Nació en Rosario, en el corazón de una familia rojinegra. Se formó en Malvinas, el predio de las infantiles de Newell’s ubicado a pocas cuadras del Parque Independencia, y también pasó por Bella Vista, el complejo que el club tiene en las afueras de la ciudad. Fanático de las milanesas con papas fritas de Julieta, su mamá, le costó afirmarse en el fútbol juvenil por cuestiones físicas: era más chiquito que los demás, pero con el tiempo dejó todo atrás: creció, se afianzó y, a fuerza de goles, brilló en su club y en la selección.
Aunque su casa está en Funes, hoy vive en Estados Unidos, donde integra el plantel del Inter Miami. La descripción bien podría corresponder a Lionel Messi, pero no. Aunque el astro también forma parte de esta historia, el protagonista es Mateo Silvetti, el héroe de la clasificación de Argentina a la final del Mundial Sub 20, que recorrió un camino muy parecido al de la Pulga y hoy es tapa de todos los diarios por su grito ante Colombia a los 72 minutos de juego.
“A lo largo del torneo fuimos encontrando nuestra mejor versión y creo que somos justos merecedores de esta final. El gol representa lo que somos: un grupo con jugadores de mucha jerarquía, tanto los que estamos en el Mundial como los que no pudieron venir. Argentina es un país muy rico futbolísticamente, y estamos sabiendo aprovecharlo”, explicó el delantero de 19 años tras marcar su tercer gol en el certamen, todos ingresando desde el banco: uno a Cuba en el debut, otro ante Nigeria en cuartos y el último, este miércoles, para llevar a la Argentina al duelo decisivo después de 18 años de espera. El 9, de 1,77 metro, tuvo tres chances claras: las dos primeras se fueron cerca y, en la tercera, no perdonó. Ahora buscará la gloria este domingo, cuando Argentina defina el título ante Marruecos.
Toto, como lo apodan sus amigos, viene de cuna de deportistas. Su bisabuelo fue nadador en Newell’s, y su padre, Diego, es una leyenda del rugby rosarino: fue hooker de Jockey Club y jugó por primera vez en los Pumas el 15 de mayo de 1993, en un triunfo 30-27 sobre Japón en Tucumán, con Lisandro Arbizu como capitán. Ese día también debutó Pablo Cremaschi, el padre de Benjamin, hoy compañero de Silvetti en el Inter y figura del Mundial con la camiseta de Estados Unidos, uno de los máximos goleadores del torneo con cinco conquistas. Mateo, nacido el 14 de enero de 2006, comenzó practicando ambos deportes hasta que los horarios empezaron a superponerse y optó por la redonda.
Como Messi, Silvetti se sumó a Newell’s desde muy chico. A los siete años tuvo su primera prueba en Malvinas y a los ocho ya jugaba torneos oficiales, sobre ese mismo césped donde la Pulga, uno de sus ídolos junto a Ignacio Scocco, dio sus primeros pasos. El salto a Inferiores no fue fácil. “Tuve momentos donde no me tocó jugar, incluso por un tema físico, porque me había quedado de baja estatura. Tuve que corregir muchas cosas, pero de eso se trata: de insistir”, recordó Silvetti tras debutar en la Primera de Newell’s, el 19 de julio de 2024, en un triunfo 1-0 sobre Barracas Central con Sebastián Méndez como técnico.
“Técnicamente era un monstruo, el problema era la estatura”, recuerda Alejandro Ojeda, técnico de Silvetti en la octava división de Newell’s. “Toto no jugó en novena por la pandemia, y cuando a fines de 2020 empezó a entrenarse conmigo, todavía no se había desarrollado físicamente al nivel de sus compañeros. La técnica la tenía, pero le faltaba contextura; era petisón. Por eso era suplente en AFA y jugaba en la Rosarina, el segundo nivel del fútbol de la ciudad. En el segundo semestre de 2021, la historia cambió por completo: por la mañana iba al colegio, por la tarde entrenaba con nosotros y por la noche se iba hasta Funes a trabajar la fuerza en un centro de alto rendimiento de Sebastián Grazzini. A los 15 años, ya tenía la mentalidad de un profesional”, agrega Ojeda, hoy entrenador de la Quinta, quien comenzó a utilizar a Silvetti como segunda punta, flotando detrás del 9.
Una vez que mejoró físicamente, desarrolló una potencia que le permitió marcar diferencias y empezó a destacarse en cada torneo que jugaba. En 2022 y 2023 integró la Sub 17 de Diego Placente, aunque quedó fuera de la lista para el Sudamericano y el Mundial. Con la sexta división de Newell’s, fue campeón del Torneo Internacional Sub 17 “Canteras de América”, con un gol en la final ante Panamá. También brilló en la Copa Criciúma de la categoría, donde su equipo alcanzó las semifinales. Tras esa explosión, ascendió a Reserva, donde también fue semifinalista de la Copa Proyección 2024 -cayó ante el River de Ian Subiabre-, y finalmente se incorporó al plantel profesional.
En medio de esa proyección llegó su primera convocatoria a la Sub 20, citado por Javier Mascherano para disputar una serie de amistosos. Poco después, el DT tomó las riendas de Inter Miami, club al que Silvetti se sumó en agosto por recomendación suya, tras un breve paso por la Primera de Newell’s, donde jugó 37 partidos, marcó seis goles y dio dos asistencias. Aunque su pase estaba valuado en 10 millones de dólares, la delicada situación económica de Newell’s obligó a venderlo por la mitad. “Fue la flor en el pantano”, dicen en Rosario sobre el atacante, que apareció en un momento complicado tanto dentro como fuera de la cancha y dejó una suma significativa de dólares en las arcas del club.
Alternativa de Alejo Sarco, el goleador argentino del Mundial, Silvetti fue, junto a Prestianni, una de las piezas clave del equipo desde el banco. De hecho, dos de sus tres goles llegaron tras asistencias del volante del Benfica, que se ganó un lugar en el once a partir de la lesión de Álvaro Montoro. Mimado por Messi en Miami, el 10 felicitó en sus redes a la selección y, en especial, al delantero rosarino: “¡Vamos, a la final! ¡Felicitaciones a todos! ¡Grande @toto.silvetti!”.
Placente tendrá tres días de entrenamiento para definir el equipo que enfrentará a Marruecos. En principio, Sarco mantendría su puesto, con Silvetti nuevamente como recambio, aunque el chico que sigue los pasos de Messi vuelve a anotarse para ir desde el arranque, con la ilusión de escribir su nombre en la historia de la selección.