Primera disputa de octavos de final del Mundial de Clubes y primer tiempo suplementario necesario para decretar un vencedor. Tras el 0-0 de los 90 minutos, Palmeiras siempre mereció más que Botafogo y se llevó la clasificación a los cuartos de final tras ganar por 1-0 gracias a un golazo de Paulinho en el alargue. Aguarda por su rival, que saldrá del duelo entre Benfica, de Portugal, y Chelsea, de Inglaterra, que juegan a partir de las 17 (hora de Argentina).
Ganó el mejor de los dos: el que siempre quiso, el que hizo figura a John, el arquero de Botafogo, el que tuvo las mejores ocasiones de gol y también el que aguantó en los minutos finales, luego de la expulsión de Gustavo Gómez, su capitán, la arremetida inevitable de los actuales campeones de la Copa Libertadores. Pero el 1-0 ya no se modificó en el calor y humedad pegajosos de Filadelfia.
Se aguardaba, por un cruce caliente, parejo. Así lo hizo saber rápido el argentino Alexander Barboza, que antes de los tres minutos se condicionó innecesariamente, incluso, ante la proyección de un eventual pasaje a cuartos: salió lejos de la zaga y con los pies hacia adelante le provocó una infracción fuerte a Richard Ríos que le valió la amonestación y la suspensión por acumulación de tarjetas para participar en la siguiente instancia.
Incluso, fue el exdefensor de River, Defensa y Justicia e Independiente el que generó la primera acción peligrosa del encuentro. No sobre el arco paulista, sino en su propia valla. Palmeiras salió decidido a lastimar, con dominio de pelota y presión alta, y armó un desborde con el lateral izquierdo Joaquín Piquerez: lanzó un centro rasante al área que Barboza, en su intento por molestar la definición de Vitor Rique, desvió y casi se cuela en el segundo palo, antes de los diez.
En el conjunto carioca no destacó el ataque, que apenas se redujo a un tiro tan forzado como alto del venezolano Jefferson Savarino y un remate de Marlon Freitas que parecía peligroso, pero terminó saliendo cerca de la esquina del córner. Sí prevaleció el desconcierto defensivo. Alex Telles, de cierto ritmo cansino en la primera mitad, cometió otra falta zonza sobre el costado del área y también condicionó su juego con la tarjeta amarilla.
Aquello siguió exponiéndose un pequeño rato posterior, cuando quedaron invertidos en sus posiciones con el zaguero argentino, que debió manotear a Roque para privarlo del escape hacia el área, contenerlo y enviar la pelota al tiro de esquina. Claro, se arriesgó al cobro de otra falta y la posible expulsión, por lo que al concluir la acción miró a Telles, de experiencia europea en equipos como Porto, de Portugal, y Manchester United, de Inglaterra, y le recriminó quedarse tan lejos del rápido atacante.
Sobre el cierre del primer tiempo, llegó la jugada de mayor peligro en la diestra del colombiano Ríos. Tomó el balón cercano al vértice derecho del área de Botafogo y remató fuerte, ayudado por el ligero desvío en el pie de Allan Loureiro: la pelota terminó en el techo del arco. Así culminaron las acciones del primer tiempo, que lo tuvo más dominante al conjunto verde, pero con el resultado abierto para ambos equipos.
La temática continuaría en el segundo período. Al minuto, los dirigidos por el portugués Abel Ferreira presionaron muy arriba la salida del equipo del también luso Renato Paiva. El extremo derecho Allan Ellias recuperó y cedió rápido hacia la zona frontal al arco para que Estêvão sacara un zurdazo que exigió la volada de John Víctor, de destacada labor.
Cuando Botafogo tomaba la pelota, Palmeiras se ordenaba con los once jugadores en su campo y no cedía espacios; cuando el “Verdão” tomaba la posesión, lastimaba, con o sin espacios, o -a lo sumo- exigía los esfuerzos desesperados de la defensa y el arquero, que debió contener también un complicado intento de Mauricio desde media distancia.
