Tal y como aseguraba Andrew McCaskill, experto en carreras de LinkedIn: «Las entrevistas de trabajo son como una obra de teatro en la que todos interpretan su papel. Solo debes aprenderte bien tu papel y salir a escena con tus frases preparadas». Algunos incluso «preparan su papel» entrenando con una IA.
Emily Levine, vicepresidenta ejecutiva de la empresa de reclutamiento Career Group Companies, contaba en una entrevista a CNBC que, además de aprenderse el papel, también hay que controlar cómo se entra en escena e interactúas con otros actores.
«Debes asegurarte de hacer un buen contacto visual, que estás leyendo la sala en términos de cuándo es apropiado hablar y cuando es el momento de hacer preguntas». Estos son algunos consejos de esta experta para evitar las principales señales de alerta en una entrevista de trabajo.
No llegues demasiado temprano
Levine tiene una dilatada experiencia en selección de personal y ha entrevistado a «miles y miles de personas» para puestos relevantes, algunos de ellos incluso como asistentes personales o jefes de personal para celebridades de primera línea.
El primer consejo puede sonar algo evidente: llegar tarde no es una opción. Por mucho que la Generación Z tenga otro concepto de la puntualidad, el tiempo ajeno es algo con lo que no se debe jugar.
Sin embargo, llegar demasiado temprano a la entrevista tampoco habla bien de ti. Según la experta reclutadora, «llegar demasiado temprano, también estarás mostrándote como demasiado ansioso y el entrevistador podría sentirse incómodo» sabiendo que una persona lleva una hora esperando su turno.
Según Emily Levine, lo ideal es llegar entre cinco y diez minutos antes de la hora de la cita. Suficiente antelación como para evitar que cualquier inconveniente te haga llegar tarde, pero no tanto como para que tu presencia en la sala pueda resultar llamativa. «Recomiendo asegurarse de aparcar entre 15 y 20 minutos antes de la cita cerca del edificio», comenta Levine. De ese modo, podrás controlar mejor el tiempo y entrar en la oficina en el momento adecuado.
No hay segundas oportunidades para una primera impresión
El cerebro tarda solo siete segundos en decidir si lo que tiene delante le gusta o no. Según distintos estudios psicológicos de la Association for Psychological Science, el cerebro toma esta decisión de forma instintiva a un nivel casi subconsciente, por lo que mantener buena apariencia y mantener una presencia lo más neutra posible contribuye a que no se fijen impactos negativos sobre ti.
En ese proceso, la vista y el olfato actúan como unos potentes generadores de recuerdos y no vas a querer que quien te entrevista te recuerde por el olor a tabaco o por un perfume demasiado intenso.
En este sentido, no importa si se trata de una videollamada. Las primeras impresiones son igual de importantes y, aunque el sentido del olfato no interviene, sí lo hace el de la vista y el oído. Se ha demostrado que contar con una buena calidad de imagen y sonido durante las entrevistas en remoto mejoran la percepción del candidato.
De igual forma, asegúrate de no usar gafas de sol o cualquier otro elemento que impida ver claramente tus ojos o tu cara para que la comunicación sea más sencilla. «No mastiques chicle ni te pongas gafas de sol durante la entrevista», añade Levine, «lo ideal es que te recuerde por tus habilidades, no por esas primeras impresiones».
Mide tus palabras
La experta señala la importancia de medir las palabras a la hora de divulgar determinada información sobre experiencias laborales anteriores. Es normal que en este tipo de entrevistas se hable de qué funciones se han desempeñado en el pasado, pero en ningún caso recomienda entrar en detalles demasiado precisos o comprometidos.
Algunos de sus clientes piden a los candidatos que entran a trabajar con ellos firmar contratos de confidencialidad para evitar que puedan revelar secretos en el futuro. Si aun habiendo firmado esos contratos el empleado habla más de la cuenta de sus empleadores anteriores, puede ser una señal de alerta.
Habla de tus experiencias y funciones laborales con naturalidad, pero sin entrar en demasiados detalles. Si por algún motivo la respuesta a una de sus preguntas implica revelar algún dato comprometido, solo declina amablemente responder a su pregunta explicando el motivo. En esos casos, la respuesta incorrecta es ceder a la presión por darle una respuesta y revelar datos.
La impresión que se da es que, «si su entrevistador lo contratara, en el futuro muy probablemente haría lo mismo y compartirá esa información confidencial con otros», destaca Levine.
Imagen | Unsplash (Amy Hirschi)