El presidente francés Emmanuel Macron y el presidente norteamericano Joe Biden van a anunciar un alto al fuego en el Líbano “a alguna hora del martes”. Será después de frenéticas negociaciones y presiones sobre Francia, para que no detenga al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu por mandato de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra en Gaza, si pisa su territorio.
Líbano exigió que fuera Francia, con quien mantiene históricos lazos, quien garantizara este alto al fuego, que podría durar 60 días pero que no significaría el fin de la guerra.
El no de Israel a Francia
Israel había estado insistiendo en que Francia no fuera parte del acuerdo ni miembro del comité internacional que supervisará su implementación. Le atribuían una hostilidad percibida hacia Israel en los últimos meses, bajo el presidente Emanuel Macron, según las fuentes israelíes. Macron pidió repetidamente un embargo de armas a Israel, caracterizándolo como el camino hacia el fin de la guerra, lo que desató una crisis diplomática.
Una vez que Francia indicó el viernes que no se comprometería a arrestar al primer ministro Benjamin Netanyahu, a raíz de las órdenes de arresto emitidas contra él por la Corte Penal Internacional, cambió el gobierno israelí de opinión. Francia dijo que solo «toma nota» de la decisión. Así Israel estaba dispuesto a aceptar la participación francesa.
Alto el fuego, no el fin de la guerra
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, tenía previsto convocar este martes por la noche al gabinete de seguridad de alto nivel en Tel Aviv para aprobar un alto el fuego de 60 días con Hezbollah en el Líbano después de más de un año de guerra, dijo un funcionario israelí al diario The Times of Israel.
El funcionario enfatizó que Israel estaba aceptando un cese de las hostilidades, no un fin de la guerra contra Hezbollah. “No sabemos cuánto durará», dijo el funcionario sobre el alto el fuego. «Podría ser un mes, podría ser un año” especuló.
Fuentes libanesas y francesas dijeron el lunes por la noche que se esperaba que el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente francés Emmanuel Macron anunciaran “un alto el fuego de manera inminente». Pero nadie especula a qué hora.
En Washington, el portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, dijo: «Estamos cerca». Pero «nada está hecho hasta que todo esté hecho».
Cómo será
En el acuerdo, el ejército libanés podrá desplazarse al sur del Líbano, donde actualmente está combatiendo Hezbollah y donde vivían la población shiíta antes del masivo y obligado desplazamiento forzado por Israel.
Israel podrá atacar a Hezbollah si lo ve rearmarse o desplazarse en el área.
Israel ha insistido en que debería mantener el derecho a atacar el sur del Líbano si es atacado por Hezbollah. El Líbano se ha opuesto con anterioridad a formalizar esa garantía.
“La libertad de Israel para actuar en el Líbano después del alto el fuego está garantizada por una carta entre este país y Estados Unidos”, según fuentes diplomáticas. “Las Fuerzas de Defensa de Israel podrán operar no solo contra quienes intenten atacar a Israel, sino también contra los intentos de Hezbollah de aumentar su poder militar” explicó una fuente israelí.
Miedo israelí
Israel decidió que no tenía otra opción que aceptar un alto el fuego en parte por temor a que la administración estadounidense pudiera castigar a Israel con una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en sus últimas semanas de Biden en el poder, afirmó la fuente.
Israel también carece de las capacidades que necesita de Estados Unidos, incluidas 134 excavadoras D9.
Mientras tanto, un funcionario libanés dijo que Washington le había dicho a Beirut que se podría anunciar un acuerdo “en cuestión de horas”.
El vicepresidente del parlamento del Líbano, Elias Bou Saab, dijo el lunes que no quedan «obstáculos serios» para comenzar la implementación de la tregua propuesta por Estados Unidos.
Dijo que un punto de fricción sobre quién supervisará el alto el fuego se resolvió en las últimas 24 horas al acordar la creación de un comité de cinco países, incluida Francia, y presidido por Estados Unidos.
Siguen combatiendo
A pesar de los movimientos para detener los combates, tanto Israel como Hezbollah continuaron intercambiando disparos el lunes. El martes lanzaron un extensivo bombardeo sobre Beirut y sus tropas se instalaron en el río Litani.
Las tropas israelíes han realizado su avance más profundo hacia el Líbano desde el inicio de la guerra, avanzando hacia el norte hasta el río Litani, justo cuando se espera que el país apruebe un acuerdo de alto el fuego en su frente norte.
El ejército israelí dijo el martes que había asaltado la “infraestructura oculta en el complejo terreno” de Hezbollah, con armas escondidas en el interior de la ladera de la montaña en la zona de Litani.
El río marca una línea de demarcación en la que las milicias shiítas tendrían que retroceder, según el acuerdo que puso fin a los combates anteriores entre los bandos en conflicto en 2006.
Según los términos del proyecto de acuerdo, Israel retiraría sus tropas del sur del Líbano y serían reemplazadas por el ejército regular libanés en un plazo de 60 días.