Por eso, sorprendió Ferreira. Aunque su equipo se viera mejor, no romper la igualdad no lo conformaba. Por eso, se la jugó con una movida extraña: Estêvão venía siendo de lo mejor de Palmeiras, quizás un escalón por debajo de Allan Ellias, pero decidió su salida para el ingreso de un joven Luighi, además de incluir a Paulinho (que no es N°9, sino también extremo) en reemplazo de Roque.
Los cambios, evidentemente, todavía no le daban la derecha al entrenador desde el resultado, pero sí refrescó las piernas ofensivas. Luighi se llevó la atención de los defensores cariocas y le dejó el carril liberado a Piquerez, que sacó un centro perfecto para que Mauricio la peinara en el borde del área chica, pero aquella complicada resolución no sería problema para John, que con un manotazo -a puros reflejos- la rechazó por encima del arco a los 27 minutos.
El agotamiento de los cinco cambios en Botafogo, entre ellos el ingreso del argentino Joaquín Correa, no modificaron un desempeño colectivo que dejó mucho que desear a lo largo de los 90 minutos, casi sin forzar participaciones del arquero Weverton. No contar con Gregore (suspendido), habitual pilar del medio campo, pareció sentirlo, más allá de -incluso- estar en lo general muy por debajo de la disputa física con su par brasileño.
Final 0-0, como en la primera fecha del Brasileirao disputada en marzo en el Allianz Parque de San Pablo. La obligación de tener que continuar el cotejo 30 minutos más, por el tiempo suplementario, podía ser letal para el último campeón de la Copa Libertadores a raíz de lo mencionado: corrió físicamente siempre detrás de su rival. Salvo que Palmeiras sintiera todo el desgaste hecho en 90 minutos que lo tuvieron como merecedor del pasaje. Comenzaba, entonces, otra historia (¿o la misma?).
Encima, con el clima ardiente que se siente en este Mundial de Clubes. Alrededor de los 30 grados, 34 de sensación térmica y un 70 por ciento de humedad. Así debieron jugar Palmeiras y Botafogo, por más acostumbrados que estén al calor en tierras brasileñas, los 30 minutos del alargue.
Los paulistas salieron al campo con una modificación: el volante argentino Aníbal Moreno reemplazó al uruguayo Emiliano Martínez. Además del ingreso de Correa en el “Fogão” y la titularidad de Barboza, también se destacó la presencia de Agustín Giay en el lateral derecho paulista. Argentinos en el duelo brasileño.
Más allá de dos tiros de esquina que consiguió Botafogo como novedad, Palmeiras continuó su dominio. Richard Ríos, primero, hizo volar a John hacia su izquierda para poder sacarla al córner, pero antes de los diez minutos llegaría la lógica. Paulinho comenzó a moverse lejos de la posición de ‘9′ y, en una de sus primeras acciones como volante ofensivo suelto, hizo estragos en la derecha, se metió en diagonal al área con un amago que dejó desairado a un rival y sacó el zurdazo: Barboza la desvió apenas y se filtró entre las piernas de Kaio Pantelão hasta pegarse sobre el poste derecho de John. Era merecido, se veía venir. Ganaba Palmeiras 1-0.
A la carga fue el campeón de la Libertadores, con más empuje que argumentos claros. A falta de seis minutos para el tiempo cumplido del suplementario, un centro al segundo palo fue conectado por el lateral Vitinho, pero su cabezazo encontró la pared externa de la red.
Y entre toda la desesperación, Palmeiras sufrió la mala noticia de Gustavo Gómez, su capitán: por ser amonestado en el primer tiempo ya se perdía el cruce siguiente, pero su suspensión puede agravarse por trenzarse con Barboza y recibir nuevamente la tarjeta, que derivó en la expulsión. Asimismo, sufrirá la baja sensible del uruguayo Piquerez en el lateral izquierdo, otro que estaba al límite de las amonestaciones. Fue final, con algún susto entre mil rebotes que terminó con la pelota en las manos de Weverton. Palmeiras es uno de los ocho mejores y espera por un europeo.