En junio conocimos Apple Intelligence. En septiembre la hemos redescubierto. Sin fanfarrias, Apple refrescó su propuesta de Inteligencia Artificial en su mejor escaparate anual: la presentación de los nuevos iPhone. Una jugada sutil, pero calculada.
Mientras gigantes y startups libran la batalla de los chatbots y los asistentes en la era de la IA, Apple está trazando su propio camino. No intenta reinventar la rueda, sino pulirla a la perfección. Eso no implica que el desenlace vaya a ser perfecto.
Su estrategia pasa por integrar la IA en el ADN de sus aplicaciones y servicios. Es un equilibrio complicado entre lo familiar y lo novedoso, pero corre el riesgo de pasar desapercibido.
La privacidad que Apple quiere convertir en su estandarte es importante para su IA. El procesamiento local, su as bajo la manga. Promete respeto por los datos del usuario, pero paga el precio de la potencia.
Nuestra prueba, apenas de las primeras funciones disponibles, lo confirmó: Apple Intelligence funciona bien, pero va un paso por detrás de ChatGPT o Claude manejando textos.
Claro que Apple Intelligence es mucho más que eso y su gran baza es el acceso permanente a todo el contenido de nuestro dispositivo.
El despliegue gradual de Apple revela dos caras de la moneda:
- La cautela como señal de identidad. A una startup se le pasa por alto que su chatbot alucine o dé respuestas erróneas si su producto es lo suficientemente espectacular. A una gran tecnológica no. Lo vivió Google con sus resultados de búsqueda sintéticos y lo quiere evitar Apple con un lanzamiento controlado. Esa prudencia le puede dejar rezagada en IA.
- Una difícil gestión de las expectativas. Acostumbrados a grandes lanzamientos, Apple Intelligence es casi invisible. Sin apenas botones dedicados, depende de Siri y de las acciones contextuales que podemos olvidar usar.
Apple está redefiniendo la IA en nuestros dispositivos: no es una entidad separada y llamativa, sino una mejora sutil que llega a cada rincón. El éxito de esa estrategia pende de un hilo: lograr una integración fluida con beneficios cotidianos tangibles.
El contraste es evidente. El resto están corriendo, Apple está de caminata. Despliega las funciones por goteo, por idioma, por región. La cautela se choca con el retraso.
Apple Intelligence representa la filosofía de la empresa: no ser pioneros, sino perfeccionistas. La pregunta es si va a conseguir un nuevo éxito en el mercado con su visión única o si va a llegar demasiado tarde a la fiesta de la IA. Y dependiente de otros. De momento, los nuevos iPhone 16 no van a tener Apple Intelligence durante su primer mes a la venta. Es chocante.
El tiempo dirá. Mientras, Apple sigue su camino, fiel a su estilo, con un riesgo inherente cuyo desenlace veremos en el futuro. O líder visionaria, o seguidora tardía.
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