Sabemos bastante de la época de la Antigua Roma, incluso tenemos una idea de la dieta que llevaban, pero, ¿qué ocurría cuando empezaban las travesías por mar? ¿De qué se alimentaban? Hace 1.700 años, un barco se hundió hasta el fondo del Mediterráneo cerca de la actual España. Poco después de hundirse, el navío de la época romana quedó cubierto de arena y sedimentos, lo que preservó el barco y gran parte de su contenido. De ese acontecimiento tuvimos una primera pista hace unos meses. Ahora hemos descifrado la receta de los romanos en alta mar.
La noticia. Una nueva investigación publicada en el Journal of Maritime Archeology liderada por el investigador Herman va Vliet revela los entresijos detrás de la dieta y la preparación de platos de los romanos cuando se embarcaban en largos viajes en el Mediterráneo. El truco: un poco como hoy, las “cocinas” se fueron actualizando a medida que lo hacía la sociedad y las propias embarcaciones.
El estudio de mayo. Como decíamos al inicio, hace unos meses ya descubrimos que las cocinas romanas en alta mar no era cualquier cosa. En el naufragio frente a Mallorca de hace 1600 años, el barco transportaba un raro manjar culinario: una salsa de pescado fermentada conocida como liquamen o garum. Al parecer, los arqueólogos encontraron el condimento lleno de umami en muchas de las 300 jarras de cerámica selladas, o ánforas, que se hundieron con el barco.
También identificaron trozos de espinas de pescado en algunas, lo que sugiere que el liquamen se hizo con anchoas y sardinas. No solo eso. Otras ánforas también contenían delicias comestibles, incluido aceite de oliva, vino o vinagre, y posiblemente aceitunas conservadas en una salsa de reducción de vino. Cada jarra estaba etiquetada con una inscripción pintada que identificaba el contenido de la embarcación. Incluso encontraron vides, juncos y otras plantas leñosas probablemente destinadas a ayudar a proteger las ánforas durante el viaje.
Comer en alta mar (y caliente). En el nuevo estudio ahora sabemos que, contrario a lo que se puede presuponer, los romanos no dependían exclusivamente de alimentos fríos o conservados. Según cuenta en su trabajo Van Vliet, las excavaciones de naufragios antiguos han revelado la presencia de cocinas rudimentarias a bordo. Estas cocinas incluían grandes calderos y hornillos primitivos, permitiendo preparar comidas calientes, lo cual, obviamente, representaba un lujo, aunque necesario, para sobrellevar los rigores del mar.
¿Y los alimentos? Uno de los más comunes era el pan de cebada, que tenía la ventaja de durar mucho tiempo sin echarse a perder. Sin embargo, los marineros también pescaron durante el viaje para conseguir proteínas frescas. Es más, se han encontrado anzuelos y redes de plomo en varios naufragios, lo que confirma que la pesca era una práctica común. Dicho esto, las tormentas y el mal tiempo a menudo les obligaban a depender de provisiones de pescado seco o conservado.
Otras calorías. Por supuesto, había más. Por ejemplo, los granos y legumbres formaban parte esencial de la dieta a bordo, en este caso utilizados para hacer sopas y papillas que proveían una fuente rápida de calorías. Además, restos de estos alimentos, como granos, aceitunas y frutos secos, han sido hallados en varios naufragios, lo que sugiere su importancia en la dieta diaria de los marineros.
Ante todo, seguridad. Los romanos lo tenían todo controlado, al parecer. Una de las revelaciones más fascinantes del trabajo tiene que ver con cómo cocinaban en barcos de madera sin poner en riesgo la seguridad de la nave. Como explica Van Vliet, el uso de braseros y hornillos de carbón, los cuales producían calor sin llamas abiertas, minimizaban el riesgo de incendios.
Además, se han encontrado restos de tejas y ladrillos en naufragios (como el anterior descrito), utilizados para proteger las áreas de cocina y prevenir accidentes. Por si todo esto fuera poco, el estudio también ahonda en técnicas culinarias ciertamente sofisticadas para la época. A saber: un brasero con un tanque de agua descubierto en la costa de Israel, uno que permitía controlar la temperatura y evitar que el plomo del brasero se derritiera. Esto demuestra el ingenio romano en la creación de tecnologías adaptadas a las condiciones marítimas, a menudo extremas.
Conclusión. Parece bastante claro que los romanos eran gente muy preparada. La capacidad de los marineros para preparar alimentos calientes, a pesar de las difíciles condiciones, refleja la evolución de las tecnologías culinarias en altamar y su papel crucial en la supervivencia.
La cocina en los barcos no solo era posible, sino una necesidad para asegurar el bienestar de la tripulación en viajes largos y peligrosos. Plus: era cuestión de vida o muerte, literalmente. Además de subir la propia moral de la tripulación a través de un buen plato, garantizaba la eficiencia durante los largos viajes y el éxito final de las misiones.
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