Ella pisó el escenario, se dirigió directamente hacia su oponente y le extendió la mano: “Soy Kamala Harris. Tengamos un buen debate”, se presentó, porque era la primera vez que se veían las caras. Donald Trump pareció dudar, pero le correspondió el saludo: “Encantado de verla”, dijo. Y así comenzó el crucial encuentro televisivo en la turbulenta carrera por la presidencia de los Estados Unidos donde los candidatos se sacaron chispas con un Trump que lució por momentos enojado y a la defensiva y con Harris que logró superar con claridad su primer enorme test electoral.
Una encuesta rápida de CNN entre quienes miraron el debate reveló que un 63% dijo que Harris había ganado la contienda, mientras que un 37% se inclinó por Trump. Y había pasado de imagen favorable de 39% a 45% después del debate.
Hubo de todo: Harris azuzó a su rival y recordó a los espectadores que Trump es un delincuente convicto y lo acusó de ser amigo de dictadores y que es “débil” y antidemocrático. El la calificó de radical izquierdista, de ser “la peor vicepresidente de la historia”, y que ahora se había “vuelto negra”, en relación a su ascendencia jamaiquina. También aseguró que las políticas de la demócrata provocaron una “peligrosa invasión” de inmigrantes indocumentados que incluso “se comen perros”, una teoría conspirativa conservadora que circula en las redes.
Pero más allá de las acusaciones, Harris buscó dar un mensaje de futuro a los televidentes y buscar un perfil propio porque ella era la que debutaba en un debate presidencial: “Claramente no soy Biden y no soy Trump. Lo que ofrezco es una nueva generación que lidere este país”, dijo, y propuso “comparar los planes” de gobierno.
Había enorme expectativa por este cara a cara organizado por la cadena ABC, en el National Constitution Center en Filadelfia, Pennsylvania, un estado fundamental para ganar las elecciones del 5 de noviembre.
Es que en una campaña cortísima y tormentosa, en la que hubo un atentado y un candidato que renunció, las encuestas mostraron estos días que el ímpetu inicial de Harris se frenó y Trump remontó: hoy existe un virtual empate a nivel nacional (dentro del margen de error de las encuestas) y también en estados clave como Michigan, Wisconsin, Pennsylvania y Georgia, y el apoyo del magnate parece ir en ascenso estos días.
Por eso, los candidatos apuntaron sus mensajes a los indecisos en estos estados que son los que pueden hacer cambiar las elecciones. Los televidentes pudieron ver un duelo picante, cruzado de ataques y contraataques y donde los moderadores tuvieron que intervenir varias veces para corregir informaciones erróneas que el republicano lanzaba. Es difícil ver cómo impactará el debate en los indecisos. Pero Trump fue Trump y ella estuvo sólida. Claramente no hubo algo que inclinara drásticamente la balanza.
La economía tomó buena parte del debate porque es la principal preocupación de los estadounidenses, sobre todo la inflación. Kamala arrancó nerviosa este tramo. Ella dijo que quería crear una «economía de oportunidades» y acusó a Trump de “no tener un plan”. “Lo único que hace es defenderse a sí mismo y no a usted”, dijo dirigiéndose a los televidentes.
Trump dijo que en su gobierno no había inflación y que la economía actual era “terrible”. “La peor de la historia de la nación”, un “desastre para la gente”, señaló. Y dijo que él había creado “una de las mejores economías en la historia del país”. Ella dijo que lo que hizo la administración demócrata “fue limpiar el desastre de Trump”.
El republicano buscó atacar la credibilidad de Harris, marcando algunos temas en los que ella había cambiado de opinión sobre todo en cuestiones de impacto ambiental como la prohibición del fracking o la obligación de las automotrices de producir solo autos eléctricos para 2035, que antes apoyaba y ahora no. También con la desfinanciación de la policía. “Es una radical extremista”, dijo. “Mis valores no cambiaron”, se defendió ella.
Algunos aspectos del debate habían sido duramente peleados antes del duelo. Primero fueron los micrófonos porque los demócratas querían que estuvieran abiertos mientras el otro candidato hablaba. La idea era que Trump no pudiera contenerse y se mostrara “irracional”, pero finalmente los micrófonos permanecieron cerrados y eso benefició al magnate. Otro detalle fueron los atriles. La campaña demócrata pidió que se bajara la altura del podio de Harris –que mide 1,65– para que no pareciera pequeña ante el 1,90 de Trump. Eso se lo concedieron.
