A finales de 2030, el mundo producirá 12 millones de toneladas de aguacates. Es decir, tres veces más que en 2020. Es, no hace falta ni decirlo, una auténtica barbaridad que va a consagrar a este fruto de origen mexicano como un verdadero «oro verde».
Y eso va a causarle a España un enorme dolor de cabeza.
Porque en España nos encanta el aguacate. El aguacate y el resto de las frutas tropicales y exóticas. Según el Informe de Consumo del Ministerio de Agricultura de 2023, este tipo de frutos se han convertido por primera vez en el tipo de fruta más consumida del país. Superando, con un 23,9% de la cuota de mercado, al líder tradicional: los cítricos.
De hecho, la superficie española dedicada al aguacate no ha dejado de aumentar: creció un 7% en 2023 y roza las 24.000 hectáreas. Además, el país importó 242.100 toneladas de aguacates. En su mayor parte de Perú.
¿No producimos lo suficiente? Ni de lejos. España es el décimo séptimo productor mundial de aguacates y, en términos globales, su peso es insignificante. Pero, en la medida en que somos los principales productores y comercializadores de este tipo de frutas de la Unión Europea, tenemos un papel clave en el engranaje internacional.
¿Entonces? ¿Cuál es el problema? El problema se llama futuro. La «zona cero» del aguacate en España está en una situación francamente mala. Y no sólo se encuentre al borde de la quiebra hídrica o porque arrastre numerosos problemas productivos, sino porque las amenazas climáticas suponen toda una bomba de relojería para el sector.
Y eso ha desatado toda una guerra civil.
Todos quieren ser tropicales… Ya sabíamos que Asturias (y Galicia y Cantabria) quiere ser la nueva Axarquía y lleva años trabajando en la posible adaptación de los aguacatales a las condiciones climáticas del Cantábrico. Sin embargo, no es la única región que está apostando por ello.
El mejor ejemplo es Valencia. De hecho, Valencia es uno de los primeros lugares donde se plantaron aguacates con éxito allá por el siglo XVI y, de hecho, el aguacate comercial lleva años creciendo en la Comunidad. Hasta el punto que Tropicsur va a abrir una nueva planta de recepción y manipulación de aguacates en Alicante.
2.800 m2 de centro que supera, de hecho, las instalaciones que la misma empresa tiene en Málaga. Se trata de un primer paso para expandir también el mango (y otros productos similares) en la región.
…y eso será una fuente de tensiones. Porque, como señalaban hace poco un «análisis del agua disponible en una España con cambio climático» publicado por Greenpeace, «la disponibilidad de agua en nuestro país está decreciendo. Sin embargo, el consumo de agua sigue. Si no atajamos este problema llegaremos a un colapso hídrico del que ya nos encontramos a las puertas».
Mientras expertos y activistas ponen encima de la mesa que «sólo un recorte del 20-25 % del regadío actual podría garantizar disponibilidad de agua suficiente para la población». Cultivos tan delicados (hídricamente hablando) como el aguacate crecen por el país. Y esto solo augura un futuro complicado.
Imagen | Sarah Damen