Como en esas películas de falso final, en la noche del viernes 6 de septiembre aparecieron patrullas y agentes encapuchados, armados y con chalecos antibalas para asediar la sede de la embajada de Argentina en Caracas y cortarle la luz. Un desembarco como si se tratara de un acción de guerra.
Este ha sido el peor episodio contra el sitio preservado teóricamente por tratados internacionales, donde se refugian seis opositores, colaboradores cercanos de María Corina Machado. La ofensiva comenzó cerca de las 8:30 de la noche, según las primeras alertas enviadas por los asilados pidiendo ayuda.
Este sábado los agentes seguían apostados en la calle de la embajada, cerraban el tránsito e impedían el paso de periodistas. A una persona que les llevaba desayuno a los asilados no la dejaban pasar, pero ella los convenció de que es un gesto humanitario y los guardias accedieron. “También les dejó café y desayuno a algunos de ellos”, dijo una fuente.
Hace pocos días, el gobierno de Brasil había intercedido para que Nicolás Maduro accediera a reconectar la electricidad a la bucólica quinta Buenos Aires, en la calle Las Lomas, de la exclusiva urbanización Las Mercedes.
La legación lleva 10 días desconectada de la red eléctrica y dependía solo de las plantas generadoras para racionar la energía durante ocho horas diarias .
La quinta Buenos Aires queda en una colina, a donde se llega por una calle serpenteante callejuela desde la parte plana del barrio comercial de Las Mercedes. Ese es un vecindario famoso donde las antiguas casas solariegas fueron demolidas con los años para dar paso a centros comerciales y tiendas de lujo. Hoy son negocios muy frecuentados también por los “enchufados” como le dicen en Venezuela a los nuevos ricos que amasan fortunas a la sombra de sus relaciones con el régimen.
Por esos curiosos azares de la trama, la embajada de Argentina es vecina de las de Rusia y Corea del Norte. Sus espacios amplios, en varios niveles con vista al horizonte, han albergado eventos culturales y recepciones diplomáticas, pero no a otros huéspedes. La institución del asilo es una figura de América Latina, confiaba en estos días María Corina Machado, sin ocultar su voz quebrada y sus ojos mojados cuando habla de la situación de sus más cercanos colaboradores y de la dificultad de salvar a otros de la persecución.
«Demasiado gente presa»
La noche del 29 de julio Magalli Meda, una de ellas, rompió el protocolo y desde una pequeña ventana de romanillas de vidrio se dirigió a un puñado de opositores que en motocicletas llegaron hasta el frente de la embajada, mientras en todo el país se sucedían las protestas por la proclamada reelección de Maduro sin presentar pruebas de los resultados. “Ya hay demasiada gente presa, ya no más. El testigo lo tenemos los venezolanos, no le pidamos más a María Corina y para que esto salga bien hay que hacerlo en paz”, gritaba a los seguidores desde el interior de la embajada.
La oposición confiaba con firmeza en que se iniciaría una transición hacia la democracia y acaso por eso los asilados se arriesgaron a interactuar de manera presencial con sus seguidores. Fue la última vez que aparecieron en público.
Después que en días pasados los dirigentes refugiados declararon a medios como NTN24 y al New York Times, Maduro elevó su queja y Brasil les puso nuevas restricciones, por lo que no han vuelto a hablar con la prensa o a comunicarse públicamente más que para denunciar este asedio.
En un par de imágenes que acompañaban esos reportajes la bandera de Brasil aparecía en el trasfondo. Loa asilados son la citada Magalli, jefa de la campaña de Machado y responsable de coordinar los “Comanditos”, con cientos de miles de voluntarios con tareas específicas para cuidar los votos y las actas el 28 de julio. El chavismo dice que esa es una red terrorista.
También está la joven periodista y cantante Claudia Macero, responsable de las comunicaciones de Vente Venezuela, y de la exitosa estrategia de redes sociales que les permitió sortear la evidente censura de los medios tradicionales.
Pedro Urruchurtu es un joven abogado y politólogo, responsable de las relaciones internacionales del movimiento y del partido Vente, de María Corina.También se mantuvo activo trabajando desde este encierro. En uno de sus pocos comentarios personales en las redes cuando cumplió 100 días refugiado (ya llevan 170) hablaba sobre su vida bajo la protección y seguridad de un país amigo.
“Aunque la lucha es contra el olvido y la inercia, siempre me siento afortunado a diferencia de mis compañeros cuyo destino ha sido las mazmorras del régimen”, relataba al contar sus rutinas de ejercicio, meditación y trabajo en salas y patios de esta quinta con una vista amplia a la majestuosa montaña El Ávila, que arropa a Caracas.
No se equivoca. La ONG Foro Penal cuenta hasta la fecha 1.793 presos políticos registrados. Posiblemente sean muchos más.