Las “escamas” de los tiburones son prácticamente imperceptibles. Y sin embargo, son una pieza clave para que estos depredadores puedan desplazarse a altas velocidades y de forma sigilosa en busca de sus presas.
Cazador veloz. Un equipo de investigadores lleva tiempo estudiado estas diminutas estructuras que en apariencia se asemejan más a un diente que a una escama. Sus análisis han revelado cómo estos “dentículos dérmicos” ayudan a distintas especies de tiburones a desplazarse por el agua con gran facilidad.
Lo hacen reduciendo la fricción con el agua, generando menos turbulencias y logrando así nadar con menos esfuerzo.
El gran nadador. En su último trabajo estudiaron los dentículos del gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Estas estructuras presentan tres protuberancias, una centrada y dos en los laterales pero varían en forma según el lugar en el que estén situadas.
Su forma permite a los tiburones reducir la fricción con el agua en un rango muy amplio de velocidades según el estudio. Ya sea cuando necesitan desplazarse a grandes velocidades para cazar o cuando se desplazan más lentamente en sus migraciones, las “escamas” de estos animales les permiten hacerlo de la forma más eficiente.
Cuestión de hidrodinámica. El análisis indica que estos dentículos hacen que los vórtices turbulentos generados por la fricción del agua se alejen de la superficie de la piel del tiburón. Tal y como señala el equipo responsable del estudio, estos flujos son determinados tanto por la altura de las protuberancias de los dentículos como por la distancia entre una y otra.
“Las protuberancias altas probablemente reduzcan la fricción en velocidades natatorias reducidas, y la combinación alterna de protuberancias altas y bajas reduce la fricción a velocidades natatorias altas, cubriendo así el rango completo de velocidades. Nuestro método de cálculo también puede ser aplicado a otros tiburones, incluyendo especies extintas,” señalaba en una nota de prensa Hiroto Tanaka, miembro del equipo responsable del trabajo.
6,7 metros por segundo. Esto, según los cálculos del equipo, permite a los tiburones blancos alcanzar una velocidad punta de hasta 6,7 metros por segundo (24,12 km/h), siendo a la vez capaces de realizar viajes migratorios de hasta 20.000 kilómetros de distancia.
17 localizaciones. El estudio se realizó a partir de muestras recogidas en un ejemplar muerto en 2014. El equipo tomó muestras en 17 puntos de la piel del animal, desde el hocico hasta la cola, pasando por laterales, zona ventral, aleta dorsal, etc.
Los dentículos fueron examinados con una tomografía por rayos X microenfocados. Así lograron crear modelos en 3D de estos dentículos para estudiar al detalle sus medidas. Después utilizaron modelos hidrodinámicos para estudiar cómo estos elementos afectaban al flujo de agua cerca de la piel del tiburón.
Los detalles del proceso fueron publicados en un artículo en la revista Journal of the Royal Society Interface.
Del tiburón blanco al megalodón. El equipo replicó el estudio partiendo de lo que sabemos de una especie de tiburón desaparecida en tiempos prehistóricos: el megalodón, el mayor tiburón del que tenemos constancia. Replicando el trabajo el equipo estimó que este gigante podría desplazarse a velocidades de entre 2,7 y 5,9 metros por segundo (esto es, entre 9,7 y 21,2 km/h).
Del mar al aire. Según señala el equipo, el estudio de los dentículos de los tiburones puede tener diversas aplicaciones, incluso fuera del agua. Estas fórmulas, señalan, podrían ser empleadas en los ribeteados de barcos, pero también en la aviación.
Imagen | Olga Ernst, CC BY-SA 4.0