Disidencias entre los shiítas
Durante años la población shiíta se instaló en el sur del país y en el sur de Beirut, en un barrio vigilado por Hezbollah. Ante el brutal bombardeo israelí al barrio y la muerte del líder y secretario general del partido, Hassan Nasrallah y la partida de su nuevo jefe, Nassan Khassem a Teherán para preservarse ante la decapitación del partido de Dios por Israel, los shiítas han comenzó a elevar sus quejas contra ellos. Hay una real división, a pesar del miedo, ante la destrucción que Hezbollah ha producido a su población, a sus casas, a sus negocios y a su futuro.
La furia se inició cuando explotó el puerto de Beirut, que estaba bajo su control, y el depósito de nitrato de amonio, que destrozó indiscriminadamente la ciudad. Dejó 200 muertos y 6.500 heridos en agosto del 2020. Los bombardeos y la huida de miles de desplazadas del sur en esta última guerra con Israel contribuyeron a este profundo malestar, cuando se habla que podría llevar al Líbano a otra guerra civil.
Los desplazados shiítas se instalaron en Hamra, un barrio de Beirut que es el territorio de los musulmanes sunnitas. Allí vivía el billonario Rafic Hariri antes de ser asesinado, en su mansión. Hoy el barrio ha sido colonizado por los shiítas del sur, los desplazados, mujeres en chador negro y los balcones convertidos en tendederos. Es la nueva imagen de la desolación y la pobreza de Beirut.
El temor a hablar
Pocos shiítas se atreverían a hablar por miedo a ser “percibidos como traidores”. Los cristianos y sunitas se habrían visto fortalecidos en su hostilidad hacia el partido shiíta. Pero la realidad es que en el país ha surgido un nuevo sentimiento: un rechazo a Hezbollah tan fuerte como el rechazo a Israel.
Hoy hay una relación “complicada”, exacerbada por la guerra.
Un comerciante que llegó del sur de Beirut volvió a su barrio a tratar de rescatar la mercadería de su negocio, en pleno barrio de Hezbollah, amenazado por más bombardeos israelíes. Lo consiguió.
Si bien su negocio ha estado completamente paralizado desde la escalada del conflicto a finales de septiembre, dice que «siempre ha odiado a Hezbollah». Incluso antes de que estallara la guerra entre el partido shiíta e Israel hace poco más de un año.
“Hezbollah es una resistencia a sueldo de Irán. Entramos en la guerra para servir a los cálculos regionales de Irán”, explicó este hombre, que admite que sus sentimientos hacia el partido shiíta son difíciles de discutir con su esposa y su familia política, todavía partidarios de Hezbollah, a pesar de la guerra que los ha desplazado. «Me gustaría que el partido depusiera las armas, pero como vengo del Sur, también me gustaría que Hezbollah fuera sustituido por alguien que pueda protegernos de Israel», continuó, que sin embargo cree que su deseo «no es realista».
Durante muchos años los ataques israelíes estaban centralizados en el sur del país, pero esta vez se extendieron a la capital misma. No hay lugar seguro en Beirut, con un millón de desplazados, que viven donde pueden. La diferencia de barrio para las 18 comunidades en las que está dividido el país se esfumó. El Banco Mundial calcula los daños materiales causados por la guerra en más de 8.500 millones de dólares.
“Hezbollah está librando una guerra absurda y nos ha llevado al caos. A sus partidarios les han lavado el cerebro”, suspira una shiíta de 34 años, que tuvo que refugiarse en Qatar en octubre, en un momento en que los ataques israelíes contra los suburbios del sur eran cada vez más violentos. “Apoyo cualquier resistencia contra Israel”, modera.
Del lado de los partidarios “incondicionales», una profesora establecida en Nigeria afirmó que la guerra reforzó sus convicciones. “Hezbollah es el único que puede hacer frente a Israel”, asegura.
Una relación difícil
Opiniones divergentes que reflejan la complejidad de la relación que une a los libaneses con Hezbollah. A su vez un movimiento de “resistencia” en la constitución libanesa, un partido político, una organización social y un ejército regional. Una relación exacerbada por la guerra, que pone de manifiesto aún más los sentimientos de adoración u odio hacia la formación pro-iraní, acusada de ser responsable del estallido del conflicto o, por el contrario, de ser el último baluarte contra el ataque israelí.
Estas dinámicas son bastante fluidas, dado que la mayoría de los libaneses hoy parecen sentir una sensación de hostilidad tanto hacia Israel como hacia Hezbollah.
Dentro de la comunidad shiíta, la más afectada por los combates, se expresa de manera mucho más discreta, dado el miedo, los tabúes y la fuerza del vínculo que aún une al partido con amplios sectores de esta comunidad.
Ante la magnitud de la tragedia, “los partidarios de Hezbollah, así como los miembros de la comunidad shiíta, están bajo presión y mantienen una relación complicada con el partido”, analizó el historiador Makram Rabah. «No pueden criticar a Hezbollah en este momento, para no ser vistos como traidores», explicó.