámico, se coló en 2018 gracias al subcampeonato mundial con Croacia y la Champions League con Real Madrid.
Rodri asistió al Teatro du Châtelet de París apoyado sobre muletas, aun en proceso de recuperación de la rotura de ligamentos cruzados de la rodilla derecha que sufrió hace poco más de un mes, unos días después de que denunciara que el calendario era físicamente cada vez más exigente para los futbolistas y que la huelga era una alternativa como medida de protesta.
Estilo Rodri
Pep Guardiola no dejó dudas sobre el tipo de jugador del que se privará por el resto de la temporada: “Rodri es insustituible y el equipo no jugará con el mejor centrocampista del mundo durante mucho tiempo. Lo que Rodri nos da no nos lo da ningún otro jugador. Puede hacer lo que quiera, maneja los tiempos del partido, tiene carácter, cuando las cosas se ponen feas da un paso adelante. Sería muy difícil entender lo que hemos hecho en los últimos años sin él. Su baja es un golpe muy duro para nosotros”. Luis de la Fuente, entrenador de España, lo definió con menos palabras, pero fue igual de contundente: “Es la computadora perfecta”.
Los datos duros no son suficientes para dimensionar a Rodri, pero vale consignarlos para tener una idea de lo que fue su temporada 2023/24, el período de tiempo que se considera para juzgar a los nominados. Disputó 34 de las 38 fechas en la conquista del título de la Premier League, con ocho goles y nueve asistencias; ocho cotejos por la Champions League (uno y tres); cuatro por la FA Cup (un pase-gol); uno por la Supercopa de Europa (una asistencia); dos por el Mundial de Clubes, y uno por la Community Shield (Supercopa de Inglaterra). Estadística no menor: tiene más gol que el promedio de un volante central.
El estilo de Rodri, más pensante que espectacular, es perceptible para la mirada reposada, analítica. Requiere paciencia para la observación: Quizá por ello el Balón de Oro le llega en la madurez de su carrera, a los 28 años. Nacido en Madrid, ingresó en las divisiones inferiores del Atlético de Madrid; quedó libre y pasó a los juveniles de Villarreal, club en el que debutó en primera, por la segunda división de España.
Sobre sus comienzos, este lunes se permitió contar sobre el estrado lo que definió como una “anécdota”: “Con 17 años hice las valijas para ir a Villarreal tras el sueño de ser futbolista. Un día lo llamé a mi padre llorando, diciéndole basta, que todo había acabado, que había invertido toda mi vida para conseguir un sueño que se desvanecía. Mi padre me dijo que si habíamos llegamos hasta acá, no íbamos a tirar la toalla, iríamos hasta el final, había que apretar. Desde ese día cambió mi mentalidad. Esto habla que un chico normal, con valores, que no se fija tanto en los estereotipos fuera del fútbol, puede llegar a lo más alto. Muy honrado de ser nombrado hoy el mejor jugador del mundo”.
En 2018, Atlético de Madrid pareció arrepentirse por haberlo dejado ir y lo compró por 20 millones de euros. Compartió el medio campo con Koke y Saúl, dos pretorianos de Diego Simeone. Si bien Rodri fue titular en 32 de los 34 partidos que disputó por la Liga de España, no fue un jugador del ADN del Cholo. El técnico esperaba algo más en recuperación de la pelota y el volante, otro estilo colectivo para poder manejar los hilos del juego. No compartían la misma filosofía futbolística. Si bien estuvo solo una temporada, no se desvalorizó: Manchester City, ya dirigido por Guardiola, compró su pase en 70 millones de euros.
El entrenador catalán lo hizo el jefe de la sala de máquinas del City. El lugarteniente de Kevin De Bruyne, Bernardo Silva, Ilkay Gündogan y de cualquier otro volante que apareciera en la formación. Rodri se constituyó en el eje sobre el que giraba el juego del equipo. Su estilo es concreto, pragmático y eficiente, una traslación a la cancha de la manera en que vive: con discreción, sin la ostentación de una celebridad. “¿Dónde vas vestido así? ¿Por qué no pasas por Balenciaga o Gucci?”, le recriminó una vez un compañero de Manchester City en camino a una fiesta. Ni el vestuario ostentoso ni los tatuajes forman parte de su armadura.
Al fútbol lo juega y lo estudia. “Siempre vuelvo a ver los partidos completos. Especialmente si creo que hay cosas que se pueden mejorar. Hay muchas cosas que en el campo no se ven. A veces, encuentro cosas que ni siquiera recuerdo que hayan sucedido”, expresó en una entrevista con The Guardian.
Alguna vez, en charla con The Players Tribune, recordó que fue víctima de la picardía argentina con dos excompañeros en Manchester City: “Agüero y Otamendi solían burlarse de mí todo el tiempo, no solo por mi ropa, sino porque acostumbraba subir al micro después de cada partido y hacer FaceTime con mi esposa. Como soy futbolista y ella es médica, tuvimos que acostumbrarnos a estar a larga distancia durante muchos años”.
Rodri no marcará una era como Messi y Cristiano, no posee la espectacularidad de esos dos delanteros descomunales, pero es justo entronizar por una vez a quien conoce todos los secretos del fútbol.