Con una vigorosa denuncia contra la carrera armamentista en el mundo —cuyos gastos militares aumentaron un 9,4% anual en 2024—, el Papa trazó su mensaje para la 59ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el 1 de enero. En él, aseguró que “la paz no es una utopía” y llamó a un “despertar de las conciencias”.
En su exhortación por la dramática situación que se vive, invitó a los jóvenes a vigilar la instrumentación de la religión para “bendecir el nacionalismo, la guerra y la lucha armada”, calificándola como “una blasfemia que oscurece el nombre de Dios”.
El Papa denunció la carrera hacia la Inteligencia Artificial (IA) en el ámbito militar, viendo en la delegación a las máquinas una “espiral destructiva”. “Constatamos hasta qué punto los avances tecnológicos y la aplicación de la inteligencia artificial en el ámbito militar radicalizan la dimensión trágica de los conflictos armados”, lamentó el Pontífice.
“Se asiste, incluso, a un proceso de desresponsabilización de los dirigentes políticos y militares debido a la creciente ‘delegación’ a las máquinas de las decisiones relativas a la vida y la muerte de las personas humanas”. Señaló que ello constituye una “espiral destructiva sin precedentes”, refiriéndose al uso bélico de la IA. Asimismo, evocó “un gran sentimiento de impotencia ante el curso de los acontecimientos, cada vez más incierto”.
“En este escenario”, agregó León XIV, “no se debe olvidar la importancia del diálogo, que significa no destruir los ‘puentes’ y no insistir en el registro de los reproches, sino privilegiar la vía de la escucha y, en cuanto sea posible, del encuentro con las razones de los otros”.
“Desde mi elección como Obispo de Roma, he querido insertar mi saludo en el coral anuncio de una paz desarmante y desarmada. Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz humilde y perseverante que procede de Dios, quien nos ama a todos incondicionalmente”.
León XIV observa en su mensaje cómo, en la relación entre ciudadanos y gobernantes, se llega a considerar “una culpa el hecho de que no se preparen lo suficiente para la guerra, para reaccionar a los ataques o para responder a la violencia”.
Es una lógica que va “mucho más allá del principio de legítima defensa” y que, en el plano político, alimenta la “desestabilización planetaria”. Esta situación asume cada día más dramatismo e imprevisibilidad, siendo presentada por muchos gobernantes bajo la “justificación de la peligrosidad de los otros”.
Aunque el Papa no cita explícitamente las guerras en Ucrania, en Medio Oriente o en otras partes del mundo donde crecen los conflictos, traza un cuadro de situación para ayudar a las iniciativas que promuevan la justicia y la dignidad humana, buscando erradicar los enfoques fatalistas que ven los conflictos como productos de fuerzas impersonales.
León XIV concluye su mensaje haciendo un llamado a todos los creyentes para abrirse a la paz, “a reconocerla y aceptarla”. Invita a todos a ser parte activa de un futuro sin guerra, basado en el entendimiento mutuo, la reconciliación y el respeto a la dignidad humana.