No se extrañaron los micrófonos abiertos y en el transcurso del debate ella ganó confianza. Ella miraba a Trump y sonreía y a veces negaba con la cabeza y a veces podía leerse claramente en los labios: “no es verdad”, cuando escuchaba algo de Trump. El republicano apenas la miró en toda la noche.
Pero igualmente ella logró sacarlo de las casillas en varios momentos, en temas que le duelen. Como por ejemplo cuando dijo que la gente se estaba yendo de los actos del republicano porque eran “aburridos”.
«Les pido que asistan a los mitines de Trump porque es muy interesante. Habla de personajes de película, que los molinos de viento causan cáncer y muchas personas se van antes de tiempo porque están aburridos y cansados. No lo van a escuchar hablar de las necesidades de la gente«, disparó.
Harris tenía la misión urgente, sobre todo, de dar a conocer sus propuestas porque los sondeos indicaron que un 28% de los que aún no decidieron su voto quieren saber más sobre sus ideas. No pudo demasiado, pero propuso comparar los planes de gobierno.
Aprovechando ese hueco, Trump buscó toda la noche definirla como una “izquierdista” que llevaría a Estados Unidos al socialismo. La llamó «marxista» y resaltó el historial de su padre como académico. «Su padre es un profesor marxista de economía», dijo Trump.
Era de esperar que Trump disparara sobre Harris por la inmigración, uno de los puntos más débiles de la candidata, que tuvo la difícil misión de disminuir la migración desde Centroamérica pero no tuvo éxito. El republicano puso sobre la mesa una teoría conspirativa y falsa que circuló por usuarios de redes conservadoras: que inmigrantes haitianos que llegaron a una ciudad de Ohio durante el gobierno de Biden-Harris, habían sido descubiertos matando gatos y patos de los residentes para comer.
La policía desmintió la información, pero Trump y sus seguidores inundaron las redes con el magnate protegiendo gatos y patitos. Su micrófono estaba apagado, pero ella se rio y negó con la cabeza y pareció decir: «¿Qué?» El moderador le recordó que la policía aseguraba que eso era falso.
Harris dijo que ella era la única que había enjuiciado como fiscal a bandas de traficantes de personas. Y que trabajó en el Senado para lograr una legislación bipartidista sobre migración que Trump no quiso que se aprobara porque “prefirió seguir con el problema en lugar de arreglarlo”.
La vicepresidenta eligió intencionalmente la pelea, sacando a relucir las acusaciones pendientes contra Trump y sus condenas por delitos graves en Nueva York. El exmandatario contraatacó, acusando infundadamente a Harris y a la administración Biden de «convertir al gobierno en un arma» para enjuiciar a su oponente político.
Harris ganó solvencia cuando atacó a Trump por el aborto, un tema que el republicano prefiere evitar porque las encuestas indican que la mayoría está a favor del derecho a la interrupción del embarazo. La demócrata dijo que su rival busca limitar aún más el derecho, que ya fue recortado por la Corte Suprema.
“Los demócratas son radicales con eso”, dijo Trump, y agregó que ellos quieren “que se pueda abortar a los 9 meses e incluso después”. Kamala miraba espantada y negaba con la cabeza cuando Trump la acusaba de algo que los demócratas claramente no defienden.
La moderadora dijo que no había ningún estado donde se permitiera matar a un niño después de su nacimiento. “Hemos escuchado una serie de mentiras”; dijo Kamala a su turno. Fue el mejor momento de Kamala. Se la vio conmovida por la situación de muchas mujeres y apeló varias veces a la cámara para hablar directamente a la audiencia.
Cuando le preguntaron a Trump si se arrepentía de su accionar en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2020, dijo que él no había hecho nada y acusó a la líder de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi de no haber hecho su trabajo. Y ella habló a la audiencia: “Yo estaba allí”, dijo y clamó: “No volvamos a esto, no volvamos atrás”.
Harris repetidamente pidió “dar vuelta la página” y pidió “hablar de los programas” y dijo que ella “tenía un plan”. Pero, en su alegato final, Trump asestó una pregunta que muchos trumpistas esgrimen: ¿Por qué ella no lo hizo antes, en sus tres años y medio en la Casa Blanca?
Cuando se apagaron las luces, luego de 90 minutos de duro debate, Trump enseguida abandonó el escenario por un lado y ella se fue por el otro. Al final, no hubo saludos.