Dos generaciones frente a frente. El más joven primer ministro de Francia, Gabriel Attal (32) transfirió el poder a un diplomático, ex ministro y negociador gaullista del Brexit, Michael Barnier (72) después de dos meses y medio sin gobierno en Francia. Un impasse que puso al país al borde del déficit democrático después de la inconsulta y peligro disolución de la Asamblea Nacional, cuyos resultados dejaron a Francia sin mayoría.
En el palacio de Matignon, en un jueves tormentoso en Paris, se produjo la transferencia de poder mientras los funcionarios despedían cálidamente a Attal, que es el más popular para ser primer ministro. Pero ha roto sus relaciones con Emmanuel Macron, que no lo consultó con la disolución de la Asamblea.
El diplomático Barnier negoció el Brexit por la Unión Europea con Gran Bretaña. Fue dura pero con “fair play”. Por esto este gaullista social y hábil negociador es más popular entre los británicos pro europeos que entre los franceses de la nueva generación política. Ellos lo ven como “un dinosaurio gaullista” frente a un macronismo irreverente y un presidente que , aun derrotado, quiere demostrar con esta designación ,“a su tempo”, que continúa con el poder.
Pero su designación era inevitable porque Bernrd Cazeneuve y Xavier Bertrand, la fórmula inicial de Macron para Matignon, iba a caer bajo un voto de censura.
La transferencia del poder
“Francia tiene un nuevo primer ministro. Quiero felicitar a Michel Barnier. Nos conocemos hace muchos años. Usted tiene una función sin igual en lo internacional y en Europa .Una persona que ha tenido negociaciones duras como Brexit sabrá como conducir a Francia. Ser primer ministro es el honor de la vida por servir al país”, dijo Gabriel Attal, que agradeció a Macron su designación y a los miles de franceses que se encontraron con él. “Ser primer ministro es confrontarse con lo mejor y con lo peor”, dijo Attal, que deja una herencia de un habilidoso político y de ser el premier gay de Francia.
No disimuló su frustración de solo haber podido ejercer el poder por poco tiempo .«Ocho meses es un tiempo demasiado corto”, dijo. ”La política francesa esta enferma en Francia pero creo que puede curarse” aseguró Attal, que liderará el oficialismo en el Parlamento. Recordó con afecto a sus padres y a su madre, que lo educó. Luego se fue caminando hasta la Asamblea Nacional, donde se ha sido elegido diputado, en un acto de desafío a la autoridad del macronismo. La interna del oficialismo abierta a la sociedad francesa.
Barnier llegó en un auto hibrido desde su domicilio en el barrio VII, a cinco minutos de la rue de Varenne, donde se encuentra su nueva residencia de primer ministro. No caminó por decisión de su grupo de seguridad.
El traspaso de poder fue caluroso, amistoso, cordial. Como una transferencia irreal de hijo a padre. Attal dio un largo discurso de política general más que de despedida, usando su extraordinaria popularidad e irreverencia.
“Estamos en un momento grave”, admitió el nuevo premier Michel Barnier . Decir la verdad sobre la deuda pública, la migración matrizada y la influencia de Francia en Europa fue su promesa . “Y yo diré la verdad” prometió. “La unidad y la calma” serán su objetivo y “actuar antes que hablar”.
La visión de Barnier
Macron nombró a Michel Barnier para suceder a Gabriel Attal como primer ministro. Sin embargo, desde 2017, el ex ministro de derecha y comisario europeo ha criticado en numerosas ocasiones las políticas del jefe de Estado.
Según el Elíseo, el jefe de Estado aseguró que el próximo gobierno “reúne las condiciones para ser lo más estable posible”. ¿Cómo será la conciliación?
Si Barnier ha sido visto en varias ocasiones como «compatible con Macron», el ex jefe negociador de la Unión Europea no siempre ha sido amable con el presidente. En primer lugar, Barnier había expresado recientemente sus reservas sobre la decisión de Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional, que calificó de «apuesta muy arriesgada».
«Tenemos que tener mucho cuidado con lo que podría pasar en Francia», dijo al Telegraph, y pidió a los franceses que «observen lo que ha sucedido en el Reino Unido desde el Brexit». Según él, Emmanuel Macron desencadenó un “momento Frexit” en Francia.
Barnier también se mostró muy crítico en varias ocasiones con el macronismo. Tras los resultados de las elecciones legislativas de 2022, en las que el bando presidencial perdió su mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, afirmó que «el macronismo, este poder central experto en ‘al mismo tiempo’ que quería borrar todo entre él y los extremos , están destinados a desaparecer en 2027”.
Barnier se codeará ahora con la Asamblea Nacional, cuando su partido salió tercero en la elección. El riesgo es que se organice un voto de censura liderado por la izquierda y apoyado por el resto de la Asamblea Nacional. La Francia Insumisa considera que le han robado la elección y no han respetado a los resultados.
Barnier tiene experiencia . Ha sido ministro, canciller, diplomático. No tiene grandes enemigos y es conocido por respeto para tratar a todos con calma y gracia. Su gran problema en la Asamblea puede ser el voto de censura, que fue lo que enterró las candidaturas del socialista Bernard Cazeneuve y el gaullista Xavier Bertrand como primeros ministros ayer. Barnier podría estar salvado de esa instancia hasta ahora, si el lepenismo se abstiene.
Cuándo irá a la Asamblea
Su primer encuentro con los diputados podría ser su declaración de política general, prevista en el artículo 49, apartado 1 de la Constitución. Nada le obliga a hacerlo, incluso si todos los jefes de gobierno de Emmanuel Macron –Edouard Philippe, Jean Castex, Elisabeth Borne y Gabriel Attal– se han aferrado a ello.
