En Estados Unidos los coches son especialmente grandes y pesados. Esa seña de identidad del país norteamericano lleva tiempo siendo un problema allí, porque la siniestralidad en las carreteras estadounidenses está directamente impactada por esta situación.
La física es inapelable. Un estudio de The Economist ha permitido analizar cerca de 7,5 millones de colisiones entre dos vehículos en EEUU entre 2013 y 2023. Las conclusiones dejan claro que las leyes de la física son contundentes y lógicas: si un coche pequeño se choca con uno más grande, el riesgo de siniestralidad para este último es relativamente pequeño, mientras que en el caso del coche pequeño, esa siniestralidad aumenta de forma notable.
Nos sentimos más seguros en los SUV porque lo son (para nosotros). El auge de los SUV ha sido espectacular en todo el mundo, y EEUU no es la excepción. Entre 1990 y 2005 la cuota de mercado de estos coches pasó del 6% al 26%, y eso provocó que el peso medio de los coches en ese país pasara de los 1.550 kg a los 1.860 kg. Organismos como The Competitive Enterprise Institute indicaron en The Wall Street Journal antes de que acabara el milenio pasado que «los grandes vehículos son la solución, no el problema». Era una frase peligrosa.
Mejor para mí, peor para los demás. Pronto se comprobó que aquella tendencia a hacer y comprar coches cada vez más pesados era peligrosa. Un estudio publicado en 2004 por Michelle White, de la Universidad de California en San Diego, hablaba de la «carrera de las armas» en las carreteras de EEUU. Los conductores se compran coches más pesados para estar protegidos ellos sin pensar que pueden ser un riesgo para los demás. En el estudio White calculó que por cada accidente mortal evitado por un todoterreno o una camioneta, se producían otros 4,3 entre otros conductores, peatones y ciclistas. En 2014, Michael Anderson y Maximilian Auffhammer, de la Universidad de California en Berkeley, indicaron en otro estudio que cuando dos coches chocan, un aumento de 1.000 libras (casi 454 kg) en el peso de uno de los vehículos eleva la tasa de mortalidad en el otro en un 47%.
Y tras cierto límite, más peso no te protege mucho más. No solo eso: estudios como el de Brian O’Neil y Sergey Kyrychenko del IIHS en 2004 indicaban que a partir de cierto punto, hacer un vehículo aún más pesado no aporta apenas nada al conductor en materia de seguridad, pero sí es aún más peligroso para el resto de conductores y usuarios de las vías. «Llega un momento en que los vehículos pesados cuestan más vidas de las que salvan».
¿Coche grande, ande o no ande? Las conclusiones mostradas en The Economist confirman cómo el problema se ha agravado. El 1% de los coches más pesados (unos 3.100 kg) sufren una siniestralidad de 4,1 muertes por cada 10.000 colisiones de media. En coches de tamaño medio (1.550 kg) esa cifra es del 6,6 por cada 10.000, pero es que para los coches más ligeros (el 1%, con un peso de 1.050 kg) se producen 15,8 muertes por cada 10.000 colisiones. No solo eso: los coches más pesados citados anteriormente provocan 37 muertes de ocupantes del otro coche por cada 10.000 colisiones. Los de tamaño medio provocan 5,7, y los ligeros tan solo 2,6. La relación es obvia: los coches más pesados son un riesgo mucho mayor para el resto de conductores y usuarios de las vías.
Y los fabricantes van a más. Los fabricantes probablemente están muy al tanto de estos hechos, pero no solo no están frenando el desarrollo de coches más grandes y pesados, sino que lo están acelerando. Cifras de la Agencia de Protección del Medio Ambiente en EEUU muestran la evolución de esos coches grandes: hace cinco años la proporción de coches nuevos por encima de las 5.000 libras (unos 2.270 kg) era del 22%, y ahora es del 31%. El coche nuevo medio pesa de EEUU 2.000 kg, por 1.500 libras en la Unión Europea y 1.180 kg de Japón.
‘Crash tests’ engañosos. El organismo a cargo de la seguridad vial en EEUU, la NGYSA, usa un sistema de calificación de hasta cinco estrellas para evaluar la seguridad de los coches ante un choque, pero solo tienen en cuenta la seguridad de los ocupantes del vehículo en cuestión, no la del resto de conductores.
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