La única obligación de respetar este ejercicio ritual de la Quinta República: la presencia de los parlamentarios en el hemiciclo. Sin embargo, los diputados no se sientan ahí ininterrumpidamente. La Constitución prevé un período ordinario de sesiones “de derecho” desde el 1 de octubre hasta el último día de junio. Aparte de estos puntos, los diputados no se reúnen y, por tanto, no pueden aprobar una ley.
En el Parlamento el tiempo se acaba. Por tanto, la Constitución prevé que sus dos cámaras puedan reunirse en sesiones extraordinarias. Sólo el Primer Ministro, así como la mayoría de los diputados, es decir, 289 funcionarios electos, tienen derecho a reclamarlo.
Las sesiones especiales suelen tener lugar en julio y septiembre. Se convoca una sesión con un orden del día preciso, textos que los diputados examinarán. El nuevo Primer Ministro podría solicitar esta sesión para hablar con los parlamentarios y poner sobre la mesa sus grandes proyectos. Sólo el Presidente de la República abre y cierra esta sesión, mediante decreto.
Si convoca esta sesión extraordinaria en el Palacio Borbón, Barnier también se expondrá inmediatamente a una moción de censura.
La líder de la Agrupación Nacional, Marine Le Pen, exigió, tras su reunión con el Jefe de Estado el 26 de agosto, la apertura de una sesión extraordinaria. La diputada de Pas de Calais desea “estar en condiciones de ejercer la censura si fuera necesario”. Los comunistas también pidieron sentarse antes de que se reanude la sesión ordinaria. El resto del calendario aún no está claro.
Con una Francia en profunda crisis, los jefes de los once grupos parlamentarios tendrán la oportunidad de reunirse durante la primera conferencia de presidentes.
Además de estos obstáculos presupuestarios que prometen ser peligrosos para el jefe de Gobierno, otros aspectos de la vida parlamentaria corren el riesgo de agitar a los diputados. Como el primer “nicho” de la sesión, el 31 de octubre, día reservado a los textos de la Asamblea Nacional. El grupo lepenista ya tiene previsto proponer la derogación de la reforma de las pensiones.
¿Cómo será la oposición?
El nombramiento de Barnier también podría reorganizar las cartas dentro de los diferentes grupos políticos . En la apertura de la 17ª legislatura, en julio, ocho grupos se declararon en la oposición: los comunistas, los socialistas, los ecologistas y los rebeldes, además de Liot, RN y la derecha republicana. Se habían unido el grupo Les Démocrates (ex-Modem) y Horizons.
Barnier llega al gobierno de Francia en medio de una profunda crisis política, económica y financiera y deberá decir como resolverla.
Barnier es riguroso, calmo, tiene la autoridad y su personalidad puede reasegurar en un momento en que el escenario político es eléctrico. Encontrará sobre su escritorio iniciales con decisiones a tomar de todo tipo: desde la aprobación de la asociación Anticor hasta la firma de múltiples decretos de aplicación de las leyes aprobadas anteriormente, incluido el próximo presupuesto. Y varios plazos son imprescindibles en su agenda para las próximas semanas.
La elección de sus ministros es otro problema. ¿Elegirá un gobierno de Republicanos conservadores, de derecha, o de emergencia nacional o técnico?. No es una tarea fácil, ya que el Primer Ministro tendrá que componer su gobierno respetando equilibrios que le permitan no ser derrocado tan pronto como asuma el cargo. Algunos creen que finalmente Macron ha hecho un sutil acuerdo con el lepenismo que ayudará a mantenerlo en el poder. Algunos de los ministros dimitidos, como Nicole Belloubet durante su conferencia de vuelta al colegio en el Ministerio de Educación Nacional el 27 de agosto o Rachida Dati, en France Inter al día siguiente, («si podemos ser útiles a Francia, todavía no van a decir que no»), ya han anunciado que se quedarán si se les pide.
No es el caso del ministro de economía Bruno Le Maire, que pone fin a su contrato de siete años en Bercy y está pensando en volver a la docencia.
El nuevo Primer Ministro llega a Matignon varios días después del regreso de los estudiantes a las escuelas. Si quiere calmar el descontento en el mundo educativo, el próximo gobierno puede abordar los salarios, los puestos y las condiciones laborales.
Barnier entra en Francia en emergencia y representa un viraje a la derecha de Macron, con un personaje que nadie esperaba.
Esta fecha no es negociable, está consagrada en la ley. El nuevo ocupante de Matignon debe, según la ley, a más tardar el primer martes de octubre, presentar a la Asamblea el proyecto de ley de finanzas (PLF) para 2025, que habrá presentado previamente (mediados de septiembre) al Consejo de Estado y el Consejo Superior de Finanzas Públicas. Plazos que podrían posponerse unos días. Queda por ver si tendrá el tiempo y la voluntad para reelaborar el proyecto de presupuesto que le dejó el gobierno de Attal o si dejará que los parlamentarios lo hagan, sobre todo porque la situación presupuestaria no mejora.
Michel Barnier también debería aprovechar su antiguo estatus como comisario europeo para enviar algunas señales de tranquilidad a Bruselas mientras el déficit público disminuye.
En lugar de convocar manifestaciones a partir del 7 de septiembre, los sindicatos eligieron el martes 1 de octubre. Antes juzgarán al nuevo primer ministro Michel Barnier.